Viajes en bici: seis intensos días entre sierra, desierto y selva
En bicicleta, una travesía por Catamarca con tres cruces de la sierra, bajadas adrenalíticas y cuestas... interminables
Partimos en el minibus de la organización desde Palermo, en Buenos Aires, hacia Concepción, Tucumán. Éramos seis personas en la camioneta: cinco varones y yo. Un trailer enganchado llevaba las bicicletas. Llegamos veinte horas después, un viaje largo pero tranquilo en el que recorrimos alrededor de 1200 kilómetros.
En el hotel de Concepción nos esperaba el resto del grupo que accedió por distintos medios, auto, avión y tren. En total éramos 16 para este desafío: dar la Vuelta a las Sierras de Aconquija con salida y llegada desde Concepción. Desde la selva subtropical al Valle Calchaquí con tres cruces de la sierra con sus adrenalíticas bajadas y cuestas interminables.
Para ser sincera poco había leído de qué significaba todo eso, solo sabía que me deparaban seis jornadas completas de bicicletear entre 8 y 10 horas. Justamente esa era la propuesta que había ganado mi corazón aventurero. Y allá fui.
Desde Concepción hasta la Cuesta del Clavillo, a 2170 metros
Nos levantamos temprano con los bolsos y disfrazados de ciclistas. Luego del desayuno nos reencontramos con las bicis en el garage del hotel, cargamos las botellas de agua y a pedalear. Comenzamos la travesía atravesando la ciudad y tomamos la ruta provincial por asfalto y en lento ascenso pasamos por pequeños caseríos y campos cultivados. En frente tenámos el imponente Nevado.
Tras 18 kilómetros empezó el ripio. El entorno del camino era más selvático y las cuestas más empinadas; una mini parada para cargar energías, después de 37 km.
La verdadera Cuesta del Clavillo se hizo presente, un camino que trepa la ladera de la sierra con gran vista de la llanura tucumana. Se alcanza una exigente altura de 2170 metros. Pero todo tendría su recompensa: nos esperaba un suculento almuerzo con excelente vista panorámica. Lujo total.
Descansados cruzamos el límite con la provincia de Catamarca y el camino comenzó a descender. Primero en forma lenta y luego en sucesivos caracoles que obligan a extremar las precauciones en la conducción de la bicicleta. La quebrada se va agrandando y comienzan a aparecer algunas casas y una sucesión de pequeños pueblitos rurales. Por ser el primer día el cansancio se hizo sentir luego de 78 km. Baño, cena, un poco de sobremesa y ¡a dormir!
Catamarca al 100%: Aconquija, La Choya, Cuesta de las Capillitas y Refugio del Minero
Catamarca a pleno. Era un día de buenas bajadas, algunos consejos de los organizadores, bastante sabios por cierto; los caminos no se cortaban por nuestra presencia así que había que convivir con los vehículos que transitaban.
El lugar es conocido como Descenso de La Chilca, un camino de cornisa que no para de bajar y tiene vistas alucinantes en un total de 18 kilómetros.
Una vez abajo transitamos por un ambiente mucho más árido, dominado por arbustos. La camioneta de las provisiones se hizo presente en el paisaje como un oasis en el desierto a la veda de un río seco: hacía mucho calor y el sol del mediodía era intenso. Descanso reparador y de nuevo a pedalear.
El camino era muy desértico y tras 8 km retomamos el asfalto y arribamos a Andalgala, segunda ciudad de Catamarca, con vista privilegiada del Aconquija. Por asfalto y a 962 metros de altura continuamos en lento ascenso por un camino arbolado pasando por Chaquiago para alojarnos en una casona de principio de siglo XX atendida por sus dueños. Llegamos antes que baje el sol con tiempo para todo: compartir anécdotas, mate y cerveza.
En el pueblo llamamos mucho la atención. La almacenera y su familia indagaron todos los detalles. Fue muy divertido, como premio le hicimos una gran compra de aceite de oliva; una delicia.
Al día siguiente, todo lo que habíamos bajado ¡había que volver a subirlo! Por camino de ripio y con ondulaciones arribamos a La Choya, donde comienza el verdadero ascenso por la Cuesta de Capillitas, que según los lugareños es la más larga de Sudamérica. Casi todo es subida por camino de cornisa.
