Domótica: la inteligencia está en casa
Con máquinas en red y dispositivos de acceso a Internet, en los hogares se cumple el sueño de la automatización
Olvídese de aprender a usar múltiples controles remotos. No se preocupe por programar el riego: si no llueve, el sistema se ocupará de que a sus plantas no les falte agua. El pan de la mañana no se va a quemar, descuide: su tostadora sabe exactamente cómo le gusta comerlo y lo tendrá listo cuando usted llegue a la cocina. Si salió apurado y olvidó activar el sistema de alarmas, bastará una llamada desde su celular para ponerlo en marcha. Y todo gracias a la domótica.
Cuando comenzaron con sus primeros ensayos con electrodomésticos de avanzada y dispositivos automáticos para el hogar, los franceses bautizaron domótica a una nueva disciplina arquitectónica, signada por el espíritu de investigación y la búsqueda de la novedad que la técnica hacía posible.
Para los diccionarios franceses de 1988, el término domotique era de uso aceptado, entendido como "el concepto de vivienda que integra todos los automatismos en materia de seguridad, gestión de la energía, comunicaciones y otros servicios". Para desentrañar su etimología, no hay más que combinar dos términos procedentes de distintas épocas y disciplinas: domus (casa, en latín) y telemática.
Domótica es sinónimo de automatización. A tono con la proliferación de términos nuevos que la informática provoca, el concepto también se asocia hoy al de tecnología del hogar inteligente . Un smart home norteamericano -en los Estados Unidos la disciplina se difunde con ímpetu por estos días- cuenta con una integración de equipamiento y servicios que darían envidia a más de un fanático de los chiches informáticos. Y tal conjunto de tecnologías se aplica, en sentido amplio, a casas particulares, edificios, departamentos y estructuras edilicias para incrementar la seguridad, el control, la comunicación y la facilidad de administración de los recursos técnicos.
No cabe duda de que para que un hogar pueda ser considerado inteligente debe sumar sistemas basados en las nuevas tecnologías de la información. Un sistema domótico incluirá, entonces, una red de comunicación que permita la interconexión de una serie de equipos, con el fin de obtener información del entorno doméstico y, basándose en ésta, realizar acciones sobre dicho entorno.
Los equipos en red no son otros que los que hoy pueblan las casas modernas: tostadoras, microondas, televisores, videocassetteras, sistemas de alarmas, termostatos, llaves de paso del gas o el agua, y más. Sólo que con mecanismos de control sofisticados que regulan su funcionamiento de manera automática e incluso remota. Esa es, después de todo, la gran novedad de la domótica.
Los sistemas domóticos tendrán una unidad central inteligente encargada de administrar la casa, a la que enviarán información distintos elementos de campo -sensores, detectores, receptores de onda-; la central se encargará de procesar los datos del entorno y, en función de la información y de la programación que se haya hecho sobre ella, actuará sobre determinados circuitos encargados de cumplir funciones para el hogar, desde la seguridad en la entrada hasta el manejo de la energía eléctrica, el entretenimiento, el teletrabajo, el monitoreo de la salud y otras rutinas de mantenimiento. ¿Difícil de imaginar? No tanto: las películas de ciencia ficción se han encargado de mostrarlo hasta el cansancio y, aunque los hogares de comienzos del siglo XXI difícilmente alcancen a parecerse a los de la familia de los Supersónicos, lo cierto es que ya hay numerosos ensayos de casas que cobran vida gracias a la infraestructura inteligente que tienen detrás.
