
Cuando el correo se vuelve un monstruo
Tal vez porque en la semana cambiaron una de mis computadoras aquí en el diario, decidí reorganizar mi correo electrónico, y como una cosa lleva a la otra, caí en la cuenta de las dimensiones que puede alcanzar este sistema de comunicación creado por Ray Tomlinson en 1971. Fue eso y el que Outlook me intimó a borrar algo antes de seguir enviando o recibiendo mensajes. Lo he dicho y lo repito, si Outlook es capaz de soportar mi castigo, definitivamente es una notable pieza de software.
En mi laborioso mover, archivar y borrar, encontré algunos números significativos. Aquí van.
Doble problema
Mi bandeja de entrada no baja, por mucho esfuerzo que haga, de los 500 o 600 mensajes, sin contar el spam . Por ese motivo, voy moviendo todo lo que llega a una suerte de segunda bandeja de entrada en el disco local para que el administrador de la red no me mande una brigada de marines armados hasta los dientes (y con razón, debo decir). En este momento, hay 1371 elementos en esa segunda bandeja.
Gacetillas
Luego de eliminar, el otro día, unos 4000 comunicados de prensa, la carpeta destinada a este fin contiene todavía 707 sin leer. No es mala voluntad, sino pura y simple falta de tiempo; a no preocuparse, lo que no puedo leer lo derivo.
Pero hay otro motivo por el que esas gacetillas quedan en su sobre virtual. Hay personas que creen que si mandan un mail en XML con controles Activex, Java, Gifs animados e imágenes de 4 MB, uno se verá tentado a leerlo. Es al revés: uno se ve tentado de borrarlo o, como en mi caso, por una cuestión de respeto, enviarlos a una carpeta aparte. Cuando intento abrirlos me salen toda clase de advertencias de seguridad y me quedo frente a una página en blanco con casillas vacías donde, es de suponer, había algo importante. Muchas gacetillas se extravían en su propia pirotecnia Web, una pirotecnia que los jefes de seguridad evitan que detone, y lo bien que hacen.
Enviate algo
No recuerdo cuándo fue la última vez que hice quema de malezas entre los mensajes enviados; sí, también los guardo, y me han salvado en un par de situaciones enojosas. Aparte del anecdotario, la cifra de elementos enviados me asustó un poco, cuando la vi, esta semana: 14.359 elementos. Después dicen que el correo electrónico mató la costumbre epistolar. Si hace veinte años alguien me hubiera dicho que redactaría más de 14.000 cartas, me habría dado un ataque de risa. Y eso que soy de escribirlas a menudo. Diré más: si enviara una carta por correo postal por día, mucho más de lo que solía hacer en los mejores tiempos del sobre y la estampilla, necesitaría 38 años para enviar esta cantidad de mensajes.
Una forma de humor
El spam arrecia, como siempre, y en mi Outlook una regla de correo envía a una carpeta temporaria todo lo que los filtros del diario detectan como basura. ¿Por qué no borrarlo directamente? Bueno, porque las computadoras no son inteligentes, y mucho menos los filtros de cualquier tipo y factor. Así que antes de descartarlos definitivamente tengo que echar un vistazo para verificar que no haya allí nada de valor, sobre todo cartas de lectores cuyos dominios, por Dios sabe qué motivo, han quedado consignados como spam .
Pero me divierto con lo que los spammers me quieren vender. El mejor de esta semana fue una sopladora que funciona a 13.000 revoluciones por minuto. ¡Eso es soplar y no tonterías!
Cartas de lectores
Donde mis cifras se van de escala es con las cartas de lectores. Tengo archivadas algo más de 17.000 consultas a las que pude dar respuesta (por lo que la cifra de enviados que di antes es, claramente, lo que quedó después de mis más o menos frecuentes purgas). Una cantidad de consultas, sin embargo, por un motivo u otro, quedan entre las que no alcanzo a contestar. Las razones son muy variadas, pero la principal es, de nuevo, la falta de tiempo. Pese a que dedico prácticamente todo un día de la semana solamente a esta tarea, sé, y eso me apena, que muchas consultas quedan sin respuesta. También sé, por fortuna, que la mayoría de los lectores sabe bien el esfuerzo que significa leer, no digamos ya responder, un promedio de 400 a 500 consultas por mes.
Coyunturales
Es una pena que no haya tomado el recaudo de guardar, cuando empecé a usar e-mail, todos los mensajes borrados. Estoy seguro de que serían muchos más que los que conservo. Y no me refiero al profuso spam , sino a los intercambios de esta clase (las anomalías morfosintácticas son adrede y, desde luego, SIC):
Recibido: ariel: ya podemos grabar el video, subís?
Enviado: dame ½ hora que estoy en un reportaje x tel
Recibido: en 15 salgo a una nota. A las 18?
Enviado: a las 18 ya salí para la facultad
Recibido: 17,30?
Enviado: dale. pero lo editamos mañana
Recibido: ok, te espero
Son sólo siete mails, tan sólo una gota en el océano. ¡Error! Como saben los que trabajan en empresas grandes, pequeñas y medianas -tal es el valor democratizador de esta herramienta-, uno sostiene no menos de cinco intercambios de esta clase por día. Eso hace 35. Eso es un promedio, claro, pero en general estas cuestiones se zanjan en 5 a 8 mensajes. Con 35 por día, en una semana habremos sumado 175 correos que, definitivamente, ni el nostálgico más empedernido guardaría. Luego de un mes habremos sumado 700 ping-pong coyunturales, y serán alrededor de 8400 al año. Mi solución, últimamente, es borrarlos en el momento. Veremos cómo me va.
