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Afirman que la inteligencia reside en el lóbulo frontal del cerebro
La zona se activa cuando se realizan tareas que involucran funciones cognitivas
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Según un trabajo firmado por un equipo de investigadores ingleses y alemanes que hoy publica la revista científica Science, la inteligencia _esa inasible capacidad que nos permite enfrentar tareas tan disímiles como escribir una novela, demostrar un teorema o encontrar, como Teseo, el camino dentro de un laberinto_ no es una propiedad emergente del conjunto del cerebro, sino una función localizada en una zona bien delimitada: el córtex lateral prefrontal.
"La inteligencia general estaría asociada con un sistema neural restringido", informan los investigadores encabezados por el doctor John Duncan, y sugieren que las funciones cognitivas derivan de un grupo específico de neuronas que controlaría las diversas formas de comportamiento.
Un siglo de discusiones
Los neurobiólogos del Medical Research Council Cognition and Brain Sciences Unit y del Departamento de Neurología de la Universidad Heinrich Heine, de DŸsseldorf, intentan zanjar con su estudio una discusión planteada ya a principios de siglo, cuando Charles Spearman y C. H. Thomson postularon dos teorías opuestas.
En 1904, Spearman propuso la existencia del factor g, que representaba algo como lo que hoy denominamos cociente intelectual. El sostenía que esa condición (la inteligencia) permite tener éxito en un amplio rango de tareas cognitivas. Pero en 1916, Thomson propuso que lo que parecía ser una aptitud única era en realidad una colección de múltiples y diversas habilidades necesarias para completar la mayoría de las tareas intelectuales.
Para probar su hipótesis y verificar cuál de los dos _Thomson o Spearman_ tenía razón, los investigadores midieron por medio de una tomografía por emisión de positrones (comúnmente conocida como PET) la actividad cerebral de varios sujetos de experimentación que realizaron tareas espaciales, verbales y motoras. Los resultados de estas pruebas se compararon, en todos los casos, con un grupo de control que realizó tareas que no involucraban razonamientos complejos.
Según el trabajo de Science, las tareas que involucran una importante dosis de inteligencia general activaron el flujo sanguíneo a los lóbulos frontales del cerebro.
Una solución a medias
Los resultados, que sugieren una respuesta más cercana a la visión de Spearman, indican que habría un conjunto relativamente restringido de neuronas que entran en acción cuando se realizan funciones consideradas inteligentes .
Los científicos hacen notar que trabajos previos abonan esta posición al demostrar que ciertas lesiones en los lóbulos frontales también dañan la capacidad de realizar tareas que involucran aptitudes cognitivas.
Sin embargo, el trabajo deja la mayor parte de las preguntas planteadas desde hace 2500 años sin contestar. En primer lugar, se centra solamente en la inteligencia analítica y olvida otras definiciones de esta capacidad, como la de las inteligencias múltiples, de Howard Gardner, que incluye también la creatividad y la inteligencia práctica, una de las más difundidas.
Además, como subraya en su comentario al descubrimiento el doctor Robert Sternberg, del Departamento de Psicología de la Universidad de Yale, el hecho de que una medida de la inteligencia pueda asociarse con la actividad biológica de una parte del cerebro no significa que se origine en ella. "No se puede asegurar de dos variables si la primera causa la segunda _escribe Sternberg_, si la segunda origina la primera o si ambas dependen de una tercera de un orden superior."
Agrega que "el enfoque elegido por Duncan y colegas implica que la comprensión de la inteligencia depende de ubicarla en el cerebro humano".
Por el contrario, dice el investigador de Yale, para explicar la inteligencia primero tendríamos que entender cómo funcionan los lóbulos frontales y los elementos que contienen, y descubrir cómo las operaciones que se realizan en esas áreas están conectadas con las tareas que encaramos en nuestra vida diaria.
La respuesta a estas cuestiones está pendiente desde que Platón percibió que el domicilio de la inteligencia se encuentra en el cerebro.
