Mujeres sin protección: con qué barreras se topan cuando quieren denunciar una situación de violencia de género
Vergüenza por la exposición, miedo a que el agresor o sus familiares las denuncie, temor a no ser debidamente escuchadas y la dependencia económica son algunos de los inhibidores que dificultan que a las víctimas les cueste salir de ese contexto
¿Por qué no denunció? ¿Por qué no lo dijo antes? ¿Por qué volvió con el agresor? ¿Por qué no le dijo a su familia? Son muchas las preguntas que surgen cuando una mujer es víctima de violencia de género. Precipitada por la exacerbación del miedo o la inquietud de lo que podría ocurrir con sus hijos, finalmente llega el momento en que la víctima decide buscar ayuda para terminar con esa situación, pero el camino que tiene por delante no suele ser fácil.
La Fundación Avon, en colaboración con Quiddity, llevó adelante un relevamiento en cuatro países, la Argentina, México, Ecuador y Colombia, que involucró a 2735 mujeres. El objetivo era detectar los obstáculos e inhibidores con los que las víctimas deben encontrarse cuando toman la difícil y valiente decisión -llegan a un punto tal de saturación- de decirle basta a ese contexto de violencia y emprender lo que los especialistas denominaron como la “ruta crítica”.
El miedo a exponerse y a sufrir represalias o amenazas por parte del agresor y/o los familiares de este constituye la principal barrera que inhibe a hacer la denuncia o que puede interrumpir el proceso una vez tomada la decisión. Así lo indicó el 65% de las encuestadas.
Ese temor por el que suelen atravesar las víctimas también quedó reflejado en la primera encuesta para medir de prevalencia de la violencia contra las mujeres que se realizó en 2021 en los principales conglomerados de 12 provincias. Fue un informe elaborado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y la Iniciativa Spotlight en la Argentina.
Entre las entrevistadas que habían realizado una denuncia, tres de cada 10 decidió interrumpir el proceso judicial en algún momento. Entre los principales motivos se destacaron la “vergüenza y humillación” (24,5%); la defensa del agresor que “le dijo que iba a cambiar” (22,4%) y porque “el trato mejoró” (21%). Y hubo un dato aún más preocupante: el 17,4% de las mujeres dijo que tuvo que cerrar la demanda porque había sido objeto de denuncias por parte de su agresor.
Tener hijos/hijas a cargo no es un detalle menor. Representa una dificultad importante para las víctimas al momento de iniciar la “ruta crítica”, aseveró el 73% de las mujeres que respondió a la encuesta de la Fundación Avon.
El 16% de las entrevistas dijo no saber con quién dejar a los y las menores en caso de irse de la casa donde convive con el agresor, mientras que el 14% explicaron que tenían miedo de que tomar la decisión de alejarse de ese contexto de violencia podía afectar negativamente su relación con los hijos. “Hasta en eso una se siente culpable. De cómo le estás quitando el papá”, contestó una mexicana.
El 34% de las mujeres habló de un sentimiento de vergüenza cuando pidió ayuda. “Ir a la comisaría era vergonzoso. Tener que estar hablando de tus problemas delante de otras personas, algunas de las cuales te preguntaban a qué ibas”, recordó una argentina. Las víctimas se sienten poco o nada escuchadas. Casi como si su problema no fuera tal.
Esta sensación de pudor de las víctimas también se reflejó en el informe nacional. Si bien siete de cada 10 entrevistadas conocían algún dispositivo o servicio al que podían acudir frente a una situación de agresión, solo el 25% declaró haberlo hecho, en muchos casos, por sentirse avergonzada.
“Fui a la fiscalía y me dijeron: ‘¿En dónde están las evidencias porque no le vemos golpes?’”, fue la respuesta que recibió una mujer oriunda de Colombia cuando se enfrentó a la encuesta de la Fundación Avon. El 30% de las entrevistadas atravesaron una situación similar.
De acuerdo a las conclusiones que analizaron los y las especialistas, existe una sensación de incapacidad del otro para ayudarlas, ya sea por falta de herramientas o voluntad para hacerlo. Incluso, durante el relevamiento, algunas mujeres manifestaron haber recibido maltrato por efectivos policiales y/o judiciales al momento de hacer la denuncia contra el agresor: las derivaron a otros lugares o les dijeron que volvieran en otro momento.
En el informe nacional de prevalencia, el 27% de las mujeres que hicieron la correspondiente denuncia ante servicios institucionales mencionó haber sentido que la humillaban o se burlaban de ella. La proporción fue menor en el caso de las organizaciones comunitarias: 12,2%.
La dependencia económica
En muchos casos de violencia de género, el factor socioeconómico juega un rol tan importante que obliga a la víctima a permanecer en ese contexto de total anormalidad. El 25% de las entrevistadas contestó que sentían que no iban a poder subsistir si procedían ante la Justicia.
En algunas ocasiones, es el propio agresor el que propicia esta situación de dependencia. “Él me decía: ‘¿para qué trabaja? Si con lo que gano usted tiene’. Es verdad que vivía bien, pero fue una mala decisión porque me manipulaba en todo. Imaginate qué ridículo pedir permiso para comer un queso”, contó una colombiana.
Las víctimas ingresan en un círculo vicioso donde temen denunciar al agresor por miedo e incertidumbre. La negación de la cuota alimentaria suele ser una estrategia de manipulación para dar continuidad a la violencia. En el análisis del resultado del informe, los especialistas notaron que tanto para las mujeres que se encuentran en el nivel socioeconómico más alto como en el más bajo el factor económico constituye una barrera mayor (31% y 33%, respectivamente).
Muchas de las mujeres que respondieron a la encuesta se refirieron a la falta de apoyo de su entorno más cercano para iniciar el proceso de la denuncia. “Una parte de mi familia me hizo comentarios de ‘cómo iba a tirar el hogar por la borda, que cómo iban a crecer mis niñas, de cómo arruinaba el hogar’”, contó una mujer oriunda de Colombia.
“Esta encuesta deja en evidencia que cuando las mujeres se animan a hablar muchas veces salen preguntas que las revictimizan, que las enjuician. Los datos que muestran de forma contundente por qué no hablan muchas veces, ponen en evidencia que el contexto es muchas veces detractor de su salida efectiva”, dijo a LA NACION, Ana Inés Álvarez, directora Ejecutiva de la Fundación Avon.
“Tanto en el plano individual como en el comunitario e institucional nos tenemos que hacer cargo de volver la ruta crítica transitable, nos hagamos responsables comunitariamente del proceso de salida” de las víctimas de un contexto de violencia de género.
Las mujeres en Argentina: con qué barreras se enfrentan al momento de denunciar a su agresor
- Siete de cada 10 mujeres considera que tener niños y niñas a cargo es un desafío adicional a la hora de pedir ayuda.
- La mitad de las encuestadas dijo tener miedo a las consecuencias de hacer efectiva la denuncia contre el agresor.
- La vergüenza es una de las barreras más mencionadas por el 43% de las entrevistadas.
- Cuatro de cada 10 mujeres temieron no poder subsistir económicamente.
- Un tercio de las víctimas mencionó no saber a dónde o a quién recurrir.
- El 30% de las consultadas sintió que no iban a darle una respuesta satisfactoria al pedido de ayuda.
- Una de cada tres mujeres recibió amenazas tras denunciar al hombre.
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