La filosofía como método práctico para resolver problemas
"No siempre podemos cambiar los hechos de la vida, pero podemos cambiar la manera en que los interpretamos, que es lo que ayuda a mejorar la salud", resumió el profesor Lou Marinoff al explicar cómo la filosofía puede proporcionarnos una guía rápida para mitigar nuestras más diversas preocupaciones.
De visita en nuestro país para dictar dos seminarios en la sede porteña de la Universidad de Bologna, el autor de "Más Platón y menos Prozac", traducido a 21 idiomas, y "Pregúntale a Platón" (Ediciones B, 2000 y 2003) dialogó ayer con LA NACION sobre cómo resolver problemas cotidianos mediante la contemplación racional de sus circunstancias.
Según el filósofo, el mito de la caverna de Platón puede ayudarnos a mejorar la imagen que tenemos de nosotros mismos; el concepto de inconsciente colectivo de Jung, a mejorar las relaciones de pareja, y la ética de Kant, a sobreponernos a problemas en la universidad...
"Tener problemas es normal, y la congoja emocional no constituye necesariamente una enfermedad. Las personas que luchan por hallar una manera de comprender y manejarse en un mundo que cada día es más complejo no tienen por qué verse etiquetadas con un trastorno", postula el profesor Marinoff en uno de sus libros, en los que hace convivir despreocupadamente a Aristóteles, Epicuro, Darwin, Hume o Hobbes, entre otros pensadores, con The Beatles, Osho o Paulo Coelho.
El método consiste en eliminar mediante el diálogo el velo que las emociones construyen alrededor de un problema cotidiano para dejarlo al descubierto frente a nuestra razón. Esta, según el entrevistado, se encargará de analizarlo y presentarnos las opciones disponibles para solucionarlo.
En el camino, la ayuda o guía llega de la mano de un "consejero filosófico", con formación académica en filosofía y habilidad en la comunicación. Cada encuentro dura 50 minutos, lo mismo que una sesión con un psicólogo. "También podemos aprender de ellos... Pero sólo las cosas buenas", ironizó Marinoff.
-¿Cómo trabaja un consejero filosófico?
-Entrevista a sus "clientes" para ayudarlos a resolver problemas utilizando la filosofía.
-¿En qué consiste su método?
-No existe un solo método. Esto no es como el psicoanálisis, porque el ser humano es demasiado complejo. Muchas veces las personas comparten problemas, pero cada una es un ser único. En general, lo que hacemos es dialogar con los "clientes" en lugar de diagnosticarlos. No asumimos que el ser humano es básicamente un "animal" enfermo, sino que es un individuo que está sano. Nuestro método es un enfoque del ser humano.
-¿Por qué habla de "clientes" en lugar de denominarlos pacientes?
-Porque es un término más general. "Paciente" tiene una connotación relacionada con la enfermedad. Aristóteles ya hablaba de pacientes, pero los médicos tomaron una gran cantidad de palabras que transformaron en vocabulario clínico. Si hablo de pacientes, pueden pensar que soy médico, y no deseo confundirlos.
-¿Cómo pueden comprender la filosofía quienes padecen una patología psiquiátrica?
-No todo lo que se llama enfermedad lo es, pero como filósofos tenemos un ámbito de práctica... No trato de diagnosticar, por ejemplo, la esquizofrenia, pero tengo la preparación necesaria para determinar si puedo mantener un diálogo racional con un cliente. Si no, le sugiero que se le realice una evaluación médica. No tratamos de competir ni de reemplazar a los psiquiatras.
-¿Cómo elige un consejero filosófico la filosofía más adecuada para cada persona?
-Obviamente, cada uno es un ser humano con preferencias propias. De cada filósofo con el que se trabaja se pueden obtener distintas interpretaciones.
-¿Cómo evitan que la persona haga interpretaciones erradas?
-La idea no es confundir. Desde nuestro punto de vista, lo que queremos es que la persona descubra su propia "identidad filosófica". A veces hay que conocer distintos filósofos para descubrir cuál es el que mejor va con el cliente.
-¿Puede ser que una persona no encuentre su identidad filosófica?
-Ocurre muchas veces. La filosofía no es una panacea, no puede solucionar todos los problemas, pero la idea es arrojar luz sobre los acontecimientos.
En los 13 años que este doctor en filosofía de la ciencia, nacido en Canadá, ha acumulado como consejero filosófico ya atendió a más de 100 pacientes en sesiones individuales y a miles en encuentros grupales o "polidiálogos", como él los denomina.
Para Marinoff, "en las sesiones grupales el desafío es mayor para los filósofos, porque tenemos que guiar a muchas personas al mismo tiempo -aseguró-. Hay que lograr una equidad en el tiempo para que todos puedan hablar".
En esos encuentros, las personas plantean problemas variados. Sin embargo, las cuestiones de familia suelen ser las más comunes entre hombres y mujeres. "Cuando ocurre un cambio profundo en la vida -afirmó- es el momento en que el carácter de una persona se pone a prueba. Porque cuando todo anda bien es fácil ser racional, generoso o feliz, pero cuando algo altera la vida hay que mirar hacia dentro de uno mismo, que es donde está la filosofía."
-¿Cómo sabe que tiene éxito en un tratamiento?
-Cuando las personas se van es porque están bien [se ríe]. El problema es si insisten en seguir viniendo a la consulta. A diferencia de los psicólogos, no queremos mantener una relación de dependencia a largo plazo.
Cartera de "clientes"
- Nacido en Canadá, Lou Marinoff obtuvo su doctorado en filosofía de la ciencia en el University College, de Londres, y posteriormente se convirtió en investigador de la Universidad Hebrea de Jerusalén, docente de la Universidad de la Columbia Británica y profesor asociado del City College de Nueva York. Marinoff ha sido "consejero filosófico" desde 1991. Su cartera de "clientes" incluye a individuos, instituciones académicas, asociaciones profesionales, corporaciones y gobiernos. Es ex presidente de la Sociedad Americana para la Filosofía, el Counseling y la Psicoterapia, y presidente fundador de la Asociación Estadounidense de Consejeros Filosóficos (APPA). También es fellow del Foro Mundial de Davos.