
Un alumno mató a otro de un balazo
Accidente: en plena aula de un colegio de Burzaco, un joven de 14 años perdió la vida cuando su compañero manipulaba un arma que le sustrajo a su padre.
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Un adolescente de 14 años que asistía a segundo año de una escuela de enseñanza media de Burzaco murió ayer al recibir un balazo de un compañero que descargaba un arma de fuego en el aula.
El episodio ocurrió en la Escuela Media N° 2 de la mencionada localidad bonaerense y se suma a una larga serie de hechos caracterizados por la presencia de estudiantes que acuden a clases provistos de revólveres o armas blancas y por las agresiones de alumnos a profesores.
El joven fallecido en la tarde de ayer es Cristian Fernández, quien recibió un disparo a la altura de la cintura y perdió la vida poco después, en el Hospital Santamarina.
Quien efectuó el disparo fue Leonardo Aguirre, de 14 años, quien le había sustraido el arma 1125 reglamentaria de la Gendarmería Nacional a su padre, porque había sufrido asaltos y tenía problemas con una patota del barrio de Don Orione, donde vivía.
Cuando descargaba el revólver en el aula, en presencia de sus compañeros y de un preceptor, la última bala, de calibre 45, se disparó.
Un hecho semejante se produjo el martes último en la Enet N°1 General San Martín, en el barrio porteño de Almagro, cuando presuntamente luego de una discusión sobre fútbol, un joven de 19 años le disparó con una pistola calibre 32 a su compañero de banco, de 21, provocándole una herida en un brazo.
Un alumno mató a otro en el aula
A un estudiante de 2° año de una escuela de Burzaco se le escapó un tiro del arma que llevaba para defenderse de las patotas
Un alumno de segundo año de la Escuela Media N°2 de la localidad bonaerense de Burzaco murió ayer al recibir una balazo de un compañero que estaba descargando un arma de fuego.
Cristian Fernández, de 14 años recibió el tiro a la altura de la cintura y murió en el colegio luego de haber recibido asistencia médica. Luego fue transladado a la morgue del Hospital Santamarina donde se le realizará la autopsia.
El auditor general de la Dirección General de Escuelas Medias, Rodolfo Pereyra informó que "la hemorragia no se pudo para". En tanto, Leonardo Aguirre fue llevado a la Comisaría N°2 de esa localidad y compareserá ante el juez de menores de Lomas de Zamora, Raúl Donadío pasado mañana.
"El cargo, hasta el momento, es homicidio culposo, lo que quiere decir que hubo una negligencia. De todas formas eso lo decidirá el juez", comentó el comisario Osvaldo Cornejo a La Nación , quien también aclaró que el detenido tiene 14 años y no 17 como se decía.
"Los padre de Cristian estaban destrozados y decían que su hijo era un chico muy bueno. Y los padre de Leonardo desconocían que hubiese sacado el arma para llevarla al colegio", señaló Cornejo.
El hecho ocurrió a diez minutos de comenzado el turno tarde en una de las aulas de la institución correspondiente a segundo año. Leonardo Aguirre había quitado a su padre, oficial de la gendarmería el arma 11.25 reglamentaria de esa institución de seguridad, porque tenía problemas con patotas en su barrio, Don Orione. Al llegar al colegio, ya en el aula donde además de sus compañeros se encontraba el preceptor tomando lista, Leo comenzó a descargar el arma y la última bala se le disparó impactando en el cuerpo de su compañero.
Falta de seguridad
"En ese momento se empezaron a escuchar fuertes gritos y una estampida de chicos que salían corriendo del aula", señaló Pereyra encargado de informar sobre la situación.
En el momento que la portera salía a pedir ayuda una patrulla pasaba frente a la escuela ubicada en Petorutti y Moure, centro de Burzaco y los agentes fueron los primeros en darle auxilio. Diez minutos más tarde llegó la ambulancia que a pesar de todo no pudo salvar al joven.
"Algunos dicen que no murió por el tiro sino de un infarto cardi aco", dijo Diego Bruno que vive frente al colegio, quien también aseguró que la madre del detenido y la madre de el joven muerto llegaron juntas a la escuela.
Valeria de los Santos, alumna de 2° año turno tarde, auque no de la misma división donde ocurrió el accidente, contó que "a Leonardo lo habían asaltado y por eso llevaba el arma".
Isabel Sánchez, madre de alumnas de la institución aseguró que "la escuela no se preocupaba mucho por el tema de la seguridad". "El colegio se tiene que encargar de controlar que los chicos no traigan pistolas o sevillanas", dijo Isabel que recordó que el año último un chico fue apuñalado por otro que no pertenecía a la institución y que su hija fue amenazada con una sevillana por una compañera.
"A este colegio vienen muchos chicos de otros barrios que son muy bravos y por lo general son los que repiten y se vienen para aca", aseguró la madre.
