El paisaje imaginario que resultó ser natural
En 1992, Nature publicó un trabajo en el que se describía una serie de depresiones alargadas del terreno detectadas en Río Cuarto, provincia de Córdoba, como cráteres debidos al impacto de meteoritos de gran tamaño. Este artículo, que fue nota de tapa, había sido remitido por Peter H. Schultz, de la Universidad Brown, y Rubén E. Lianza, de la LTV Aircraft Products Group, de los Estados Unidos. Los supuestos cráteres habían sido descubiertos por Lianza en 1990, mientras realizaba vuelos de rutina.
Sin embargo, un grupo de científicos argentinos llegó a la conclusión de que estas estructuras no poseen un origen extraterrestre, sino que fueron formadas por el viento hace miles de millones de años. En realidad, se trata de antiguas dunas formadas durante un período árido o semiárido. Los resultados de estos estudios, realizados por Alberto Cione, Eduardo P. Tonni y Jorge San Cristóbal, de la Universidad Nacional de La Plata, junto con Pedro Hernández, Adrián Benítez, Fernando Bordignone y Jorge Perí, de la Universidad de Luján, fueron publicados en la revista holandesa Earth, Moon and Planets.
Según Schultz y Lianza, a lo largo de una línea de 50 kilómetros que corre en dirección nordeste-sudoeste, se observan diez de estos cráteres, que llegan a medir algo más de cuatro kilómetros de largo por un kilómetro de ancho. De acuerdo con la forma y el tamaño de las depresiones, y con simulaciones de impactos realizadas en el laboratorio, estos autores habían llegado a la conclusión de que se debían a la caída de un meteorito de entre 150 y 300 metros de diámetro, con un ángulo de incidencia extremadamente bajo, inferior a los 15 grados. La hipótesis del impacto se veía reforzada por el hallazgo en la zona de dos trozos de meteoritos de algunos centímetros de largo, además de unos pequeños fragmentos rocosos, de aspecto esponjoso y color oscuro, que se asemejan a las escorias de origen volcánico.
Viento milenario
En 1992, poco tiempo después de la aparición del artículo en Nature, Arthur Bloom, de la Universidad Cornell, Estados Unidos, publicó en la revista de la Sociedad Geológica de ese país un resumen en el que refutaba las ideas de Schultz y Lianza. El trabajo realizado por los investigadores argentinos se basó en el resumen de Bloom y en los estudios de depósitos eólicos realizados por María Lidia Sánchez y Mónica Teresa Blarasín, de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
"Desde hace varios miles de años -explica Tonni-, en el área chacopampeana se sucedieron períodos secos con otros húmedos de menor duración. Durante esas épocas secas se formó una serie de estructuras de origen eólico, tales como sistemas de dunas, que fueron descriptas por varios autores desde fines de la década del 50." El investigador agrega que, por ejemplo, en 1984, dos científicos de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Cantú y Degiovanni, publicaron un trabajo en el que describieron el sistema de dunas interpretado por Schultz como un campo de cráteres y adjudicaron su formación a un período seco de los últimos 10.000 años.
Las principales objeciones a la hipótesis del impacto son la asociación de los supuestos cráteres con dunas que tienen las mismas características y orientación, que no fueron tenidas en cuenta por Schultz y Lianza, además de la falta de un verdadero borde elevado de acumulación de materiales eyectados durante el supuesto impacto y la ausencia de alteraciones en el fondo, producidas por la caída de un cuerpo de gran masa y a una elevada velocidad.
Si bien la hipótesis del impacto era mucho más espectacular y traía a la imaginación acontecimientos catastróficos de extinciones masivas, los diversos estudios realizados por los investigadores argentinos permiten afirmar que el origen de las depresiones de Río Cuarto es mucho más modesto, ya que simplemente se trataría de algunas de las muchas estructuras asociadas con dunas distribuidas en la llanura chacopampeana.