Rumbo a un mundo distinto, por decisión de los pueblos
¿Tendremos libertad o despotismo en el siglo XX?
Muchas veces, bajo el abrazo del despotismo que cada día se hace más estrecho (...) me he preguntado: ¿Será despótico el siglo que comienza al terminar el año 1900? ¿Estamos en error nosotros los jóvenes liberales al pedir que se rompa la capa de plomo del despotismo que amenaza sofocarnos; al pedir que la llama de la libertad encendida en 1848 no se extinga? Y ¿tienen razón los que nos dicen: "ya es demasiada la libertad de que gozáis; lo que ahora se desea es la paz; la libertad concluye en la licencia, y ahora no la desean más que los revoltosos, los que nada poseen, pero la gente seria, los intelectuales, la aristocracia del pensamiento, como la del dinero y de la sangre, reconoce la imposibilidad, el daño, la vergüenza de que el poder de que todos ellos gozan se divida entre las masas. ¿Las masas están destinadas a servir y a vivir siempre bajo el freno"?
Me ha asaltado la idea de que tal vez los que así hablan no estén equivocados, de que los albores del nuevo siglo deban alumbrar para todos el fin del liberalismo. Pero semejante pensamiento se ha alejado luego de mi mente cuando, asomándome a la ventana, he oído correr el tranvía eléctrico y llevar en un instante a la gente de un punto a otro, aumentando las comunicaciones y la actividad. Y el teléfono que une ya a los países lejanos (...).
Los centros de cultura se multiplican y si por error se dice que por cada dos escuelas que se abren se pueblan dos cárceles, con mayor justicia se podría decir que por cada sacristía que se cierra se abre una escuela y nace una asociación popular. Por más que se quiera oponer obstáculos al progreso, a la libertad, ésta va siempre hacia adelante.
Pero el problema que tenemos que encarar no es éste sin embargo: se trata de ver si verdaderamente el beneficio de la humanidad está de aquel lado o del lado contrario. Basta mirar la historia con ojos imparciales, para comprender que la libertad irradia siempre beneficios mayores, mientras que el despotismo daña cuanto toca (...).
Las repúblicas sudamericanas, y principalmente la Argentina, entraron demasiado rápidamente en la libertad, y en los primeros tiempos pasaron de las violencias de las plazas a la de los dictadores; pero ahora vuestro país ha ahogado las unas y las otras. Ha pasado la época de los peligros, y goza de las verdaderas ventajas del régimen libre.
En cuanto al mundo en general, parece en gran parte maduro para la libertad.
Podemos, pues, aguardar impertérritos los conatos de los antisemitas en Italia, de los gobernantes en Rusia y de sus compañeros de pensamiento en otras partes, para ahogar la libertad. Sus esfuerzos serán estériles.
* Criminólogo y médico italiano, fundador de la Escuela de Criminología Positivista
Cesare Lombroso