Santa Fe: la laguna protegida que se convirtió en tierra seca
Por la histórica bajante del río Paraná, solo quedaron pequeños charcos del gran espejo de agua
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SANTA FE.- La histórica bajante del río Paraná impacta en sus afluentes. En menos de un mes, el río Salado, aquel que cuando desbordó el 29 de abril de 2003 provocó la peor inundación en el Gran Santa Fe, con cerca de 150 mil evacuados, decenas de muertos y daños y perjuicios varias veces millonarios, bajó más de un metro.
El impacto visual se puede observar desde el mismo puente carretero, que une la capital santafecina con Santo Tomé. La laguna Juan de Garay, más conocida como Laguna Bedetti, uno de los espacios predilectos por muchos lugareños para disfrutar del tiempo libre y recrearse, se quedó prácticamente seca. Solo quedaron pequeños charcos del gran espejo de agua que forma un paisaje único en la zona.
Es que la bajante del Salado, que a un kilómetro de su paso por la laguna desemboca en el curso del Canal de Derivación Sur, que comienza en el acceso al puerto local, dando lugar a la formación del Río Coronda, otro afluente del Paraná, bajó 1,07 metros en 28 días.
Según el Centro de Informaciones Meteorológicas, de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), el 11 de diciembre el Salado midió a la altura de Santo Tomé 1,30 metros, contra los 0,19 metros anotados este sábado.
Juan Carlos Pérez Leiva, referente de la Fundación Terra, comentó que el tema de la sequía de la Laguna se debe fundamentalmente a la bajante del río y a la falta de lluvias, además de la acumulación de sedimentos que nunca se han limpiado. “Esto es un ciclo. Está el fenómeno de La Niña, la quema de pastizales, hay un sin número de cuestiones del clima que acompañan al deterioro de humedales y lagunas”, explicó.
El lugar, que ofrece imágenes impactantes, que incluyen el resquebrajamiento del suelo, es un Área Natural Protegida, según lo dispuso en la Legislatura de Santa Fe en 2016, mediante una ley que resguarda la flora y fauna que allí habita.
Según la normativa (N°13.585), la Laguna (renombrada Juan de Garay) abarca unas 507 hectáreas de extensión. La zona estaría comprendida desde las vías del ferrocarril Mitre -bien al norte de Santo Tomé-, hasta las cuencas hídricas del río Salado y todo lo que es la desembocadura del Paraná y el Coronda.
Al mismo tiempo, este espejo de agua santotomesino está considerado dentro del Sistema Provincial de Áreas Naturales como “Humedal hídrico natural”, una de las categorías de manejo que la Ley Provincial Nº 12.175 establece.
En diversas publicaciones se señala que la laguna es el hábitat de infinidad de especies de flora y fauna; y es un buen asentamiento transitorio para las aves como los flamencos y otras variedades de aves acuáticas, que eligen este ecosistema en busca de recursos que les permita subsistir. Por si fuera poco, la laguna cuenta en su haber con sitios arqueológicos cercanos, donde fueron descubiertos restos fósiles precolombinos.
No muy lejos de allí, donde confluyen aguas del Paraná y del Salado, en la zona de los cuarteles del Batallón de Ingenieros Anfibios 121, dependiente de la 1ª División del Ejército Argentino, nace el río Coronda, uno de los brazos más importantes en la región del poderoso Paraná.
Desolador
La bajante del río también impacta en la labor de los clubes náuticos. El Náutico Santo Tomé, a la vera del río Coronda, soporta actualmente inconvenientes y perjuicios del comportamiento fluvial.
El canal que comunica esas instalaciones con el río está prácticamente seco e imposibilita el retiro o ingreso de las embarcaciones.
Carlos Naput, presidente de la entidad, sostuvo hace dos meses, con la colaboración del Ministerio de Hidráulica: “Concretamos una obra que nos permitió, cuando subió un poco el río, tener salida. Pero ahora estamos en -19cm, y da pena por todo lo que se ha hecho y no se puede utilizar. Estamos pensando en comprar en cuotas un tractor que nos permita recorrer estos 250 metros hasta el río y así hacer una bajada directa. Es que los socios quieren salir y los entendemos, pero hace dos años que no tenemos el calado suficiente”.
Ante una consulta, Naput afirmó que el club pasa por un momento económico muy malo. “Lo mismo le ocurre a todas las bajadas (de embarcaciones) privadas, que están incluso más comprometidos que nosotros. El 70% de las bajadas privadas hoy no están trabajando, y ahí no hay socios”, concluyó.
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