En un día típico, el dueño de una casa inteligente no deberá preocuparse por el estado del tiempo: su sistema despertador le informará, a través de la pantalla de la mesa de luz, cómo se encuentra todo allí afuera, e incluso se encargará de despertarlo antes si el reporte de vialidad señala que se encontrará con embotellamientos de tránsito insalvables de camino a la oficina. El sistema también estará programado para levantar de manera automática las persianas, regular la calefacción, encender la cafetera para que el desayuno esté listo en el momento de salir de la ducha... Cuando comiencen los movimientos diurnos en la casa, las alarmas se desactivarán automáticamente, el sistema de riego -en marcha durante la noche para aprovechar las horas de menor consumo de energía- se detendrá, y las luces del parque y el interior se apagarán una a una. Con el desayuno, el hombre podrá darse una panzada de noticias leídas sobre el browser de la heladera (personalizado para cada integrante de la familia), donde también realizará el primer chequeo de su casilla de e-mail, consultará su agenda del día o verá las mejores jugadas del partido que dejó grabando la noche anterior.
Al salir rumbo a la oficina, no hará falta revisar las puertas y ventanas: el procesador central se encargará de informarle si alguna está mal cerrada. Y luego, de manera remota, podrá conectarse con su casa para verificar que todo esté en orden, e incluso para ordenarles a los sistemas que suban la calefacción y prendan el horno con la comida cuando, por la tarde, maneja cansado de regreso. Pero hay más: el termostato de la bodega se regulará según las estaciones del año, la pileta de natación mantendrá el nivel de agua y la temperatura establecidos, y los toldos de protección se correrán para dar sombra al mediodía.
Intel, involucrado en ambiciosos proyectos de domótica por estos días, suma un ingrediente a este modelo de hogar inteligente: la salida al mundo exterior, la conexión de la red interna con la gran Internet. Así, mientras el dueño de casa usa el gimnasio particular, sus aparatos en red podrán enviar sus datos al médico, que medirá el rendimiento y la conveniencia de seguir con la misma rutina de ejercicios; el menor de la familia podrá presentar su evaluación de piano en tiempo real por medio de la Red; y la heladera pedirá autorización para comunicarse con el supermercado y reponer los alimentos consumidos.
Homo domoticus
Según lo determinan sus cultores, la finalidad de esta disciplina moderna, que combina ingredientes de la arquitectura y el desarrollo de sistemas en porciones equivalentes, tiene cuatro dimensiones: asegurar un aumento del confort, mejorar la seguridad, propiciar el ahorro energético y sacar provecho de las facilidades de comunicación.
Por eso, si el desarrollo de los hogares inteligentes se realiza con cuidado de las normas de protección del medio ambiente, la domótica gana para sí el visto bueno de los ecologistas, porque genera rutinas de optimización de procesos que permiten un uso más razonable de los recursos naturales y una disposición más racional del espacio habitable.
Como toda disciplina que se precie de innovadora, la domótica no sólo introduce modificaciones materiales en el diseño y la disposición de los hogares, sino que genera verdaderos cambios de hábitos. Por empezar, el control remoto desde adentro de la vivienda reduce la necesidad de desplazarse por ella, lo que resulta conveniente para la mayoría, pero es especialmente valioso para individuos con dificultades motrices o minusvalías. En tanto, el control a distancia desde afuera del hogar introduce cambios en los horarios en los que se realizan las tareas domésticas, e incluso reduce el tiempo que se dedica a ellas. La programabilidad de estos sistemas también favorece un ahorro de tiempo, y las vías de comunicación con el exterior hacen posible el acceso a información fresca desde cualquier lugar de la casa -el frente de la heladera, la cocina, un panel del living y hasta el espejo del baño-, lo que era impensable hace algunos años.
Andrés Manso, coordinador de la primera comunidad virtual de domótica en castellano, con sede en Barcelona, resalta un concepto que subyace detrás de estos cambios sociales y operativos: la casa -dice- no es ya una estructura pasiva, sino un organismo vivo que va camino de la autogestión.
El concepto de que ningún lugar es ridículo para instalar un dispositivo conectado a las redes se escucha con fuerza. "Y no son simples interruptores para apagar y prender equipos, sino que interactúan con el usuario", expresa Daniel Farías, de Intel.
