Cuando la penicilina es un mal remedio
"Hace un tiempo, trabajaba con nosotros una mujer que era alérgica a la penicilina -recuerda el doctor Angel Alonso, jefe de la División Alergia e Inmunología del Hospital de Clínicas-. Cada vez que entraba en el cuarto donde se hacían nebulizaciones los pacientes con infecciones respiratorias, nebulizaciones en las que a veces se emplea penicilina, salía con una intensa picazón en las manos y luego comenzaba a hinchársele el rostro."
Si bien casos como éste no se ven todos los días, hoy se sabe que aproximadamente cinco de cada mil argentinos son alérgicos a la penicilina. Alonso y sus colegas del Hospital de Clínicas, los doctores Ludmer, Mouchián, Albónico y Soto, obtuvieron esa estadística tras estudiar a más de 3000 pacientes de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires.
Recientemente, el trabajo que resume 20 años de investigación de estos investigadores recibió el Premio Julio A. Cruciani 2001, que otorga la Asociación Médica Argentina (AMA), no sólo por reflejar la incidencia de este tipo de alergia. Sus autores aportaron también nuevas pautas para determinar qué personas deben mantenerse alejadas de este noble antibiótico.
"Durante mucho tiempo se pensó que antes de aplicar penicilina no había que estudiar al paciente para ver si era alérgico al antibiótico porque las reacciones alérgicas eran poco frecuentes -comenta Alonso-; sin embargo, los cuadros severos de alergia a la penicilina pueden ser muy graves e incluso pueden llevar a la muerte."
"Por eso es importante que en todos los casos que se vaya a administrar este antibiótico se someta al paciente a un interrogatorio o a análisis específicos para determinar si está sensibilizado o no." Para el especialista, la utilización del ántrax como arma biológica en los Estados Unidos les otorga aún más relevancia a estos análisis, ya que se ha planteado la posibilidad de emplear la penicilina como medicamento de primera línea para combatir al Bacillus antracis .
Síntomas y tratamiento
En los cuadros más leves, es la piel la que delata que el individuo es alérgico a la penicilina. "Las manifestaciones leves se caracterizan por simples brotes de urticaria (ronchas) que si bien son molestos para el paciente se resuelven fácilmente con la administración de antihestamínicos", explica el doctor Alonso.
Claro que antes de indicar cualquier medicamento es necesario suspender el uso de penicilina. Y lo dicho se aplica también en los cuadros más severos, aunque en éstos es necesario actuar con la mayor rapidez posible. "De lo contrario, pueden terminar en la muerte del paciente."
¿Cuáles son los síntomas de un cuadro severo? "Comienzan con picazón intensa primero en la palma de las manos y luego en el paladar, los labios y los ojos -responde Alonso-. Al rato la persona empieza a sentirse mal, pues su presión arterial baja y comienza a tener dificultades respiratorias (broncoespasmos)."
Si el desarrollo del shock o choque anafiláctico no es detenido a tiempo con una inyección subcutánea de adrenalina, la hipotensión arterial puede devenir en arritmias cardíacas y, finalmente, en una muerte súbita.
Para detectar quiénes deben evitar la penicilina, Alonso y sus colegas sugieren que en todos los casos en que sea necesario indicar este antibiótico los médicos (preferentemente especialistas en alergia) interroguen a los pacientes en busca de signos que permitan sospechar la sensibilidad al fármaco. Si los interrogatorios arrojan sospechas, éstas deben ser confirmadas mediante análisis de sangre específicos que demuestren la presencia de anticuerpos vinculados con estas reacciones alérgicas.
En los casos en que el interrogatorio no arroja sospechas, esto también debe ser confirmado a través de pruebas cutáneas con sustancias derivadas de la penicilina que aseguren que la persona no es alérgica. Justamente, los investigadores del Hospital de Clínicas fueron premiados por haber diseñado una batería de pruebas cutáneas que no dejan dudas al respecto.