Una vía en apoyo del túnel subfluvial

PARANA.- La ruta nacional 168 y el túnel subfluvial que vinculan esta ciudad con Santa Fe, a través del río Paraná, soportan el paso de 8500 vehículos en promedio por día. Las autoridades santafecinas y entrerrianas impulsan la construcción de una autopista y de un puente alternativo para aliviar el tramo.

El tránsito por el complejo vial entre las capitales de Santa Fe y de Entre Ríos se duplicó en la última década y superó los tres millones de vehículos en 1998. Esto se traduce en el paso de casi 8500 rodados por día, por rutas de acceso que no están suficientemente preparadas.

Por eso, santafecinos y entrerrianos plantearán en conjunto la prioridad de una autopista en la reunión de gobernadores provinciales de la Región Centro que se realizará el 6 de abril próximo en esta ciudad.

El gobernador santafecino, Jorge Obeid, anunció la decisión de su gobierno de avanzar en la mejora del tramo hasta el río Colastiné, donde diez personas fallecieron en enero último al chocar un automóvil y un colectivo.

Legisladores de ambas orillas impulsan en el Congreso nacional la realización de un puente sobre el Paraná, paralelo al túnel, con un proyecto de ley que tiene media sanción en el Senado.

En la región se espera para mediados de abril un informe preliminar de un estudio encargado al Instituto Superior de Ingeniería del Transporte de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Córdoba, sobre la conveniencia o no de realizar un puente carretero entre ambas ciudades y destinar el conducto subfluvial para el paso de un ferrocarril.

Autopista: una prioridad

De hecho, las autoridades regionales de la Dirección Nacional de Vialidad aceptan la necesidad de la autopista, pero ante el reclamo responden que no hay dinero. Para el titular de la Unión Empleados del Túnel, Alfredo Giusti, "la saturación de la ruta 168 es una preocupación que compartimos y Vialidad debería hacerse cargo o transferirla". Ya existen caminos de ida y de vuelta antes de la boca del túnel del lado santafecino y en la llegada a Santa Fe, a lo que se agrega el propósito de Obeid de encarar un tramo de la autopista. Restaría duplicar, entonces, unos 25 kilómetros para evitar el encuentro de los vehículos de frente y garantizar la seguridad del tránsito, pero la tarea no es simple por la cantidad de puentes y aliviadores del trazado.

Aunque en el último año avanzó como nunca la conciencia regional sobre la necesidad de un puente, las autoridades admiten que es prioridad la autopista.

"Dentro del túnel jamás se produjo un accidente fatal en 30 años, las que están saturadas son las rutas de acceso", sostuvo Giusti, que trabaja en el conducto desde antes de su construcción, en 1969, y es uno de los numerosos fanáticos de la obra.

El puente es un reclamo que crece tanto como la relación entre ambas márgenes y el tránsito bioceánico. Numerosos camiones deben pasar aún por balza porque el túnel no permite una altura mayor a los 4,20 metros, ni el transporte de material inflamable o peligroso.

Aunque existen normas de seguridad "estrictas y muy respetadas", para algunas autoridades consultadas debería aumentarse el valor de las multas por infracciones como adelantarse a otro vehículo o exceder la velocidad dentro del túnel, para sancionar y disuadir a los conductores desaprensivos.

Las autoridades zonales están pendientes de las decisiones de otras jurisdicciones que podrían tener impacto en el tránsito subfluvial.

El proyecto de los santafecinos de trasladar su puerto a cercanías del conducto, aguas abajo, produciría mayor dinámica -dicen- y hay discusiones en torno de los trastornos que podría ocasionar en el medio ambiente.

"La ruta 168 está saturada, con 9000 vehículos diarios; los días de lluvia tenemos dificultades serias", comentó Héctor Rodríguez, uno de los dos directores del ente que administra el túnel, y considera "imperiosa" la necesidad de la autopista.

El proyecto de trasladar el atracadero de las balzas en Paraná también motivó la intervención de las autoridades del ente, que sugirieron el uso de un camino de acceso distinto del que va al conducto subfluvial, para no provocar embotellamientos.

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