Trastornos alimentarios, amenorrea y osteoporosis: una tríada peligrosa
La sufren mujeres jóvenes que se obsesionan por la práctica de deportes que exigen baja masa corporal
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Ni el más haragán de los sedentarios se atrevería a contradecir los argumentos científicos que defienden los beneficios de la actividad física. Moverse, dicen los expertos, siempre suma puntos en favor de la salud. Sin embargo, a la hora de hablar de las mujeres, esta regla tiene su excepción: la tríada de la atleta femenina.
Acuñada por el American College of Sports Medicine (ACSM) en 1992, esta condición está definida por tres elementos: los trastornos alimentarios, la amenorrea y la osteoporosis. Para el ACSM, se trata de un síndrome “verdaderamente serio”.
“No hay dudas de que lo es. Se observa con frecuencia en mujeres enloquecidas por hacer deportes, que prácticamente no comen –explica el doctor Héctor Kunik, médico cardiólogo, especialista en medicina del deporte y ex presidente de la Asociación Metropolitana de Medicina del Deporte–. Si bien la prevalencia de la tríada no se conoce ni aquí ni en otros países, tenemos datos sobre su principal disparador, los trastornos alimentarios, cuya frecuencia oscila entre el 15 y el 62% de la población femenina físicamente activa.”
El cuerpo perfecto
Según este especialista, “no se trata de una entidad que afecte sólo a deportistas de alta competencia; es muy común en adolescentes y adultas jóvenes que atraviesan por períodos de vida con alta vulnerabilidad”. Agrega el ACSM: “Los atletas varones también pueden desarrollar trastornos de la alimentación”, aunque en el sexo masculino son menos frecuentes.
Los desórdenes alimentarios abarcan un amplio espectro, aunque los más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia. En cuanto a la amenorrea, en las deportistas pueden registrarse las de tipo primario (ausencia de menarca –primera menstruación– en adolescentes que ya han cumplido 16 años) o secundario (ausencia de tres o más ciclos menstruales consecutivos luego de la menarca). La osteoporosis “implica pérdida de tejido óseo, inadecuada formación y deterioro de los huesos, además de un aumento de su fragilidad que lleva al incremento del riesgo de fracturas”, explica Kunik.
Aunque mucho se ha hablado acerca del peligro que acarrea la obsesión por un cuerpo perfecto, los estudios más recientes indican que, sobre todo entre las jóvenes, esa idea sigue vigente. Ejemplo de ello es un estudio publicado en el último número del American Journal of Health Promotion: científicos de la Universidad de Minnesota realizaron una investigación sobre 5174 estudiantes secundarias de los Estados Unidos y comprobaron que “las chicas que practican deportes y enfatizan la idea de permanecer en cierto peso corporal tienen más probabilidades de desarrollar comportamientos alimentarios poco saludables”.
Los expertos encontraron que, además de los signos de alarma clásicos (excesiva obsesión por bajar de peso antes de una competencia, provocación compulsiva de vómitos, uso de píldoras para adelgazar o laxantes), otros factores, como la depresión, la historia de abuso sexual o de abuso de alcohol, cigarrillos o marihuana, podían ser indicadores de la vulnerabilidad a sufrir trastornos de la alimentación entre las que practicaban actividades en las que el peso corporal es trascendente, como la gimnasia artística o el ballet. Este subgrupo presentó incrementada una vez y media la tendencia a desarrollar un trastorno de la alimentación.
Como confirma el doctor Kunik, “la frecuencia de aparición de la tríada de la atleta femenina aumenta entre quienes realizan gimnasia deportiva, danzas, carreras de fondo e incluso natación, donde la asociación entre el éxito y los bajos niveles de grasa corporal puede desvirtuar los objetivos. En el desarrollo de este síndrome existen factores internos y externos, pero la atención debe ser fijada prioritariamente en los desequilibrios en la percepción de la imagen corporal, que llevan a una extrema delgadez en la búsqueda de un peso corporal ideal y fantaseado”, advierte el doctor Kunik.
Hábitos saludables
En las afectadas, la reducción del ejercicio, el incremento calórico dietético y el aumento del peso corporal podrían restituir la menstruación y aumentarían la densidad ósea. Pero para eso “hay que promover hábitos saludables, como consumir un número de calorías adecuado para cada persona, lo mismo con las proteínas, el calcio y el hierro. Se debe estimular a quienes desean una vida saludable a conversar con profesionales acerca de sus modificaciones alimentarias y sus ciclos menstruales. Debemos ayudar a que las pacientes acepten que el desarrollo y la maduración sexual son ciclos normales y deseables”, dice el doctor Kunik.
La tríada puede desembocar no sólo en el bajo rendimiento deportivo, sino aumentar la morbimorbilidad médica y psicológica. Lo más llamativo es que, según el ACSM, “muchas veces es negada, no reconocida y subreportada. Por eso, los entrenadores, los familiares y todas las personas que rodean a las chicas que practican actividad física deben estar alertados sobre el problema. Y hasta las mujeres con un solo componente de los que se incluyen en la tríada deben ser estudiadas para prevenir su aparición”.



