Evitar el pesimismo, clave para la salud
Es tanto o más importante que ser optimista; especialistas en salud mental analizan las bondades de una vida positiva
Cuenta la historia que, en 1914, los laboratorios de Thomas Edison en Nueva Jersey fueron destruidos casi totalmente por el fuego. En una noche, Edison perdió dos millones de dólares en equipos y los registros del trabajo de casi toda una vida. Sin embargo, a la mañana siguiente, mientras caminaba entre los escombros, no se abandonó a la desesperación: "El desastre tiene algo muy bueno -reflexionó-. Todos nuestros errores se esfumaron. Gracias a Dios, podemos empezar de nuevo."
Este tipo de mirada positiva para enfrentar la adversidad, que permite a algunas personas analizar los problemas como un desafío, mientras otros se sienten abrumados ante los inconvenientes, está siendo estudiado con atención por psicólogos y psicoterapeutas, entre otras cosas, porque al parecer tiene una influencia cierta en la salud de las personas. Es más: todo indica que no sólo el pensamiento positivo puede preservar el bienestar, sino que aún más importante es evitar la visión negativa. Susan Robinson-Whelen, psiquiatra de la Universidad del Estado de Ohio, condujo un estudio en 224 personas que confirma esta hipótesis.
"En nuestro trabajo, resultó que el pesimismo tenía más influencia que el optimismo en el bienestar de las personas", dijo Robinson-Whelen, en diálogo telefónico con LA NACION. El estudio, que fue publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, se basó en las respuestas de los sujetos a dos cuestionarios que se tomaron con un año de diferencia. "No es que el optimismo no importara, pero el pesimismo lo superaba ampliamente", dijo la especialista. Y sugirió: "El optimismo y el pesimismo son rasgos muy estables de la personalidad de los individuos. Pueden cambiar, pero no suelen hacerlo".
Señales químicas
Es bien sabido que la mente y el cuerpo son dos extremos de un mismo sistema, íntimamente correlacionados, pero los diversos senderos de comunicación sólo ahora están comenzando a desentrañarse. Un descubrimiento de científicos de la Universidad de California, en San Francisco, publicado en el número de noviembre de Proceedings of The Nacional Academy of Sciences, de los Estados Unidos, mostró, por ejemplo, que una señal química que normalmente permite a las células nerviosas comunicarse entre sí también ejerce su acción sobre el sistema inmune.
La psicología, por su parte, sugiere que el mapa psíquico de un individuo tiene un efecto directo sobre sus procesos fisiológicos. Un estudio publicado en el Journal of Psychosomatic Medicine y dirigido por Vicki Helgeson, psicóloga de la Universidad Carnegie Mellon, encontró que las personas que obtenían bajos puntajes en tests de autoestima, optimismo y sentimiento de control sobre sus vidas tenían dos veces y media más posibilidades de sufrir un segundo episodio coronario. Otros dos trabajos publicados en el Journal of the American Psychological Association mostraron que la visión que una mujer tiene de su vida puede ponerla en riesgo de sufrir problemas de salud. El primero sugiere que la ausencia de una mirada positiva puede ser tan importante para la salud materna y fetal como el riesgo médico que tradicionalmente se toma en cuenta. El segundo, que la percepción del stress puede afectarla tanto como la pobreza. Los investigadores encontraron, por ejemplo, que las mujeres que se sentían en un lugar más elevado en la escala social dormían mejor y acumulaban menos grasa abdominal, un indicador de adaptación al stress.
Según la doctora Laura Kubzansky, psiquiatra de la Escuela de Salud Pública de Harvard, ver el vaso medio lleno -en lugar de medio vacío- también puede proteger a las personas mayores contra la enfermedad coronaria. Kubzansky dirigió un estudio realizado en 1306 hombres, que fue publicado en el último número de la Psychosomatic Medicine, en el que se los ubicó en una escala continua que va del pesimismo al optimismo. Por cada punto de ascenso hacia el optimismo se reducía el riesgo de enfermedad coronaria. Los hombres más optimistas tenían casi la mitad de riesgo del que tenían los pesimistas.
En diálogo telefónico con LA NACION, Kubzansky explicó que la escala que mide el optimismo de las personas se basa en "cómo explican lo que les pasa. Por ejemplo, si obtienen malas calificaciones en su trabajo, los optimistas pueden decir: lo que ocurre es que no tomaron en cuenta justamente lo que hago mejor, mientras que los pesimistas pueden pensar que todo les sale mal".
"Nuestro estudio se realizó sobre hombres mayores, pero es probable que el optimismo también tenga un efecto protector sobre los más jóvenes", afirma Kubzansky. El efecto protector del optimismo podría deberse, en parte, a que las personas que exhiben esa cualidad tienden a involucrarse en actividades saludables, como no fumar o hacer gimnasia. Pero la especialista de Harvard disiente de Robinson-Whelen. Para ella, el optimismo es una conducta esencialmente aprendida: sólo un 25% se debería a factores hereditarios.
Más allá de la teoría
Sin embargo, para Martín Etchevers, de la Facultad de Psicología de la UBA, "los americanos hablan de visión positiva como si fuera algo manipulable -afirma-. El estado de ánimo tiene que ver con la satisfacción de las expectativas. Claro que uno podría preguntarse qué viene primero, ¿el huevo o la gallina? A la gente que tiene más recursos le va mejor y tiene una visión más positiva. Pero en el otro extremo está la manía. ¿Se puede ser optimista independientemente de lo que ocurra alrededor de nosotros? Esa visión extrema de las cosas puede conducir al uso de píldoras antidepresivas para lograr un optimismo artificial".
"Si uno se encuentra, como ocurre hoy, con situaciones de angustia, imponer el optimismo es difícil. Por otro lado, sin una cierta crisis uno no puede modificar nada. Estos son marcos teóricos que produce cada cultura."
Más allá de las discusiones teóricas, es innegable que las dificultades existen y que hay distintas maneras de enfrentarlas. Tal vez haya que seguir el consejo que la célebre bailarina argentina Olga Ferri suele dar a sus alumnas cuando se desmoralizan ante las dificultades de la danza clásica: "En mi clase -las reprende- nunca se dice: "Se puede, ¡pero es difícil!" Se dice: "Es difícil, ¡pero se puede!»"
Perfil del optimista
- Espera que surjan dificultades, pero las toma como desafío
- Empieza por buscar soluciones parciales a los problemas
- Se siente en control de su futuro
- Es flexible y acepta lo que no puede cambiar
- No deja que lo ganen las cadenas de pensamientos negativos
- Siente que tiene una enorme capacidad de resistencia