
Por cada peso invertido se ahorran entre 4 y 6
Tanto los países desarrollados como los que están en vías de desarrollo cuentan con programas de alimentación escolar (PAE) para igualar las oportunidades de aprender de los niños que asisten a la escuela.
Paradójicamente, los países más pobres y que más necesitan de los PAE son los que destinan una menor inversión, cobertura y calidad de servicio.
En la Argentina, 4,5 millones de escolares reciben un desayuno, refrigerio o almuerzo en la escuela, con significativas diferencias entre las provincias en el grado de cobertura, criterios, metas nutricionales, modalidades de gestión y eficacia.
Esta diversidad entre las diferentes realidades suma inequidades a una escuela que aspira a igualar las oportunidades.
Los PAE no han tenido una transformación sustantiva en los últimos años, a pesar de que la situación nutricional de los niños ha cambiado sustancialmente: la desnutrición aguda ha dejado lugar al retraso crónico de crecimiento, la deficiencia de micronutrientes y la obesidad. Esta doble carga de enfermedad, a la par de disminuir su capacidad de aprender, incrementa el riesgo de enfermedades crónicas.
Es imprescindible que los PAE se integren con la política educativa y que comprendamos que son una parte sinérgica del proceso educativo. Su costo no guarda relación con la inversión en capital humano que representan: por cada peso invertido en los PAE, la sociedad se beneficia con un ingreso de 4 a 6, como consecuencia de una mayor productividad y menor carga de enfermedad.
Su eficacia depende de considerar su calidad nutricional, el papel preventivo en obesidad, la promoción de hábitos saludables, la oportunidad para corregir carencias nutricionales, como la deficiencia de hierro, zinc, calcio, vitaminas A, etc.
Cesni ha evaluado recientemente el programa de desayunos escolares de la provincia de Corrientes, que, gracias a la incorporación de alimentos fortificados, cubre entre el 30 y el 40% de la ingesta recomendada de estos micronutrientes esenciales.
Por otro lado, en la encuesta alimentaria y nutricional de la ciudad de Buenos Aires se demostró que los niños que asisten a escuelas públicas tienen una mayor ingesta de lácteos, frutas, barras de cereal durante la jornada escolar, como consecuencia de los programas.
Debemos replantearnos qué programa de alimentación escolar necesitamos y queremos para la Argentina.
La escuela tiene un papel central en la vida presente y futura de los niños, y en la medida en que los PAE se transformen en un eje articulador aumentan la apropiación del programa por parte de la comunidad y, en consecuencia, su eficacia.
Director del Centro de Estudios en Nutrición Infantil, Cesni