La subsecretaria de Educación de la provincia de Buenos Aires, Graciela Devoto declaró que "estos episodios no son frecuentes y que Dirección General de Escuelas no tomará ninguna medida concreta por el momento: "Tener que palpar a los alumnos para ver si llevan un arma sería atentar contra los mismos alumnos. Son las familias las que deben tener mayor cuidado, fijarse al alcance de quién dejan un arma". No obstante, aseguró que el tema se abordará de manera concreta desde la institución donde tuvo lugar el accidente.
Devoto negó que éste sea un caso de violencia escolar, ya que "si no hay intencionalidad, yo no diría que es violencia. Fue causado por el interés o la curiosidad que sienten los chicos ante elementos extraños como las armas. No hablaría de violencia, porque no hubo voluntad de hacerlo".
In crescendo
- Anteayer, 200 padres denunciaron que en la Escuela N°50 de Trelew, hay alumnos que asisten a clase con revólveres y sevillanas.
- Hace cuatro días, un alumno de le ENET N° 1 de Almagro baleó a otro en el aula, luego de discutir sobre fútbol.
- En noviembre, un alumno secundario sanisidrense le disparó accidentalmente un tiro en la cabeza a un compañero.
- En agosto, un alumno secundario porteño golpeó a su profesora de psicología, que debió ser internada.
- En mayo, Chubut destinó $7200 para instalar detectores de metales en escuelas, tras recurrentes agresiones con armas entre los estudiantes.
Del estupor hacia una acción de cambio
El mundo ha comenzado a conmoverse ante situaciones de violencia extrema que tienen como protagonistas a niños y adolescentes. La primera reacción es de estupor, luego el espanto y el miedo paralizan.
Lo cierto es que la mayoría de estos hechos están sucediendo en la escuela, en muchas partes del mundo y ahora nos abruma a los argentinos que asombrados y aterrorizados nos preguntamos: ¿qué hacer?
Sería importante preguntarse por qué suceden estos hechos, muchos chicos protagonistas de estas situaciones han sido víctimas de violencia familiar de algún tipo.
Otros, simplemente, consideran que la violencia es un forma de resolver conflictos, entonces se defienden en otra agresión, intencional o no, la violencia siempre encierra un riesgo de muerte.
Los servicios de Violencia Familiar tenemos altas estadísticas en este tema. La violencia se aprende y aun no hay una censura social que evite que los adultos abusen de los niños o les den modelos de violencia.
La escuela recibe estos casos con dos agravantes, por un lado la escuela ha pasado a ser un depósito de niños y jóvenes, los padres esperan frecuentemente que los docentes operen en su lugar como contenedores y orientadores; por otro lado, los padres de los otros alumnos exigen sanciones y/o expulsar al niño problema.
Encuentros realizados en la provincia de Buenos Aires, específicamente en Avellaneda, con escuelas interesadas en no quedarse en la impotencia, revelan que la institución encuentra que agota sus estrategias ante nuevas dificultades sociales, económicas, de abandono familiar, sumadas al aumento llamativo de los índices de violencia en los alumnos.
Tanto padres como docentes claman por espacios de orientación para encontrar respuestas, pero no hay recetas para el cambio, es necesario crear una vía para las propuestas, espacios para que la comunidad pueda capitalizar el horror y el asombro en acciones de cambio.
La sociedad que se trasluce
Estos problemas sociales son muy complejos, producto de cambios en los que la familia ha dejado de ser contenedora, apenas se reúne, los vínculos se debilitaron y los valores de amor y solidaridad están ausentes o desdibujados por la necesidad consumista en unos sectores y por el hambre en otros. La escuela recibe todos estos conflictos y debe socializar e impartir conocimiento.
Es importante considerar la necesidad de ámbitos para padres y docentes con asesoramiento de expertos en el tema para conocer aspectos sociales, psicológicos y legales sobre la violencia, cómo prevenirla y cómo operar cuando se evidencia, crear un clima de discusión, reflexión y contención para quienes están en contacto con niños y adolescentes, así como es fundamental crear redes de apoyo en la comunidad con áreas de Salud, la Justicia y con organizaciones que puedan colaborar para brindar a estos chicos el tiempo, los lugares, las actividades y el afecto que necesitan.
Se debe conocer recursos para derivar los casos detectados y considerar a clubes, organizaciones barriales y sociedades de fomento para crear redes que ayuden a padres y docentes a brindar otra respuesta a problemas nuevos, que producen desborde y para los que no hay respuestas fáciles.
Sí debe haber una rápida toma de conciencia, ya que es evidente que la violencia en los más pequeños es una escalada a la que hay que responder con acciones conjuntas, desde la comunidad y desde la interdisciplina.
No sirve quedarse en el espanto o en el estupor, ni en la crítica fácil a uno u otro sector de responsabilidad. Este es un compromiso para la sociedad en su conjunto y, como tal , se deben generar respuestas operativas para lograr el cambio deseado.
(*) Licenciada en Psicología, Docente e investigadora de la UBA, especialista en violencia familiar.
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