Despacio, a ritmo tranquilo, se gana altura hasta alcanzar el objetivo a los 3040 metros: el Refugio del Minero. El último tramo arrastrando la bici por la intensidad de la subida. La noche llegaba... y el frío también. El lugar, impresionante: un hotel con todas las comodidades y atendido por estupendos anfitriones. Cena, charla y orgullo por transitar completo uno de los días más exigentes.
Lo bueno es que nos esperaba una jornada completa de descanso, que dio para recorrer la mina de rodocrosita, que hace dos años ya no se explota. Éramos los únicos junto con el staff del hotel. Para la noche nos esperaba el festejo (en grande) de los 65 de Daniel, uno de los ciclistas.
Tramos arenosos por los Valles Calchaquíes
Luego del descanso arrancamos la etapa más larga con el aliciente de tramos en lenta pero larga bajada. Volvimos al puesto del día anterior y continuamos bajando hasta el caserío de Mina Capillitas.
La huella tenía más piedras sueltas. Tras 4 kilómetros pasamos por la Capilla Santa Rita, construida por la Familia Yampa y el camino empeoró pero continuaba bajando 6 km más hasta ingresar en el Valle Calchaquí, donde empiezan a aparecer los solitarios cardones. Según cuenta la leyenda son indios que custodian el valle.
La huella está en estado de semiabandono. Hay muchos tramos arenosos, serrucho y pedregullo grande. El paisaje es desértico al pie de la ladera oeste del Nevado e impacta escuchar... el silencio.
La caminoneta de apoyo siempre presente nos esperaba para recargar energía y dejar subir a alguno que otro que se sentía agotado.
Tras 32 kilómetros el camino mejoró para hacer más llevaderos los 14 kilómetros que restaban de ripio. En el kilómetro 56 de nuestro recorrido empalmamos con la mítica ruta 40 por la que hicimos 35 kilómetros de asfalto pasando por vados, zonas cultivadas, alamedas y pueblitos del valle.
La 40 parece una calle urbana con su sucesión de típicas casas norteñas al costado de la ruta. Llegamos a Santa María donde nos alojamos y descansamos. Para mí fue el día más demandante.
Último día por la Cuesta del Infernillo
Etapa 100% asfaltada. Pasamos por el monumento a La Pacha Mama y con tramos planos y otros en lento ascenso entramos nuevamente en la provincia de Tucumán. A los 22 km arribamos a Amaicha, a 2000 metros de altura. En la plaza compramos algunas artesanías. A partir de aquí comenzaba la subida de la Cuesta del Infiernillo hasta alcanzar 3040 metros tras 31 km.
Foto obligada en el cartel y una sensación superadora. Pero todo esfuerzo tiene su premio: en este caso, la adrenalítica bajada de 21 km con vista al Dique La Angostura y los espectaculares paisajes de Tafí del Valle.
A la noche nos esperaba una sabrosa cena con show folclorico, donde algunos dimos la nota cantando y bailando.
El último día llegó con un tremendo descenso por la Quebrada de los Sosas. A medida que avanzábamos aparecerían la nuboselva en su máxima expresión. Vistas únicas, imposible describirlas con palabras. Pasamos el paraje La Heladera, con su pequeña cascada; Fin del Mundo, El Indio, con más puestos de venta de artesanías, El Naranjal, Playa Larga y la Ramadita, donde el camino se hace más plano tras 35 kilómetros de bajadas.
Tomamos la ruta provincial 344 y pedaleamos por camino de llanura entre cultivos de caña de azúcar y porciones de selva. Pasamos por el frente de la Reserva La Florida, que conserva una porción significativa de selva subtropical. Tras 32 km llanos faltaban sólo los últimos 6 para arribar a Concepción, de donde habíamos partido. Éramos los mismos, pero transformados.
Datos útiles
El objetivo: dar la vuelta a las Sierras de Aconquija, con salida y llegada desde Concepción, en Tucumán
Nivel: medio más o avanzado
Distancia: 451 kilómetros, de los cuales 226 son asfaltados
Nivel máximo de altura: 3040 metros
Organización a cargo de: Gustavo González (+54 911 6336-0326 - biketrekgg@gmail.com; www.biketrekgg.com.ar)
Próxima salida: abril de 2019