Un luchador contra los males de la sangre
Fue designado Médico del Año 2000.
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Entró al nuevo milenio con el título de Médico del Año 2000, otorgado por el Ministerio de Salud de la Nación. El doctor Santiago Pavlovsky -hijo del maestro de la hematología argentina Alfredo Pavlovsky, sobrino del académico de cirugía Alejandro Pavlovsky y ex alumno del eminente hematólogo francés Jean Bernard- no sólo tiene un ilustre pasado familiar.
Cuenta con 36 años de trayectoria. Se recibió de hematólogo en 1964 y se doctoró en medicina cuatro años más tarde. Becado por la Asociación ClaudeBernard, estudió en el hospital de Saint Louis, París, con Jean Bernard y Jacques Binet. En Buenos Aires, tuvo maestros de la talla de Alfredo Lanari y cofundó el Grupo Argentino de Tratamiento de la Leucemia Aguda.
La vocación y la herencia
En su consultorio del Centro de Internación e Investigación Clínica Angélica Ocampo, de Fundaleu, institución en la que dirige en el área médica desde 1989, el doctor Pavlovsky aclara que sus logros profesionales no se habrían concretado sin el apoyo -anímico y económico- de su esposa, Tatiana, "cuyo sueldo cuadriplicaba el de mi beca cuando vivíamos en Francia".
En los setenta, de regreso al país, creó la sección Oncohematología del Instituto de Investigaciones Hematológicas que fundó su padre.
-Desde entonces, ¿cuánto se ha avanzado en la lucha contra las enfermedades oncohematológicas?
-Muchísimo. Hace 30 años, las leucemias agudas eran consideradas mortales en el 100% de los casos. Ahora, el 80% de los pacientes pediátricos se cura. Algo similar ocurre con enfermedades como la de Hodgkin (linfoma que ataca a gente joven): en la década del sesenta, las curaciones llegaban al 20% y hoy alcanzan el 90%. También ha habido grandes avances en el campo de los trasplantes.
-¿No es paradójico que se haya avanzado tanto en la cura cuando todavía no se conocen las causas del cáncer?
-Sí. En cáncer ocurre algo diferente de lo que se observó en enfermedades infecciosas, como la sífilis o la tuberculosis, para las cuales hubo que identificar la causa para conseguir una cura. En la mayoría de los tumores sólo conocemos factores cocausales. Esto no significa que no nos guste el desafío del siglo XXI: conocer, por medio de la biología molecular, las alteraciones que vuelven malignas las células y hallar un camino para tratar esa alteración preservando las células sanas.
-¿Qué rasgo distintivo encuentra en la hematología con respecto a otras especialidades?
-Yo me dedico a las enfermedades hematológicas malignas, que constituyen el 20% del total de los tumores. Lo distintivo es que son vistas por hematólogos, mientras que otro tipo de tumores están más dispersos (el de colon, por ejemplo, involucra al gastroenterólogo y al oncólogo).
-¿Eligió la especialidad por este rasgo o por una cuestión de genes?
-Fue una decisión hereditaria. Mi padre cofundó la Sociedad Internacional de Hematología, descubrió las variedades A y B en la hemofilia y me marcó un camino apasionante, que yo no podía negarme a transitar.



