
La calle del miedo está en la Recoleta
Es la zona de Juan Facundo Quiroga, detrás de la Facultad de Derecho, donde se suceden los asaltos
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No es una novedad. Muchos vecinos y automovilistas saben que la calle Brigadier Juan Facundo Quiroga, que recorre por detrás el parque Thays y la Facultad de Derecho, en el barrio de la Recoleta, es zona tomada por la delincuencia, donde los robos no tienen fin.
Anteanoche, esa zona volvió a ser noticia. Cuando trataba de atrapar a un grupo de asaltantes, un oficial de la Policía Federal murió al ser empujado al paso de un tren por uno de los ladrones que acababa de detener.
Cerca de las 21, una pareja de jóvenes estudiantes que se retiraba de la Facultad de Derecho corrió hasta un patrullero de la comisaría 19a. Alterados, los muchachos denunciaron que acababan de ser asaltados por cuatro ladrones armados.
El jefe de calle de esa comisaría, inspector Mario Alejandro Alvarez, de 32 años, hizo subir a la pareja al patrullero para tratar de reconocer a sus victimarios. Objetivo que cumplió instantes después, cuando los ladrones cruzaban las vías rumbo hacia un asentamiento de emergencia, según agregaron fuentes policiales.
Alvarez y un suboficial que lo acompañaba les dieron la voz de alto a los malvivientes, quienes abrieron fuego para cubrir su fuga. Durante el tiroteo uno de los delincuentes, de 25 años y con antecedentes penales por asaltos, cayó junto a las vías herido de tres tiros: dos en las piernas y el restante en la ingle.
Al advertir las heridas sufridas que éste había recibido, el policía pidió a su compañero que llame a una ambulancia del SAME. Entonces, cuando pasaba un convoy de pasajeros, el ladrón se incorporó sorpresivamente para empujar al oficial. Alvarez sufrió graves heridas y falleció luego en el Complejo Médico Policial Churruca-Visca. En tanto, el ladrón homicida fue trasladado al hospital Fernández, donde se supo que su estado no reviste gravedad.
"La vida de los argentinos está en libertad condicional. Reflexionemos y hagamos algo, porque se nos viene la noche", dijo ayer en el panteón policial de Chacarita el jefe de la Policía Federal, comisario general Roberto Giacomino, luego del sepelio del oficial asesinado, que estaba casado y tenía dos hijos de ocho y seis años. Es el vigésimo noveno integrante de la Federal asesinado en lo que va del año.
"No pasen por acá..."
"Me canso de decirle a la gente que no pase por esta calle -Juan Facundo Quiroga- porque los roban. Algunos automovilistas ilusos paran para observar la flor de metal y en ese momento los asaltan", dijo a LA NACION Alberto, un abogado de 45 años, que pasea a diario a su perro rottweiller por la zona de Austria y la Avenida del Libertador, justo donde termina la peligrosa calle.
Altas fuentes policiales dijeron que había sido reforzada la vigilancia en la zona, aunque admitieron que se ha convertido en "una zona brava", como otros sectores lindantes de la creciente e imponente Villa 31 y que, a veces, no se tienen todos los policías que se necesitan en el barrio de la Recoleta.
Agregaron que el modus operandi clásico de los asaltantes es esperar que se coloque en rojo el semáforo de la Avenida del Libertador y que se forme la fila de vehículos. En el acto aparecen parejas de ladrones armados que desvalijan a los automovilistas. Luego corren, cruzan las vías y se internan en la villa.
"Cuando hay menos tránsito, entre cinco o seis ladrones apostados a los costados de la calle atacan en forma de pinzas a los desprevenidos ciclistas. Lo mismo ocurre en el parque Thays, donde los robos son permanentes", se quejó Atilio, un vecino jubilado que camina todas las mañanas por esa avenida.
Durante un recorrido que ayer realizó LA NACION a lo largo de toda la calle Quiroga -desde Rodríguez Peña hasta Austria y que sirve para descongestionar Libertador- se observó a algunos policías y custodios privados de las concesionarias de las empresas ferroviarias.
"Algunos de la villa vienen a toda hora a robar los cable de cobre y de acero que componen el sistema de señales del ferrocarril", dijo Horacio, un vigilador de la firma Centauro. Desde hace un año, agregó, que casi desapareció el alambrado olímpico que separaba la calle Quiroga de las vías, debido a que era constantemente cortado y robado.
Además, faltan ladrillos de dos sectores del alto murallón que separa la villa de las vías de los ex ferrocarrilles Mitre y San Martín: a la altura de los fondos de la Facultad de Derecho y el otro, detrás de la flamante flor metálica. De esta manera, ambos lugares se convirtieron en los pasos más utilizados por los malvivientes como vías de escape tras los atracos.
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