Quién era el marido de Jelinek antes de convertirse en millonario
Cómo era Leonardo Fariña antes de conocer a la modelo que lo llevó a la fama; su paso por el secundario y su barrio; accedé al album de fotos
Bajó de su auto sin lentes de sol. No era necesario ocultarse en su barrio. La fiebre mediática que despertó su casamiento no lo amenazaba en ese momento. Estacionó su camioneta negra en la puerta de la casa de su padre y se quedó en la vereda. Durante media hora, Leonardo Fariña disfrutó de la tranquilidad de las calles platenses mientras hablaba por su teléfono celular.
Sus vecinos lo vieron por última vez un viernes de abril. Aunque en este barrio del sur de La Plata no lo reconocen sólo por ser el marido de la modelo Karina Jelinek. En la cuadra lo llaman Leonardo, a secas. Todavía recuerdan a ese chico alto que jugaba al fútbol en el club, lejos de su fama actual. Poco sabían de su vida hasta que llegó a las tapas de las revistas como un millonario enigmático investigado por la AFIP.
Que es el hijo no reconocido de Néstor Kirchner, que es testaferro de algún empresario, que lava dinero, que financia a las barras bravas, son algunos de los rumores que lo involucran y que él se encargó de desmentir. Lo cierto es que gastó millones en los últimos meses, percibe un sueldo apenas superior a los 6000 pesos y la Justicia lo tiene en la mira.
El gran giro de su vida se concretó poco antes de casarse con Jelinek. A fines de 2010 dejó de viajar en su Peugeot 206. Alquiló aviones privados, compró dos Ferrari, se mudó a un piso en barrio Parque, regaló joyas de Tiffany y festejó su casamiento en el Tattersall.
"Todo cambió cuando se separó. Desde fines del año pasado que empezó a llegar con autos importados. Todas las semanas con uno distinto", cuenta un vecino.
Aunque poco tuvieran de interesantes, sus movimientos llaman la atención en el silencio de la siesta. No frecuenta su casa paterna, pero sus eventuales visitas atraen las miradas. Que no lo haga en una de sus Ferrari, no quiere decir que sus automóviles importados no se destaquen en este típico vecindario de clase media.
"No puedo creer que tenga dos Ferrari. Me acuerdo cuando lo veía en la parada esperando para tomar el colectivo cerca del colegio", revela un compañero de la secundaria a lanacion.com.
La casa. En una recorrida por su barrio, los vecinos recuerdan que, lejos de los flashes, el pasado de Fariña transcurrió como un joven de perfil bajo. Quizás por eso, el silencio se acentúa cuando los vecinos intentan explicar el repentino cambio que lo convirtió en millonario. "Va a tener que dar una justificación, porque todo es muy confuso", dice, con el ceño fruncido, un vecino que sigue de cerca esta historia.
"Siempre fue un pibe muy educado, siempre saludaba. Nunca estuvo demasiado en el barrio, pero en el último tiempo menos", afirmó. "Lo conocemos muy bien. La familia vive acá hace más de 50 años", agregó.
Tejas, ladrillos a la vista y rejas negras. La casa de los Fariña es una típica vivienda platense, cuya sencillez contrasta con los lujos de su vida actual.
Alquiló aviones privados, compró dos Ferrari, se mudó a un piso en barrio Parque, regaló joyas de Tiffani y festejó su casamiento en el Tattersall.
Más de uno recuerda cuando jugaba para el El Fortín del Sur, a cinco veredas de la que era su casa. El club también cambió. La cancha de fútbol 5 en la que Fariña desplegaba su habilidad apenas puede ser definida como tal. Una bolsa de box en el área chica, algunas sillas dispersas y el pasto crecido entre las grietas del cemento dan cuenta del paso del tiempo.
"El barrio se revolucionó con este pibe. Todos hablan de él, pero nadie lo reconoce porque hace mucho tiempo que no aparece por acá", comentan en el club.
En su vida escolar, Leonardo era un alumno más de la escuela pública "Anexa", de la Universidad Nacional de La Plata. Allí finalizó la primaria, hasta que ingresó al Colegio Nacional.
"Pasaba desapercibido. Era normal, uno más, ni siquiera estaba entre los más populares. Tenía una personalidad más bien retraída", insiste el compañero. El joven, nacido en 1986 al igual que Fariña, recordó que el marido de Jelinek se destacaba por su altura cuando había una pelota de por medio. Su pasión por el fútbol lo llevó a jugar de Estudiantes de La Plata.
También llamaba la atención por sus buenas notas, aunque no era catalogado como un estudioso, sino como un joven con facilidad para el estudio, rememora otro compañero suyo. "Con las chicas era como cualquier otro, durante un tiempo tuvo novia, pero no era un ganador", afirma.
"No puedo creer que tenga dos Ferrari. Me acuerdo cuando lo veía en la parada esperando para tomar el colectivo cerca del colegio", revela un compañero de la secundaria
Las relaciones humanas no eran su fuerte: se llevaba bien con la mayoría de sus compañeros, pero no tenía grandes amistades, dijo. Ese pudo haber sido el motivo por el que no asistió al clásico viaje de egresado de Bariloche, como lo hizo la mayoría de su curso.
El cambio. "Cuando me dijeron quién era y lo vi en televisión, ¡y con Jelinek!, me sorprendí", cuenta. "Me costó reconocerlo porque antes tenía el pelo corto y nunca estaba tan bronceado ni lookeado como ahora", recuerda, burlón. Y, entre risas, rememora una anécdota: "En cuarto año, más o menos, apareció «inflado» de un día para el otro. Todos lo molestaban con eso, lo gastaban, porque fue bastante repentino y él siempre fue como ahora, flaco".
Pero el gran cambio en su vida sucedió hace unos meses. "Lo veíamos con su mujer y su hijo. Nos saludaba cuando bajaba del auto", recuerda otro vecino, en referencia a su primogénito de cuatro años, fruto de su primer pareja. Hace algunos meses –agrega- la situación era distinta: "Vivía ahí", dice, mientras señala con su dedo índice de la casa de los Fariña.
Tejas, ladrillos a la vista y rejas negras. La casa de los Fariña es una típica vivienda platense, cuya sencillez contrasta con los lujos de su vida actual.
"Todo cambió cuando se separó. Desde fines del año pasado que empezó a llegar con autos importados. Todas las semanas con uno distinto. No es nuevo esto, no es desde que se juntó con esta chica [por Karina Jelinek]", relata.
La Justicia lo procesó por financiar el viaje de barras al Mundial de Sudáfrica y la AFIP inició un proceso similar para determinar su patrimonio. Por lo pronto, para el Estado, Fariña es un "fantasma" tributario.
No son pocos los que esperan una respuesta. Este barrio platense se debate entre la incertidumbre y la admiración de Leonardo, el vecino que se casó con Jelinek y se convirtió en millonario.
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