Si la ley primera del viajero es "donde fueras haz lo que vieras", presentamos las claves para ser un turista responsable en Copenhague y para disfrutar de sus eco-atracciones.
Dicen que en Dinamarca hay tantos habitantes como bicicletas. En este país escandinavo que fue sede de la conferencia internacional sobre el cambio climático y que tiene las aguas más limpias del continente, continuamente se lanzan iniciativas para mantener la biodiversidad, desarrollar comunidades autosustentables, reciclar, y reducir el impacto de las emisiones de dióxido de carbono.
Pedalear
La mejor manera de conocer Copenhague es en bicicleta. Con 300 km de carriles especiales y semáforos "onda verde" para los ciclistas, la ciudad es rápida y segura para moverse en dos ruedas. Todos los días, un tercio de sus habitantes utiliza este medio de transporte al dirigirse a su trabajo; uno de los promedios más altos del mundo y qe convirtió a Copenhagueen la primera "Bike City". La capital tiene su propio stock de bicicletas públicas que ofrece sin costo a ciudadanos (y turistas no contaminantes) en más de una decena de puntos estratégicos de Copenhague. Otra opción divertida y grupal es tomarse el eco-taxi-bicicleta que sube hasta siete pasajeros.
Visitar
Es sorprendente que en una de las capitales más modernas de Europa sobreviva un enclave hippie intacto. Christiania, o el lado B de Copenhague, es una "ecovillage" que desde 1970 mantiene su estilo de vida libre y alternativo en pleno centro de la ciudad. En esta comunidad peatonal,las casas están construídas con materiales reciclables de demolición y tienen paneles de energía solar. Para caminar una tarde de sol hasta descubrir los graffitis callejeros, los talleres de artesanías, las galerías de arte y los bares que parecen de antes. Si la intención es alejarse de la ciudad por un día y conectarse con un paisaje nórdico relajante, lo mejor es tomar un ferry de tres horas hasta la isla de Samso. En esta isla autosuficiente en la producción de sus recursos renovables por turbinas de viento, se puede visitar su academia para conocer más sobre bio-tecnología. Como meca del turismo responsable, además de comunidades autosustentables, Dinamarca ofrece visitar parques de energía, plantas de incineración y casas-museo sobre arquitectura ecológica. Una salida ideal para toda la familia es la exhibición interactiva Experimentarium´s en Hellerup. Otros dos imperdibles en el centro de Copenhague son los jardines de Tivoli con su central de energía eólica y la House of Organic Inspiration para entender cómo desde nuestra propia casa podemos ayudar a la Tierra.
Descansar
Si además de dormir tan cómodos como entre las nubes queremos pensar en la atmósfera, Copenhague tiene una larga lista de hoteles certificados: las etiquetas "The Green Key", "The Swan" o "The Flower" indican que el establecimiento trabaja para minimizar su impacto ambiental. Un ejemplo es Scandic, que además de producir su propia agua mineral tiene eco-habitaciones diseñadas con materiales naturales en los que se puede pedir un room service de cocina orgánica. Empezar el día con un brunch vegetariano en un jardín bohemio decorado a lo balinés en el Montmartre danés o barrio de Vesterbro. El deseo se cumple en el hotel Axel Guldsmeden, que además tienta con un spa de lujo que funciona con productos de belleza orgánicos. Los turistas realmente interesados en esta bio-filosofía de vida, pueden profundizar la experiencia con la estadía en una granja naturista en las afueras de la capital. Aquí el concepto de Bed & Breakfast es superado por el de Bed & Nature con una estancia que incluye comidas orgánicas de la propia huerta y hasta la posibilidad de trabajar en sus campos a cambio del hospedaje. Quienes estén interesados pueden consultar los establecimientos disponibles.
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Degustar
Como un tercio de las emisiones de dióxido de carbono provienen de la industria alimenticia, varios restaurantes de Copenhague sirven un "Climate Menu" que impulsa el consumo de alimentos de estación y de producción local. En el centro de la ciudad, 42º Raw ofrece vegetales y frutas como Dios los trajo al mundo: crudos, para que no pierdan los nutrientes y su sabor natural. Las sillas en forma de grada arman una tribuna que mira directamente a la barra donde se crean más de 10 ensaladas gourmet con una presentación estilosa en un packaging biodegradable. En una casa antigua al borde del canal de Nyhavn, Cap Horn prepara excelentes pescados daneses con acabados orgánicos: mullet con crema cítrica, espárragos y finas hierbas o salmón marinado en salsa de mostaza y eneldo.
En el distrito de Meatpacking í se encuentra el restaurante BioMio , que en sus largas mesas congrega a la tribu eco-fashion a la luz de sus lamparitas de bajo consumo. Desde el algodón de los uniformes hasta un sistema de lavado que cuida el agua y uno de ventilación que reutiliza el calor de la cocina, todo está diseñado en pos del planeta. Su carta está elaborada por nutricionistas y se prepara a vista y piacere del comensal. Para un café orgánico y batidos de frutas, el lugar es Soupanatural o algún otro bar del animado barrio Nørrebro. Para pastelería danesa, Emmerys y Reinh van Hauen son las panaderías orgánicas más famosas.
Shopping verde
Desde 2004, los daneses incrementaron un 80% el consumo de productos orgánicos, y en gastronomía la tendencia se nota con los almacenes y delicatessen naturistas que salpican toda Copenhague. En la zona de Østerbro, Gourmandiet despliega todo tipo de tentaciones orgánicas como chocolates, mueslis, vinos, embutidos y condimentos. Egefeld es el primer supermercado orgánico de Dinamarca, pero incluso las grandes cadenas como Kvickly, Brugsen, Irma y Netto ofrecen alimentos orgánicos marcados con el símbolo "Ø-mærke", un diploma autorizado y controlado por el Gobierno. Los daneses también se preocupan y se ocupan de que la ropa, los cosméticos y los muebles sean fabricados de una manera socialmente responsable y con materiales naturales. Entre las tiendas de Copenhague especializadas en "organic living", Sungifu ofrece las mejores marcas de green fashion, como la etiqueta danesa The Baand producida 100% en algodón orgánico, vestidos de bamboo de la marca noruega Fin, suecos de madera Hasbeens, y hasta zapatos veganos.
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