Testimonio del hombre que dio la cara para denunciar el escándalo
Con nombre y apellido: tras dos décadas de carrera judicial, Guillermo Gowland renunció y luego expuso su caso ante los fiscales.
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Guillermo Gowland tiene 40 años, esposa, tres hijos y la conciencia tranquila. Después de trabajar casi dos décadas en el Poder Judicial, en diciembre de 1997 renunció a su cargo de secretario letrado en el Juzgado Federal Nº3. Dice que lo hizo obligado por su titular, Carlos Liporaci, quien lo amenazó con armarle una causa para que lo metieran preso si no se iba por las buenas. Hace dos días, Gowland lo denunció.
Desató, así, una violenta tormenta en la Justicia. Más feroz, aún, que la originada hace casi un mes, cuando La Nación publicó que el juez federal Norberto Oyarbide era investigado por los delitos de enriquecimiento ilícito, participación en la gestión de negocios dedicados al comercio carnal, amenazas e instigación al homicidio.
Gowland se sentó anteayer ante los fiscales Alejandro Alagia y Norberto Quantín para denunciar presuntas irregularidades cometidas por Liporaci al frente de su juzgado y echó a rodar el segundo escándalo judicial de 1998. Liporaci no quiso hablar.
Tras su partida obligada del Poder Judicial, el denunciante comenzó a trabajar en forma independiente. Nunca, en toda su vida, concedió tantas entrevistas como ayer. Sus austeras oficinas no daban abasto para albergar a tantos productores de radio y televisión, camarógrafos, reporteros gráficos y periodistas.
El hombre tiene la mirada clara, una barba apenas crecida y sonríe. Parece contento, como si hubiera realizado una travesura. Pero nada de lo que dijo es chiste. Esta es su historia.
Comenzó como pinche
"Empecé a trabajar a los 19 años como pinche, en el Juzgado Federal Nº1. Hice toda mi carrera allí hasta que me topé con la doctora María Servini de Cubría. Yo era prosecretario en marzo de 1991 cuando se radicó la causa conocida como Yomagate. La jueza me denunció a mí y al secretario Gustavo Augé. Nos acusó de haber omitido una parte del careo entre Ibrahim al Ibrahim y Khalil Hussein Dib".
Siete años después del caso vale hacer un repaso. Ibrahim era el ex esposo de Amira Yoma, entonces secretaria de Audiencias de la Presidencia y también denunciada en la causa. Hussein Dib era un ex amigo de la pareja y un dubitativo testigo en el sumario. Actualmente, Ibrahim está prófugo, posiblemente refugiado en Siria. Y Amira Yoma fue sobreseida. Casi nada quedó del expediente que hizo temblar al gobierno del presidente Menem.
"Yo omití poner en el acta una declaración de Hussein Dib en la que admitía que tenía relación con el abogado Ignacio Irurzun, hermano del entonces juez de primera instancia y actual camarista, Martín Irurzun", recuerda Gowland, y saca un sobre con los amarillentos recortes periodísticos del Yomagate.
El Cuerpo de Auditores de la Corte Suprema inició dos sumarios administrativos. Por uno de ellos, Augé fue declarado cesante. "En el otro no se me formuló ningún cargo porque mi actuación había sido la correcta", sostiene.
"Sin embargo, la jueza aprovechó que un día me había ido a tomar un café en el horario de trabajo para sancionarme con diez días de suspensión. Lo insólito es que a mí me descontaron 400 pesos de mi sueldo y a ella la Corte le puso una multa de 60, pese que había recibido más de 20 pedidos de juicio político".
Asegura que cuando Servini de Cubría fue procesada entonces por el juez Miguel Pons, se encerró a llorar en un baño. "Tendría que haber estado contento, pero todo lo que estaba pasando era terrible", dice.
Gowland pasó a trabajar en el Juzgado Federal Nº2, luego en el Nº5 y en enero de 1994 fue nombrado prosecretario jefe en la Cámara Federal. En junio de ese mismo año lo designaron en el Juzgado Federal Nº3 con el doctor Carlos Liporaci.
Al principio, todo bien
"De entrada no tuvimos ningún problema. El trato era cordial. Yo hacía mi trabajo y el juez me respetaba. Incluso, tuve un grave problema personal y el juez me respaldó totalmente", relata Gowland.
Los problemas, sostiene, comenzaron cuando recayó en el juzgado la denominada causa Cóppola, en la que el manager de Diego Maradona estaba acusado de tráfico de drogas. El expediente había recaído en su secretaría, pero el juez decidió que pasara a la otra.
"Los empleados del juzgado se quejaron. Yo los reuní y le dije que estaba entre las atribuciones del juez. Pero igual fueron a hablar con Liporaci. Esto no le gustó nada", asegura.
Liporaci le comentó que le había perdido la confianza y que lo mejor era que se buscara el pase a otro juzgado. "Me dijo que me respetaba como persona, pero que no le servía como funcionario. Me dolía irme. Pero conseguí un enroque con el secretario de una fiscalía. El juez me dijo que me debía tomar una licencia. Le hice caso. Cuando estaba en mi casa me llamó un prosecretario para pedirme la llave de un cofre que estaba dentro de la caja fuerte de mi secretaría. Fui al juzgado a llevar la llave y cuando llegué estaban vaciando la caja fuerte. No entendía qué estaba pasando. Apesadumbrado, volví a mi casa. Días después, el mismo prosecretario me comentó que estaban diciendo que faltaban tres mil dólares de una causa a mi cargo. Fui a hablar con Liporaci y me dijo que lo mejor era que renunciara. Yo me negué porque la acusación era falsa. Pero fue terminante. Y me dijo que si no renunciaba iba a inventar una causa para destruirme".
Gowland no tuvo más remedio que irse y el 16 de diciembre de 1996 puso punto final a su carrera judicial, después de hablar con familiares y amigos que le recomendaron apartarse, para evitar más problemas.
-¿Por qué se decidió ahora a denunciar al juez?
-Porque pude superar la depresión que todo esto me había provocado. Y resolví que no estaba dispuesto a que todo quedara como si nada hubiera pasado. Por mis tres hijos.





