Meryl Streep y Kay Graham unidas en la valentía y el amor por el oficio
“Las noticias son el primer borrador de la historia”, es la última frase que expresa la señora Graham (directora ejecutiva de The Washington Post en los 70), interpretada por la inigualable Meryl Streep en la película recién estrenada, The post. Ganadora del Premio Pulitzer en 1998, Katharine Graham fue una de las referentes de los medios de comunicación más poderosas del mundo. Pero, sobre todo, fue una mujer valiente, llena de agallas y valores, que se atrevió a librar una batalla, a través de su periódico, contra la presidencia de Richard Nixon.
“Mi padre, cuando compró el diario, luego de hacerlo crecer, de darle la fuerza necesaria, puso al frente a tu padre y no a mí. En mi tiempo eso era lo natural, mi lugar estaba cerca de la educación de mis hijos. ¿A quién, en esa época, se le podía ocurrir que una mujer dirigiera una empresa?”. La confesión surge en una conversación íntima entre Katharine y su hija (en una escena del film) que refleja la enorme brecha que tuvo que transitar ella -y las mujeres en general- para conseguir la igualdad en una sociedad signada por el machismo y las diferencias sociales. Pero fue Katharine Graham quien hizo que el Washington Post se convirtiera en uno de los periódicos más respetados del mundo. Ella tuvo que asumir la dirección del diario cuando su marido se suicidó; dejó su labor de ama de casa y se enfrentó inmediatamente a un mundo dirigido sólo por hombres.
Meryl Streep interpreta a Kay (así la llamaban) como una persona tímida, contenida, estudiosa, que llegaba a las reuniones de directorio -en las que era la única mujer- con carpetas, papeles, cuadernos, libros que la hacían sentir más segura. Tenía el mandato de sostener el legado de su padre y de su marido. “La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes”, es una de sus máximas. Fue descubriendo que contaba con la fuerza suficiente para lograrlo y superar a aquellos hombres que, sin quererlo, le habían dado la oportunidad de demostrarlo.
Hacerse un lugar en un mundo gobernado por hombres es una experiencia conocida para Meryl Streep: trabaja en una de las industrias más complejas del planeta donde estallan las denuncias por acoso sexual y abuso de poder de hombres sobre mujeres. Acaba de romper todos los récords accediendo a su nominación número 21 al Oscar por su interpretación en The Post. A pesar de que ha logrado ser considerada la mejor actriz del mundo vuelve, cada vez, a subir otro escalón como artista. Es sobria, no ostenta aires de estrella; desde su mesura interpretó a todas las mujeres y llegó al mundo del cine en un tiempo en el que los que triunfaban eran solamente hombres: De Niro, Pacino, Hoffman.
Tanto Kay Graham como Meryl Streep se abrieron paso en un mundo machista desde la templanza y ejercieron su poder interior, su creatividad, para llegar a cumplir cada una su propósito: hacer que la calidad de su trabajo se erigiera sobre todo lo demás. Acaso haya sido el destino, la casualidad, o quizá el ojo agudo de Steven Spielberg, lo que las unió en un film que ilumina una historia de valentía y amor por el oficio.