Jazz en vivo, servicio de manicura, figuras del boxeo, coctelería superior, buena cocina en el bar más antiguo... De la mano de Pablo Martín, talentoso músico argentino radicado en Nueva York hace más de 20 años, este recorrido por algunas de las barras neoyorquinas menos obvias conduce a las que no son de hotel de cadena, ni siempre tienen un cartel en la entrada y suelen ser tan invisibles para los turistas como para los locales. A partir de media tarde hasta las cuatro de la mañana.
Jimmy’s corner
A pasos de Time Square y punto de encuentro de boxeadores. Su apertura se le debe a un tal Jimmy (que no revela su apellido), personaje del cuadrilátero neoyorquino encargado de trabajar en una de las esquinas del ring en el que vio pelear a muchos famosos de las pasadas décadas del siglo pasado. Cuando se retiró, abrió este bar, un pasillo largo y estrecho en el que hay que empujar y no aflojar (como el ganado vacuno en un brete) para llegar hasta el fondo: donde termina la larga barra (siempre atiborrada de público) se sucede una doble línea de diez mesas. Fotos y recortes de diarios y revistas tapizan las paredes en este sector del local que no registra un solo cambio desde que abrió, hace años, enfrente del Hudson Theater, y en el que la clientela de afines al boxeo se va mixturando con gente de otro palo. Jóvenes, muchísimos. 140 W 44 th St. T: +1 212 221-9510.
Angel’s share
Primero hay que llegar al restaurante japonés Village Yokocho, en el primer piso por escalera de un viejo edificio del East Village. Después hay que seguir por un costado del comedor hasta una puerta secreta que se intuye en la pared del fondo, y ahí es. Trasponer esa puerta es ingresar a un ambiente en estudiada penumbra donde se congrega una humanidad heterogénea en la franja de los 30-40 años. La barra y las mesas explotan de gente y a esto se suma los (y las) que esperan detrás de la puerta, de pie y en civilizado apretuje como en un colectivo a la hora pico.
Mucho jazz lánguido, mucha sensualidad a lo Miles Davis en el ambiente, la máxima eficiencia de un gerente al que no se le escapa una, el friso de los angelitos de la ancha barra detrás de la que Nao, el barman, y sus pares –todos jóvenes, japoneses y de impecable aspecto– se ocupan de preparar tragos extraordinarios –con productos premium y creatividad– explican el éxito de Angel’s share. Abre a las seis. Sin reserva, se recomienda llegar antes de las siete.
8 Stuyvesant St. T: +1 212 777-5415.
Ear Inn
Onda de la mejor es la que impera en este bar que el año pasado cumplió 200 años, dato que lo convierte en el más antiguo de la ciudad. Ubicado a pasos de la costa del río Hudson, en el antiguo edificio de 1770 donde supo habitar James Brown (el ayudante africano de George Washington durante la guerra), aseguran que el Ear Inn se llama así porque en los años de la ley seca sobrevivió gracias a que la B de bar fue transformada en E. No falta la buena música en vivo ni el encuentro que aquí se da de músicos, poetas, escritores y creativos de diversa índole. En el comedor se sirven platos de rústico aspecto, pero de buena calidad (muy recomendables los mejillones al vapor con vino blanco y toque de ajo), y de lo que se propone en la pizarra, nada falla. Sólo por la presencia del flaco y barbudo barman (hay dos, el otro es callado y cultiva bajo perfil), que cultiva la impostura del mal carácter detrás de la animadísima barra, amerita más de una visita. Todos los días desde las 11.30 hasta las 04.
Ear Inn 326 Spring St. T: +1 212 226-9060.
Uptown Bourbon
Bar de whiskies en Harlem con acento en el que su nombre indica: el bourbon, el whiskey americano acuñado en Kentucky. Unas 50 marcas de varias procedencias son el argumento fuerte de este pequeño reducto, al que es posible acudir a partir de las cuatro de la tarde y donde la música que se escucha es de discos de vinilo. Habitués del barrio, parejas, algunos ocasionales, el dealer de la zona –que, cuando aparece, se preocupa en hacerse notar más de lo que su espectacular físico y su outfit muestran– y los escasos turistas con buen olfato (o bien informados) que trasponen el umbral, conforman la clientela. En la barra suele estar también Helena, una de las dueñas del bar.
Uptown Bourbon 3631 Broadway. Entre las calles 149 y 150. T: +1 646 918-6627.
Beauty
Un bar entre los varios bares que se suceden en la misma cuadra, y que podría pasar desapercibido si no fuera por la particularidad de que (1) está atendido por mujeres y (2) brindan servicio de manicura. Local amplio, barra acorde, una oferta de alcoholes previsibles y, en el otro lado del salón, una puesta en escena que recrea el ámbito de la peluquería femenina. La casa ofrece trago y servicio de manicura por diez dólares; así, mientras se disfruta del trago (no siempre es el mismo), una profesional se encarga de embellecer las uñas. Hay alta demanda de este servicio (que se brinda a partir de las ocho de la noche), por lo que es preciso anotarse.
231 E 14th St. T: +1 212-539-1389. Abre a las cinco.
Coyote ugly
No sólo es el nombre de una película malísima, también le da identidad a unos cuantos bares del mundo, incluido NY, donde se convirtió en favorito para despedidas de soltero. Al happy hour de 16 a 19 (lunes a viernes) se suma el tardío de las 02 a las 04 los domingos y lunes. Atienden jóvenes con mucha habilidad para subirse a la barra y bailar; los parroquianos, mientras tanto, beben o charlan entre ellos y prescinden de tales demostraciones. Hay corpiños colgados por todo el salón y la música que suena es de los 80, con fuerte acento en el rock. El 17 de marzo, día de San Patricio, aquí se festeja con todo.
A partir de las dos de la tarde. Viernes, sábado y domingo, a partir de las 12.30 horas.
Coyote Ugly 153 First Ave. Entre las calles 9 y 10. T: +1 212-477-4431.