El magnate tiene 87 millones de seguidores y tuitea mucho, a veces de manera controvertida, otras de forma catastrófica
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En un principio, la historia de Twitter y Elon Musk se siente como una historia de amor no correspondido.
Nuestra improbable pareja comienza con un desequilibrio de poder.
Elon Musk ama Twitter. Tiene una enorme audiencia de 87 millones de seguidores. Él tuitea prolíficamente, a veces de manera controvertida, otras de forma catastrófica.
La Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. le prohibió tuitear sobre los asuntos de Tesla después de que un tuit borrara US$14.000 millones del precio de sus acciones, y fue demandado por difamación tras un tuit en el que llamó “pedófilo” a un buzo que participó en el rescate de un grupo de chicos en una cueva en Tailandia en 2018 (caso que finalmente ganó Musk).
Pero nunca se ha alejado mucho de su teclado.
Twitter, por otro lado, es mucho menos efusivo sobre Elon Musk.
Podrías pensar que si alguien te ofrece US$44.000 millones por una empresa de 16 años que en realidad no ha disfrutado del crecimiento exponencial de sus rivales, te está haciendo un favor, y los accionistas de Twitter parecen inclinados a estar de acuerdo.
Musk quiere ver que Twitter alcance su “extraordinario potencial”, dice, y ni siquiera está tan interesado en ganar dinero con eso. Ya tiene mucho, y los multimillonarios pueden darse el lujo de tener diferentes prioridades.
Twitter respondió poniéndose a la defensiva, desplegando una estrategia de “píldora venenosa” que impedía que alguien poseyera más del 15% de sus acciones mientras Musk merodeaba, aunque ahora se llegó a un acuerdo.
¿Por qué?
Quizás la junta se puso nerviosa por la declaración de Musk de que quería ver más “libertad de expresión” y menos moderación.
Los intereses de Musk
Muchos miembros y simpatizantes del Partido Republicano de EE.UU., que durante mucho tiempo sintieron que las políticas de moderación de Twitter favorecían la libertad de expresión de los puntos de vista de izquierda, se regocijaron.
Pero los reguladores de todo el mundo se están alineando para tomar medidas enérgicas contra las redes sociales y obligarlas a asumir una mayor responsabilidad por el contenido que transmiten, emitiendo fuertes multas por incumplimiento por material que incite a la violencia, sea abusivo o clasifique como discurso de odio, entre otras cosas.
Las campanas de alarma comienzan a sonar.
No olvidemos las finanzas. El principal modelo comercial de Twitter se basa en anuncios, y Musk quiere cambiar eso. Él está más interesado en las suscripciones, afirma, lo que podría resultar difícil de vender en un entorno donde las principales redes sociales son de uso gratuito.
Los usuarios de Twitter pueden decidir si prefieren que sus datos no se utilicen para monetizarlos y están dispuestos a pagar por ello, pero es una apuesta.
También le gustan las criptomonedas. ¿Podría usar la plataforma para incentivar los pagos en monedas volátiles y desprotegidas como bitcoin?
Y luego está el propio Musk. Es el hombre más rico del mundo, un emprendedor en serie cuyos éxitos incluyen PayPal y Tesla. Es carismático y sin filtros, lo que puede convertirlo en alguien muy impredecible.
Le gusta poner a prueba los límites y romper las reglas.
Hay una razón por la que se negó a unirse a la junta directiva de Twitter después de comprar una participación del 9,2% en enero: no quería estar sujeto a la responsabilidad.
Y tiene un ejército de seguidores leales que lo adoran.
Una vez publiqué un tuit sobre el hecho de que, debido a la forma en que están estructuradas sus finanzas (su riqueza se basa en gran medida en acciones en lugar de ingresos en efectivo, y no posee propiedades), no paga impuesto sobre la renta.
¿Cómo me atrevo a sugerir algo semejante? “Él es brillante y simplemente deberíamos estar agradecidos con él”, me respondieron otros usuarios.
Él no ha cortejado exactamente a Twitter con flores y chocolates, esta ha sido una oferta agresiva de un hombre de negocios agresivo, sin negociación, sin compromiso.
Es una venta privada, de una empresa privada, y no es una fusión entre dos gigantes, por lo que es poco probable que haya muchos obstáculos regulatorios.
El Twitter de Musk puede ser un escenario muy diferente para los 300 millones de personas que continúan usándolo, si es que lo hacen.
Una plataforma más luchadora, tal vez, y menos liberal.
Podría reincorporar a Donald Trump, quien actualmente tiene una prohibición permanente, y dado que el intento del expresidente de crear una red social, Truth Social, parece estar fracasando, probablemente estaría encantado de regresar.
Es difícil resumir la visión colectiva de los usuarios de Twitter.
En mi observación no científica, por cada tuit de bienvenida a Musk, parece haber otro que amenaza con irse. Pero entonces, ¿desde cuándo los usuarios de Twitter están de acuerdo en algo?
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