Verano 2008. Jureré, la perla de la isla de Santa Catarina
En el exclusivo balneario del norte de Florianópolis, autos de lujo y mansiones conviven con el mar calmo y la arena blanca
FLORIANOPOLIS.- Ferraris, Lamborghinis y otros autos de lujo se desplazan por avenidas separadas por grandes palmeras. A cada lado, casas que valen más de un millón de dólares. En el fondo, el mar cristalino y la arena blanca, casi perfecta. No se trata de Miami; tampoco de alguna ciudad a la vera del Mediterráneo. Esto es Jureré Internacional, un balneario en el extremo norte de la isla de Santa Catarina, Brasil, que forma parte desde hace 25 años del más extenso y simple pueblo de Jureré.
Aunque durante el año desfilan por sus calles y playas personajes de la farándula brasileña como Xuxa, el nadador olímpico Fernando Scherer, o el empresario de la noche Marcos Campos, todos pueden disfrutar de la mayor parte de lo que este pequeño balneario tiene para ofrecer.
Uno de los pocos lugares en los que la entrada está vedada es Parador 12, un club privado con acceso a la playa inaugurado este año. Para entrar allí hay que sortear la mirada de un guardia de seguridad que decide quién entra y quién no, como en los boliches más exclusivos del mundo. Los precios también sirven para ahuyentar a potenciales visitantes ocasionales: la consumición mínima es de 80 pesos.
En el resto de los lugares de Jureré Internacional reina la típica cortesía brasileña, que atrae a tantos extranjeros, entre ellos, por supuesto, los argentinos.
En el hotel Jureré Beach Village, en el que pasar una noche en enero no cuesta menos de 650 pesos, se alojan 55 argentinos. Así certifica Virginia Christ, gerente operacional del hotel, que cuenta otras particularidades de los argentinos que deciden alojarse allí: "Siempre vienen en avión y, en general, son huéspedes que han venido otras veces".
Otros argentinos, en cambio, se sorprenden con el glamour del lugar. "Recién cuando llegué me di cuenta de lo exclusivo que era Jureré Internacional. Había venido hace muchos años, y la verdad es que cambió mucho", dice Sergio Mames, que tiene 36 años y vive en el barrio de Palermo.
Acompañado por su familia, Mames destaca de esta parte sur de Brasil la cantidad de días soleados durante el verano. "Nunca hace frío y el agua tiene la temperatura ideal", describe.
A unos pocos metros, otro argentino, Fernando Travaglini, de 47 años, coincide. "Hoy [por ayer] está un poco ventoso, pero nada más. Llegamos el 8 de enero y sólo una vez el día no estuvo como para ir a la playa", recuerda Travaglini, que se aloja con su familia en un complejo de casas desde las cuales se accede directamente a la playa.
Allí también pasa sus vacaciones su amigo Marcelo Díaz, de 50 años, y su familia. "Venimos desde hace dos años y siempre la pasamos muy bien. El balneario creció mucho en este tiempo, pero lo bueno de este lugar es que, a pesar del lujo y del nivel de autos con los que uno se cruza, no hay una estrategia de seguridad especial o lugares inaccesibles", destaca.
Pocos, pero visibles
El mar que navegan algunos yates de lujo y una playa repleta son el contexto de la conversación que Díaz y Travaglini tienen con LA NACION. Entre los que ocupan las numerosas sombrillas desplegadas alrededor los argentinos son minoría, pero fáciles de encontrar.
Es que con el calor agobiante y las frescas caipirinhas a cinco reales, son los únicos que eligen una infusión caliente: el mate, que pasa de mano en mano. Mientras, Guillermo Vitelli, de 37 años; su esposa Carolina, de 32; María Celia, de 35, y Pablo Ytiart, de 34, dicen estar felices de haber elegido Jureré Internacional para sus vacaciones.
"La verdad es que la estada no pudo ser mejor, y aunque el lugar es exclusivo, los precios no son más altos que en el resto de Brasil. El alojamiento acá, por ejemplo, cuesta lo mismo que en Mar de las Pampas o en Pinamar", compara Vitelli, que, como el resto del grupo, es de Adela María, en el sur de Córdoba.
Su esposa, Carolina, dice lo mismo, sin comparar: "Tenemos buen clima siempre, el brasileño tiene la mejor actitud y podemos andar en traje de baño todo el día. Eso es lo mejor de Brasil".
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