¿El próximo eslabón de la evolución humana será el homo domoticus ? El hombre emancipado de las perillas y las interfaces diversas de todos los equipos y servicios de la casa, que se manejarán de aquí en más desde un único lugar. Para su conveniencia y beneplácito.
¿El hombre cómodo? Sí, tal vez. Pero, en todo caso, un hombre que le habrá tomado el gusto al mando a distancia y a la administración centralizada tras descubrir que la pérdida de una buena cantidad de horas diarias en rutinas repetitivas para mantener la casa en orden no resulta un buen negocio.
Home, smart home
De acuerdo con la visión de e-Home de Intel -que comparten en mayor o menor medida otras empresas de tecnología como Cisco, 3Com o Sun-, se cumplen tres instancias en el pasaje de un hogar tradicional, fuera de red, a uno digitalizado. A la primera instalación de una PC común lista para Internet, le seguirá la adquisición de otros dispositivos de acceso, para enriquecer la experiencia de comunicación con la red de redes. La tercera etapa, en tanto, comenzará tras descubrir los beneficios de tener múltiples equipos con capacidades inteligentes conectados entre sí y con el exterior: teléfonos para la Web, distintos information appliances , asistentes personales digitales (PDA), celulares y electrodomésticos, todos puestos a compartir y sincronizar información.
Pero, además, el concepto de e-Home está asociado a la personalización: cada habitante de la casa tiene su propio perfil en la red hogareña.
En términos generales, la domótica aplicada se encarga de gestionar cuatro aspectos del hogar: la energía eléctrica, los servicios (calefacción, agua caliente, refrigeración, iluminación, accesos, ventanas, riego, etcétera), la seguridad de los bienes y las personas, y las comunicaciones (de dispositivos diferentes, desde el teléfono hasta el portero eléctrico, la TV por satélite o los sistemas de audio).
A la hora de armar el hogar del futuro, los intereses de los arquitectos se conjugan con los de los habitantes, destinatarios últimos de toda esta novedad. Y, además de las cuestiones arquitectónicas, será necesario dominar las aristas técnicas del proyecto. Un sistema de esta clase tendrá preferentemente una arquitectura centralizada, con todos los elementos por supervisar o activar conectados con el núcleo de control de la vivienda, y componentes de hardware de lo más diversos: desde módem, videocámaras, tarjetas de sonido o amplificadores de audio hasta sondas termométricas, detectores volumétricos de presencia y dispositivos de control de fugas de gas o agua.
Una de las cuestiones por resolver para quienes diseñan este tipo de soluciones -y tal vez el punto crítico para que la domótica se masifique- es el medio de transmisión por utilizar. El tendido eléctrico, que ya está disponible en la casa y no demanda una inversión extra, es poco fiable para la transmisión de datos; los cables de cobre y, aún más, la fibra óptica resultan seguros para una buena comunicación y no sufren por las interferencias electromagnéticas, pero aún tienen un elevado costo de instalación. El fenómeno inalámbrico también llegó al hogar inteligente, y las conexiones sin hilos, por infrarrojos o radiofrecuencias son cada vez más habituales en estos ámbitos.
Como en todo modelo tecnológico incipiente, la domótica aún no tiene protocolos establecidos, lo que complica en ocasiones la compatibilidad de los componentes. El más extendido lenguaje de contacto entre los diferentes elementos de un sistema inteligente es el X10, que utiliza la red eléctrica como medio de transmisión, aunque los europeos EIB y EHS y el llamado Lonwork también ganan adeptos.
Nueva o reciclada
Quienes impulsan el desarrollo de estas soluciones aventuran que el mercado en los países avanzados dará buenos dividendos hacia el 2003. Para la domotización masiva , sin embargo, resta esperar por una baja en los costos de la inversión. Los especialistas en la materia prefieren, además, no arriesgar cifras, porque -dicen- el sistema puede hacerse a la medida de cada necesidad o construirse de manera modular y agregar funciones gradualmente.