Gigantomaquia
PST suena como las siglas de un partido político, pero es el tipo de archivo que contiene todas las carpetas personales y, por lo tanto, todos los mensajes de correo electrónico (viene de Personal Storage Table ). Regularmente compacto las carpetas de Outlook. ¿Por qué? Porque es la forma de eliminar definitivamente los elementos borrados, reduciendo el tamaño real del PST. Esto es especialmente importante cuando eliminamos mensajes que tenían adjuntos voluminosos (más sobre esto luego).
Este año no sé qué pasó, o qué me pasó por encima, pero cuando empecé a tener problemas con mi Outlook me di cuenta de que hacía muchos meses que no realizaba esta tarea de mantenimiento. Alrededor de las 18 del martes, mientras esperaba la pauta del suplemento, puse mis carpetas personales a compactar. Me pareció oír una risita sarcástica saliendo de la computadora. Luego entendí por qué. Tras 45 minutos, la cosa seguía limpiando el PST. Sobrepasó la hora, y luego de otros 30 minutos, cuando me fui, quedó allí barbechando.
Al día siguiente, mi PST quedó en un aceptable pero de todos modos riesgoso gigabyte y medio. Y eso fue después de haber extraído todo el archivo de cartas de lectores al que me referí antes. (Y antes de que alguien lo pregunte, no, no uso la función Autoarchivar .)
Adjunto que me hiciste mal
Lo peor para el PST son los grandes archivos adjuntos, claro. De nuevo, aquí nos ayudarán los números. Hace falta tan sólo un byte por cada carácter. Un mail promedio tiene entre 5 y 20 Kilobytes (aproximadamente 5000 a 20.000 caracteres, incluidos los espacios entre palabras, los puntos y las comas). Una sola imagen de 1 MB ocupa mucho, mucho más que las mil palabras que se supone que vale; 140.000 palabras, para ser más realistas. Así que cada foto de 1 MB equivale a entre 50 y 200 mails. Ultimamente estoy recibiendo muchas fotos de 4 MB; medio millón de palabras o 200 a 800 mails.
Lo peor es cuando la imagen que me adjuntan no sólo no tiene nada que ver con nuestro trabajo aquí en el suplemento (por ejemplo, la conmemoración de los 200 años de la invención del zapallito relleno) sino que además es una foto impublicable donde al funcionario le han cortado los pies y el antes mencionado zapallito aparece quemado por el flash en primerísimo plano; se trata, a todas luces, de un zapallito metálico.
He guardado, no obstante, algunas fotos de éstas porque son, simplemente, de fábula. La más extraordinaria no llegó por mail, debo decir, sino en papel: dos ejecutivos serios, adustos y solemnes en típica actitud corporativa retratados exactamente delante de la puerta del baño de damas. Para enmarcar.
En fin, lo primero que hago por las mañanas al llegar al diario es ordenar por tamaño los mensajes y borrar todo lo que supera 500 KB, excepto que tengo algún valor para la edición de esa semana o que lo haya solicitado. No tengo opción: es eso o que mi computadora detone un día cuando el PST alcance masa crítica.
Lagrimeando
Si algo malo tiene el mail, es que uno debe leer durante horas en la pantalla. La computadora que se llevaron tenía instalado el ClearType , una herramienta de Microsoft fundamental para trabajar con LCD, sin importar su marca, calidad o precio. Mis dos pantallas en el diario son excelentes, pero a poco de limpiar el correo en la nueva PC empecé a bizquear. ¡El ClearType se había ido con la máquina vieja! Ahora, todos los textos aparecían con serrucho en sus costados. Era hora de descargar e instalar de nuevo este muy útil programa ( www.microsoft.com/windowsxp/Downloads/powertoys/Xppowertoys.mspx ). Ubuntu trae de forma predeterminada una herramienta que hace lo mismo.
A mi regreso
Pero lo peor está por venir. No, no hablo de Wall Street, sino de las vacaciones. En la segunda mitad del año no puedo evitar pensar en lo que me esperará cuando vuelva del descanso anual. Haga cuentas.
Cada día llegan más de 500 spam, unas 15 cartas de lectores (que es lo que más disfruto), alrededor de 50 gacetillas -aunque esto varía bastante-, y entre 10 y 20 mensajes internos, más otros 100 correos que nunca voy a entender por qué me llegan, como los comunicados de bandas de rock o los avistajes de aves. Me gusta el rock y también las aves, pero en general no escribimos ni sobre lo uno ni sobre lo otro en estas páginas.
En fin... a lo ya enumerado debo sumar los de amigos y familiares, siempre bienvenidos, salvo cuando te mandan esos PowerPoint que revelan las verdades de la vida o te enroscan en una cadena de premios tan jugosos como inexistentes.
Así que en total, grosso modo, a mi regreso me esperarán algo más de 20.000 mails.
Sé que suena exagerado. Lamentablemente, no lo es. El número, en rigor, suele resultar algo mayor, aunque tampoco ha crecido espectacularmente en los últimos años. Ahora, ¿cómo es posible que la bandeja de entrada no se bloquee al superar la cuota de espacio a los pocos días cuando no estoy? Simple, dejo la PC y el Outlook funcionando. Una sola regla de correo (Herramientas> Reglas y alertas) se ocupa de mover a las carpetas personales, es decir, al disco duro local, donde abunda el espacio, cada mail que llega.
Luego, a mi regreso, usaré las reglas de clasificación para liberar un poco esta colosal pila de cartas. Si fueran reales, necesitaría más bien una pala. Taparían por completo mi escritorio.







