Su velocidad de producción marcó un hito en la historia del automóvil
Fue justo en el 1900 cuando, dando comienzo a un siglo repleto de asombros, se realizó el primer Salón Nacional del Automóvil en Nueva York, Estados Unidos.
Acaso hubo alguien que se atrevió a pensar en este estrafalario invento como un medio de transporte con futuro, pero lo más probable es que la mayoría de los visitantes fuera atraída a la exhibición para curiosear entre juguetes para adultos, caros e inaccesibles.
Por entonces Henry Ford no parecía diferente de sus pares. Había hecho rodar su Cuadriciclo por las calles de Detroit sólo cuatro años antes del fin de siglo, se había destacado por un cierto toque de audacia en el modo de promover sus productos y, con éxito variado, habría de lanzar una seguidilla de modelos a los que adjudicó identificación alfabética.
En la primera década del siglo XX, con marcas como Packard, Cadillac o Pope-Hartford, lo de Ford pudo parecer modesto ante los ojos de las clases pudientes. Pero tras una breve etapa formativa esa percepción estaba destinada a cambiar definitivamente a partir de 1908.
La idea clave de Henry Ford era transformar los métodos de fabricación de estos vehículos, y en pleno auge de la revolución industrial consiguió congeniar ciertos aspectos críticos del concepto con inusual brillantez.
Ford comenzó a experimentar con un sistema de cuerdas y poleas para poner en movimiento una línea de montaje que se acabó de implantar durante el período de cesación del Modelo N . Otro aspecto gravitante fue determinar el uso de un motor sencillo, de cuatro cilindros, fundido en un solo bloque.
La simplicidad del diseño básico más su velocidad de construcción, exitosamente unidos por primera vez llamado Modelo T, generaron tan alto grado de aceptación pública que marcaron para siempre las pautas por seguir por todo aquel que intentara la producción masiva y económica de automotores.
El Ford T era práctico, accesible, sencillo de reparar y servía para toda una variedad de propósitos.
Memorables cambios
El primer auto de gran serie en presentar volante a la izquierda, el modelo T fue perfeccionado con el tiempo con ciertos cambios memorables en sus comandos. Algunos tuvieron dos pedales y dos palanquitas bajo el volante, por las que entre nosotros esa variante se popularizo como Ford a bigotes . Luego se opto por una disposición de tres pedales que permitió publicitar que "se puede manejar un Ford sin quitar las manos del volante".
Por intermedio de una transmisión de tipo semiautomático se controlaba el auto con un pedal de aceleración, otro de frenado y un tercero para la marcha atrás. Todo fue constantemente objeto de innumerables revisiones y mejoras. Por citar apenas un breve ejemplo, en cuanto al uso de una bomba se mostró poco satisfactorio, se desarrolló un sistema de refrigeración basado en el uso de un termosifón. Esta insaciable avidez de Ford por poner en la calle un auto totalmente confiable provocó a su vez que, pese al dinero gastado en campañas publicitarias, su mejor propaganda fuera de boca en boca.
El cumpleaños número 90 del Ford T, que se celebra este año, se reparte entre ciertas fechas importantes para la introducción del modelo.
Los primeros catálogos impresos llegaron a las concesionarias en marzo de 1908, y el T fue presentado en público el 1° de octubre como un modelo para 1909, pero su aparición formal para la venta generalizada se produjo el 31 de diciembre de 1908 en el Grand Central Palace de Nueva York.
Desde entonces hasta 1927, esta sensacional creación de Henry Ford y el equipo dirigido por C. Harold Wills cumplieron con creces con el sueño de motorizar a las masas alcanzando cifras de producción absolutamente prodigiosas para su época. El 26 de mayo de 1927, el mismísimo Henry condujo la unidad número 15.000.000 desde la salida de la línea de montaje hasta las puertas del nuevo centro de ingeniería de la firma en Dearborn, Michigan, y hoy se puede ver ese ejemplar en el Museo Ford, en esa localidad cercana a Detroit.
Ciertos compromisos finales llevaron a Ford a completar casi medio millón más en los pocos meses siguientes, discontinuado el modelo T a mediados de 1927 con un total de 15.484.781 autos en 19 años, una proeza sólo superada por el escarabajo Volkswagen en 1972, cuando el uso del automóvil ya se había impuesto en todo el mundo y los procedimientos de producción eran muchísimo más modernos .
Como quien levanta una copa en brindis mirando en el cielo el recuerdo de un amigo leal, festejamos el cumpleaños del modelo T, al que toda una vieja generación considero con gratitud el mejor auto del mundo .
La asistencia, un arma clave
La simpática Tin Lizzie de la imagen se muestra dispuesta a auxiliar a otros Fordcitos en desgracia.
La asistencia al cliente y la disponibilidad generalizada de repuestos legítimos tuvieron una importancia fundamental en el afianzamiento de Ford y su gran rival, Chevrolet, en la preferencia del público.
El talón de Aquiles de las grandes marcas europeas que fallaron en Estados Unidos fue, precisamente, no poder extender suficientemente su red de service, una seguridad a la que no renunciarían los viajeros de un país tan extenso, acostumbrados desde los viejos tiempos del Ford T a no quedarse jamás a pie.