Estados Unidos fue el país pionero en el diseño de hogares interactivos , con servicios como teletrabajo, enseñanza virtual y otros modelos de intercomunicación, y también el primero en adoptar un estándar para el hogar domótico, llamado CEBus ( Consumer Electronic Bus ), al que adhirieron 17 fabricantes, entre los que se cuentan AT&T, Panasonic y Tandy. En el país del Norte, la Asociación Nacional de Constructores (NAHB) alienta el proyecto SmartHouse, que data de 1984 y se centra en la utilización de un cable unificado que sustituye los distintos sistemas de audio, video, electricidad, periféricos, informática, alarmas, etcétera. Según los cálculos realizados, la inversión en domótica equivale al 2% del valor total de la casa.
Japón, en cambio, se inclina por un modelo domótico de hogar automatizado , más orientado a la interconexión de aparatos de uso diario que a su interrelación con el mundo exterior. Allí se estima que existen 8 millones de hogares inteligentes, que en 1990 eran apenas 600 mil. Desde entonces está trabajando la Asociación de Industrias Electrónicas de Japón (EIAJ) para instalar su proyecto Home Bus System.
También en Europa las experiencias comenzaron hace más de una década, dentro del programa Integrated Home System, de seis empresas de la UE que, en 1984, descubrieron el filón económico a largo plazo de la domótica. A éstas se sumaron varios proyectos gubernamentales, como el de Zwijndrecht (Bégica), por el que en 1997 se entregaron 5000 viviendas inteligentes para la tercera edad; el de Tönsberg, Noruega, que permitió aprovechar la tecnología para equipar departamentos para personas que sufren demencia y necesitan sistemas rigurosos de prevención y alerta de accidentes; o el de la Universidad Técnica de Brandenburg, Alemania, que desarrolló un modelo de red para residencias de personas con dificultades visuales, auditivas o motrices.
Desde una perspectiva comercial, los primeros ensayos locales no tienen ya el carácter experimental de la década última, y están en manos de empresas especializadas que conjugan conocimientos arquitectónicos con nociones de desarrollo de sistemas. Con el respaldo de Intel, Interactive House presentó en junio último la iniciativa LaCasa.Conectada, que propone la conectividad de hogares con redes de control, entretenimiento, computación y telecomunicaciones. Empresas como Ariston, Whirlpool, Samsung, Nec y Philips se sumaron al plan, para el que Intel lanzó una Dot.Station, producto Web de uso familiar, y un dispositivo de acceso central llamado AnyPoint Home Network, primeros modelos de las nuevas familias domóticas que se fabricarán conforme crezca el negocio.
Otras empresas le sigue el tren al gigante de los chips, al diseñar electrodomésticos con capacidad de acceso a Internet: Whirlpool, por caso, ya firmó una serie de acuerdos con Sun y Cisco para el desarrollo de sistemas de conexión sobre tecnologías Java y Jini. También 3Com presentó, en junio último, su plan de Hogar Digital, que cumple con las consignas de un modelo domótico completo.
En materia de conectividad, la empresa local Future Home hace de la instalación de infraestructura informática y de comunicaciones en edificios o complejos residenciales su negocio central. La salida a Internet, por línea dedicada, viene a cubrir las necesidades de la casa conectada, donde se extiende cada vez más el Web style of life , según lo llaman.
La domótica nuestra de cada día, sin embargo, es aún una promesa. Los altos costos de instalación de los sistemas circunscriben estos proyectos a un número limitado de usuarios. Los valores de la tecnología seguirán, de todos modos, en la curva decreciente, al tiempo que las conexiones más rápidas a Internet y el desarrollo de tecnologías inalámbricas facilitarán el armado de una red en casa, apta para toda la familia. Será la hora definitiva del reinado del homo domoticus .