Remo Ceserani: "Lo inexplicable es parte del juego en el género fantástico"
El catedrático de Bologna, invitado en el Congreso Internacional de la Lengua Italiana en Buenos Aires
Todos nos sentimos de algún modo incompletos, todos realizamos una parte de nosotros mismos y no la otra", respondió Italo Calvino a un estudiante que en 1983 lo interrogó por las razones que lo llevaron a escribir El vizconde demediado. El joven, como la crítica antes, se preguntaba cómo había concebido el autor un personaje que, en un momento de la historia, resultara partido en dos mitades y que fuera una sola de ellas la que regresara de un viaje a su pueblo. La simpleza de la respuesta de Calvino tal vez no remedió el desconcierto de aquel chico de Pesaro. Del mismo modo que no habrá sosiego para los lectores de otro italiano fantástico, Antonio Tabucchi, ni para los de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares o Julio Cortázar. Fascinación sí, pero no sosiego.
Prevenir al lector sobre la conveniencia o costo de adentrarse en algunos autores esenciales es la temible advertencia que se desprende del ciclo de conferencias que ofrece el crítico y catedrático italiano Remo Ceserani, docente de literaturas comparadas en la Universidad de Bologna, de visita en Buenos Aires. "Es parte del juego del fantástico que haya algo inexplicable", dice Ceserani, doctorado en la Universidad de Yale y profesor invitado de una larga lista de universidades del mundo (Harvard, Melbourne, Stanford y San Pablo), que participa del XXX Congreso Internacional de Lengua y de Literatura Italiana, que cerrará mañana, a las 15, en el Instituto Italiano de Cultura (Marcelo T. de Alvear 1119). Ayer ofreció una conferencia sobre lo que él denomina neofantástico, centrado en obras de Cortázar, Tabucchi y Byatt, pero también en las de Borges y Bioy, y los italianos Calvino y Alessandro Baricco. Por qué neofantástico? "Porque puede pensarse en una nueva corriente de literatura que plantee desde la escritura algo inexplicable con elementos de la contemporaneidad", dice Ceserani, para quien Buenos Aires es uno de esos "puestos fundamentales" de la experimentación en la literatura.
La prevalencia de la duda, que el enigma no se resuelva, es parte de la esencia del fantástico. Como en Otra vuelta de tuerca, de Henry James. "Allí, como lector, no termino de saber si las cosas se explican de un modo o de otro", aprecia Ceserani. ¿Creerle a la institutriz, que refiere los fantasmas que visitan a esos niños? ¿O creer en los niños y plantearse si la institutriz crea a esos fantasmas? "Hay algo que se apoya en el relativismo, porque la cuestión no se resuelve nunca. La duda debe permanecer", explica. Es impensable precisar por qué el Fugitivo de La invención de Morel, de Bioy Casares, no consigue abrir la puerta que segundos antes Faustine consiguió trasponer. Del mismo modo que la razón por la que los turistas parecen no verlo.
Por oposición, el género policial no presenta ese problema, pues el lector está en alianza con el personaje.
El panorama ante la lectura, debe saberse, será indefectiblemente cruel: habrá, al finalizar, "un lector frustrado". Son los lectores de Hoffmann, Balzac, Gogol o Gautier, con la descripción de un mundo encantado o infernal, como lo definió Calvino. En todos ellos "lo siniestro", como lo llamó Sigmund Freud, está presente para turbar al lector.
Todo texto fantástico tiene un doble código. Se puede leer del modo en que se presenta, o a partir de todo el mosaico de citas que están por debajo de la escritura, puestas para ser descubiertas por un lector prevenido, dice. De ahí que Umberto Eco o Borges hayan conseguido popularidad y pertenezcan a la alta literatura lo mismo, dice el catedrático, coautor junto a Eco de Nebbia (Einaudi, 2009), una antología que recoge textos en prosa y poesía que tiene a la niebla como tema en la literatura.
Lo que deja traslucir el experto es que la literatura fantástica requiere un acto de coraje. Pero es quizás en la carencia que desnude donde resida la mayor de sus promesas, la de no ser los mismos al ser arrasados por la lectura.