Un pronóstico poco alentador para la zona costera del Río de la Plata
Si bien el aumento de la temperatura media sobre la superficie terrestre era ya un desafío para el desarrollo, las costas y las islas, cuyo litoral marino es de escasa elevación, aparecían como localizaciones críticas para asentamientos humanos y para las actividades propias de esas regiones.
Estuarios como el que completa la Cuenca del Plata serían afectados por el aumento del nivel medio del mar, alcanzando niveles de riesgo crecientes que podrían exacerbarse y llevar a situaciones de desastres a las regiones costeras bajas. Tan crítica son las condiciones que el Cuarto Informe del IPCC destacó que los migrantes ambientales, por inundaciones costeras, podrían sumar unos 3 a 30 millones adicionales anuales.
La convergencia de factores atmosféricos, oceánicos y fluviales, como ocurriera, por ejemplo, con el fenómeno de El Niño de 1983, conduciría a inundaciones graves, en las regiones bajas y en los valles de inundación de los ríos, de la Argentina.
Otros factores coadyuvantes son los derivados del cambio de la circulación atmosférica que, para las costas de la margen derecha del estuario del Plata, se ven sometidos con frecuencia mayor a sudestadas intensas.
En condiciones de inestabilidad, ellas aportarían ondas de tormenta que, como las han redefinido los especialistas, serían como tsunamis, producidos por el arrastre del agua, por vientos fuertes del Sudeste, y que serían más intensos, por el aumento del nivel medio del mar.
Ciudades como Gral. Lavalle, en la zona de Samborombón, ya afectada por la mencionada convergencia de factores atmosféricos e hidrográficos, verían incrementada su vulnerabilidad, obligando al desarrollo de medidas de resiliencia y estrategias de adaptación apropiadas.
Por ejemplo, construcción de defensas y la relocalización de instalaciones, como lo llevan a cabo países desarrollados, como Inglaterra, en el estuario del río Támesis y Holanda (o Países Bajos), por su escasa elevación frente al tormentoso Mar del Norte.
Si el problema que está afectando ya a las comunidades de la bahía de Samborombón es serio, las proyecciones del aumento del nivel medio del mar, durante este siglo, aumentarán la vulnerabilidad y obligarán a las acciones que derivan de las recomendaciones del IPCC y de las medidas que establece el Plan de Acción de Hyogo, de la EIRD (Estrategia Internacional de Reducción de Desastres), de las Naciones Unidas.
Este Plan de Acción iniciado en el año 2005, para enfrentar, casualmente, situaciones como las que se esperan sobre la margen derecha del Río de la Plata, la bahía de Samborombón y la costa bonaerense, debería haber sido considerado y aplicado desde su inicio. Su culminación en el año 2015 hace por demás evidente la desidia de los niveles de decisión para encarar la defensa del patrimonio humano, ambiental y económico de las ciudades, instalaciones y servicios ubicados sobre las costas y, simultáneamente, defender los recursos y servicios naturales frente a este tipo de flagelos ambientales.
No por último menos importante, la declaración del quinto informe del IPCC sobre la captación del 93 % de la energía calórica por mares y océanos, agrega un nuevo desafío. El calentamiento de las aguas superficiales y profundas, hasta 3000 metros de profundidad, con implicaciones en la posible activación de procesos de inestabilidad conducentes, en este siglo, a la formación de eventos extremos más intensos, sobre estas costas, incluida la formación de tornados y trombas, como las observadas en el Río de la Plata, frente a las costas de San Isidro, el 2 de marzo de 2008.
A este respecto, recordemos que la primera tormenta tropical identificada con el nombre de huracán Catarina se registró sobre las costas del sudeste de Brasil en marzo de 2004.