Jean Paul Gaultier: un exponente que trasciende cualquier moda
Los que aman el diseño vivieron la visita del modisto francés como un gran acontecimiento; para hablar de su influencia, el creador argentino cuenta cómo desde chico vivió su propia "révolution Gaultier"
A fines de los años 80, en mis últimos años de colegio secundario en Navarro, provincia de Buenos Aires, era un adolescente ávido de información. Buscaba todo lo que se me cruzara para leer con desesperación: biografías, entrevistas, historia del arte, del cine, documentales, lo que fuera. Claro que en esa época no había mucha data circulando, ni difusión masiva de la moda, así que no tengo idea en verdad cómo fue que me topé por primera vez con Jean Paul Gaultier, el enfant terrible. Cuando Internet resultaba todavía impensable, lo único que existía para mostrar todas las novedades era la televisión, así que la llegada de la TV por cable fue el summum.
En 1989, Jean Paul Gaultier apareció en MTV con el videoclip “How To Do That”, en el que se burlaba de sí mismo presentándose en una clásica escena de crisis de ideas como un creador torturado. En su performance canta y actúa entre tijeras danzarinas que lo amenazan, bocetos descartados y figurines que se convierten en modelos masculinos vivos, con ojos y cejas delineadas, portando guantes largos de satén y bijoux en exceso, mannequins envueltas en siluetas geométricas cual bailarinas de la Bauhaus, vestidas con jaulas de pájaros y corsets cónicos. Un diseño que originalmente realizó para su oso de peluche en la infancia, replicado luego para la banda de pop francés Les Rita Mitsouko, en 1983, y que Madonna llevó a la fama mundial en 1990 con el video de “Vogue”.
En la década siguiente, Gaultier se consagró como una figura internacional. Eran tiempos efervescentes, los desfiles eran verdaderos shows de moda y los creadores, unas estrellas indiscutidas. Mientras tanto en Buenos Aires, y con el mismo espíritu, nacía la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU). Entonces, ingresé allí como estudiante y empecé mi carrera profesional cuando, en 1994, viajé por primera vez a París con un contrato de trabajo gracias al premio obtenido en el concurso Tela & Talento organizado por la firma Alpargatas.
En la capital francesa trabajé en el estudio Mission Impossible que estaba frente a la Place des Victoires, a pasos de la Galerie Vivienne donde estaba ubicado el cuartel general de JPG. Durante gran parte del tiempo que tenía para almorzar, cada día, solía escaparme a ese templo en el cual todo era una explosión de imaginación: desde la tienda de proporciones descomunales, los telones y televisores enterrados en el piso reproduciendo sus desfiles hasta las vitrinas de cristal con las prendas suspendidas en su interior, los vendedores que parecían modelos salidos de sus shows y me saludaban como a un habitué.
Una tarde al llegar a la maison, percibo un gran revuelo y observo a todos en shock: había salido Madonna con Gaultier, después de una prueba.
Este (des)encuentro volvería a repetirse a fines de 2013 durante una de las funciones del music hall El Tigre, del argentino Alfredo Arias, en el Teatro de Roind Point de París, donde fui responsable del diseño del vestuario. Cuando entré en el camarín de Arielle Dombasle, primera figura del espectáculo, Jean Paul Gaultier acababa de irse, dejándole un expreso pedido, que me transmitiera sus felicitaciones.
Finalmente, no estana en la Ciudad Luz sino aquí donde lo conocí. Fue en el Aula Magna de la FADU, gracias al grupo Puig que lo trajo a América latina para el relanzamiento de dos de sus icónicos perfumes: Le Femme y Le Male. En verdad, para todos los que amamos la moda la visita de Jean Paul Gaultier a la Argentina fue, sin duda, un acontecimiento este año.
Es difícil explicar la emoción de recibir a uno de los últimos exponentes de una generación de creadores únicos, dueño de un sello propio que trasciende cualquier moda. Una personalidad con un estilo tan singular que se refleja en toda su producción: colaborando con vestuarios para cine, teatro y ballet; con sus colecciones de alta costura, prêt-à-porter, jeans, joyas, anteojos, accesorios, muebles y equipajes; y teniendo la versatilidad para estar tanto al frente de una tradicional firma de lujo, como Hermès, o de la imagen de una popular bebida gaseosa.
Todos de pie aplaudimos al maestro, que nos enseñó a encontrar belleza en lo feo, lujo en la pobreza. ¡Bravo! ¡Bravo! Le gritamos al outsider, al sobreviviente, al rebelde por naturaleza. ¡Gracias por hacernos siempre reir con su brillante ironía! Mientra tanto, el sonríe tímidamente, y saluda con la mano, como jugando otra vez al enfant terrible. Nosotros seguimos de pie vivando al diseñador estrella del rock y del pop.
Del editor: ¿Por qué es importante? Célebre e irreverente, el modisto francés que se considera alma gemela de Madonna dio cátedra para 2000 alumnos de la FADU y se convirtió en profesor honorario de la UBA
Pablo Ramírez