
Se derrumbó parte de un edificio en pleno microcentro
Fue a las 19.15, en una obra en refacción que estaba habilitada; sólo hubo un herido leve
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El sorpresivo derrumbe de un edificio en refacción de cinco pisos, anoche, en pleno centro porteño, no causó una tragedia de milagro.
El edificio, ubicado en la esquina de Esmeralda y Viamonte, se vino literalmente abajo a las 19.15, justo cuando el tránsito y la cantidad de gente que circulaba, por fortuna, ya habían disminuido. Si el incidente hubiera ocurrido una hora antes, nadie puede precisar los daños que podría haber provocado, pues es el horario de salida de la gente de las oficinas y de mayor tránsito por esas calles.
"Me salvé raspando, por cinco minutos, justo había ido a la esquina a dejar las bolsas de residuos", dijo a LA NACION el encargado de un edificio ubicado frente el edificio que quedó derruido. En cambio, un cartonero que estaba realizando sus tareas en esa esquina fue alcanzado por algunos escombros y tuvo que ser atendido por personal del SAME.
"No tenía nada, apenas unos rasguños, y una vez que se tranquilizó se fue", dijo uno de los médicos que lo atendieron. El cartonero no pudo llevarse su carrito, que quedó debajo de una montaña de escombros que cubría toda la esquina. Según relató el encargado del edificio vecino, a eso de las 15.30 ya se habían retirado todos los obreros de la obra. En el interior no había nadie.
"Durante la semana pasada estuvieron cargando con hormigón una losa, pero los trabajos eran bastante improvisados. Los obreros trabajaban en altura sin seguridad ni nada...", expresó el encargado y testigo del derrumbe.
Según la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad, organismo que fiscaliza las habilitaciones edilicias, la obra estaba habilitada y había recibido los respectivos controles.
El estruendo, según algunos testigos, conmocionó la zona e hizo temblar los vidrios de los edificios. A simple vista el edificio quedó como si le hubiera caído una bomba. Los andamios cubiertos por una media sombra fueron arrancados y quedaron atravesados en medio de la calle Viamonte. La montaña de escombros, de casi un metro y medio, llegó hasta la vereda de enfrente de la obra, aunque no hubo daños en los locales vecinos.
Agentes de las comisarías 1a. y 3a. de la Policía Federal acordonaron la zona para evitar que la gente continuara transitando. "Flaco, no se puede cruzar porque no sabemos si se sigue derrumbando", alertaba uno de los policías, bastante alterado, a un curioso que intentaba entender qué había ocurrido. La División Perros de los bomberos de la policía realizó un reconocimiento dentro de la obra para determinar, eventualmente, la presencia de algún herido. El resultado fue negativo. La mitad de una pared que aún se mantenía en pie parecía muy endeble.
A las 21, el tránsito en las tres manzanas contiguas al edificio derrumbado continuaba cortado.
Las obras en el edificio, que ocupa cinco pisos en esa esquina del centro porteño, donde hasta hace algunos años funcionaba la confitería La Loba, comenzaron hace unos 6 meses. Según vecinos consultados por LA NACION, se habían elevado algunas quejas al gobierno porteño y a los encargados de la obra por los horarios de trabajo y la falta de seguridad.
Ayer, gran parte del edificio se cayó como si fuera de arena. "Quizá con la lluvia de los últimos días se erosionaron los cimientos, pero es una locura que en pleno centro se venga abajo una obra de este tamaño: es un milagro que nadie haya salido herido", dijo el encargado de la hostería Posta Carretas, ubicada a 50 metros del lugar.






