El fenómeno humano
Como sugiere Tom Wolfe en El periodismo canalla y otros artículos (Ediciones B, 2001), desde la locomotora de vapor en adelante, la humanidad atribuye a la tecnología el poder de reducir las distancias con nuestros congéneres. El teléfono, el avión, la televisión, el fax y, por supuesto, la computadora personal, el correo electrónico y la red global abonan esas fantasías. No hace mucho, un matemático calculó incluso que cualquier ser humano del planeta está a sólo seis personas de distancia de otro.
El sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin teorizó a comienzos del último siglo que la humanidad se uniría a través de las venas electrónicas de la radio, la televisión y las computadoras. El universo digital sería también el de la convergencia espiritual, profetizó.
En sus obras, Teilhard plantea que la especie del Homo sapiens, que había estado desperdigada, empezaba a unirse en un sistema nervioso único, una conciencia unificada, vaga anticipación de Internet a la que llamó noosfera .
Teilhard murió en 1955, cuando la televisión daba sus primeros pasos y no existía nada semejante a la computadora personal. Pero lo siguió Marshall McLuhan: en La galaxia Guttenberg planteó la posibilidad de que la televisión confiriera unidad a todas las almas de la Tierra dado que transformaba la conciencia humana mediante la alteración de lo que él denominaba el equilibrio sensorial del sistema nervioso.
McLuhan, creador del concepto de aldea global , creía que un número suficiente de computadoras operando simultáneamente en todo el mundo e integradas en una red permitiría construir un supercerebro que convergería en un mismo plano y permitiría superar los nacionalismos y las disputas raciales y étnicas. Sin embargo, a la luz de los increíbles acontecimientos ocurridos en Nueva York, todo indica que ni los medios de transporte cada vez más veloces ni los de comunicación cada vez más ubicuos hicieron mucho por estrechar los lazos de la familia humana.
Como cantaba Bob Dylan, uno se pregunta: "¿Cuántas muertes se requerirán aún para que se percaten de que ha muerto demasiada gente?" Por estos días la vida humana no tiene mucho de sagrado.
El psiquiatra Fredric Wertham escribió: "Si tuviera que comparar la violencia con alguna enfermedad, la compararía con el cáncer. Nos damos cuenta de él a través de su manifestación local, pero puede extenderse y es mortal si no se lo detiene a tiempo."
Por supuesto que es una responsabilidad muy delicada decidir cómo responder a estas agresiones. Pero hay que tener en claro que la violencia corrompe y engendra violencia. Y que sólo la paz nos hará invulnerables.
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