
Encontrá las guías de servicio con tips de los expertos sobre como actuar frente a problemas cotidianos: Adicciones, violencia, abuso, tecnología, depresión, suicidio, apuestas online, bullying, transtornos de la conducta alimentaria y más.
“Somos papás de un joven que está atravesando una adicción a las apuestas online. Probamos varias terapias pero no dieron resultado. ¿Cuál es el mejor tratamiento?”. “Mi hijo adolescente apuesta cuando se junta con los amigos, ¿cómo me doy cuenta si tiene un problema?”. “¿Cómo hacen los chicos para apostar si es ilegal siendo menores de 18 años?“.
La semana pasada, desde LA NACION convocamos a nuestros lectores a que compartieran sus preguntas sobre la problemática de la adicción a las apuestas online, y esas fueron algunas de las consultas que llegaron desde distintos puntos del país.
La iniciativa surgió tras publicar la historia de Valentino Solda, un joven de 21 años que vivió en carne propia esta realidad. Es, además, parte de Hablemos de Todo, el proyecto de Fundación LA NACION que se propone acercar herramientas para prevenir y actuar a tiempo frente a distintas problemáticas de salud mental que atraviesan las chicas y los chicos.
El responsable de responder las dudas fue el psicólogo Agustín Dellepiane, especialista en ludopatía y tecnoadicciones, y cofundador de Diálogos para Sumar, un equipo que realiza talleres de prevención en escuelas, clubes y comunidades de distintos lugares del país. Además, acaba de publicar el libro “Apuestas online en adolescentes y adultos jóvenes. Apostar hasta perderse: una brújula para entender y prevenir de forma temprana”.
—Una de las consultas más repetidas fue: ¿por qué creés que esta problemática se extendió tanto entre los jóvenes? ¿Qué características tienen las apuestas online que las hacen tan atractivas?
—Hay varios factores. Por un lado, hoy nos encontramos con las apuestas al alcance de la mano, es decir, a través de los celulares, que es el terreno donde más se mueven los adolescentes. Por otro lado, hay tres hitos que jugaron un rol importante: la legalización de las apuestas online en 2019 en varias provincias del país; la pandemia, donde nos empezamos a vincular de una manera mucho más apegada con la tecnología; y el Mundial de Fútbol 2022, donde sobre todo los adolescentes empezaron a querer mostrar sus saberes futbolísticos y la posibilidad de apostar online era una manera de hacerlo y de poder, encima, ganar un premio. A todo eso se suma el marketing, muchas publicidades en los partidos de fútbol, en las camisetas de los grandes equipos y en un mundo que los adultos no conocemos tanto, que es el streaming, donde no solo se promociona el juego legal sino también el ilegal, al que pueden acceder los menores de 18 años. Los streamers apuestan en vivo, muestran cómo jugar y además les dan a los chicos bonos de bienvenida, que son como fichas para empezar a apostar. Esa es la carnada. Estamos viendo chicos que apuestan desde los 12 años.
—¿Qué relación hay entre los jueguitos que juegan los chicos a edades más tempranas y la posibilidad de ir generando un terreno que predispone a las apuestas?
—¿Cómo acceden los chicos al dinero para apostar, sobre todo teniendo en cuenta que en muchos casos son preadolescentes?
—En general, usan la tarjeta de crédito de los padres. Dando charlas en colegios me encontré con muchos chicos que nos contaban que le sacaban la tarjeta a los padres, hacían gastos inmensos, y después tenían que dar explicaciones cuando llegaba el resumen de la tarjeta. Pero también hoy hay mucho acceso a las billeteras virtuales, por ejemplo.
—¿Cuáles son las señales de alerta de este tipo de adicción, que suele ser “silenciosa” en comparación a otras?
—Sí, es silenciosa, porque a diferencia de las adicciones a las sustancias, que son más visibles o ruidosas, en el caso de las adicciones comportamentales y sobre todo las que se vinculan al uso de la tecnología y las apuestas, no hay algo que directamente nos haga asociar o linkear con la problemática. Por eso, lo más importante es armar un puente a partir del diálogo, más que descubrir in fraganti a los chicos. Pero sí hay algunas señales a tener en cuenta: usan más el celular y lo hacen de una forma distinta, escondiéndose. El uso del dinero empieza llamar la atención. Por ejemplo, hay chicos que vuelven del colegio sin haber almorzado porque usan esa plata para apostar. O piden plata para alguna salida pero no terminan yendo o destinan su mensualidad a las apuestas. Pueden llegar incluso a robar dinero a familiares o amigos. Esta es la adicción que más afecta no solo a la persona que la sufre, sino a su entorno, porque no solo te hacés un daño a vos mismo, sino que muchas veces dañás el patrimonio familiar, la economía, los proyectos. Eso genera mucha culpa y se asocia con la necesidad de castigo. Muchas veces ahí empiezan todas las ideas de autolesiones. La ludopatía es la adicción que más suicidios produce.
—¿Cómo hace un niño o un adolescente de menos de 18 años para apostar online?
—Uno de los canales es a través de los “cajeros”, que son como los dealers, las personas a las cuales vos le das la plata y te dan fichas virtuales para que accedas a las plataformas de juego y puedas apostar. Muchas veces, ese contacto se da a través de WhatsApp, pero un cajero también puede ser un compañero de colegio que lo hace porque le gusta ese ambiente o porque quiere ganar dinero de esa manera. Si vos perdés tu apuesta, el cajero gana plata, con lo cual se genera una situación rara en el vínculo entre amigos o compañeros. Pero también pueden ser personas que te contactan por redes sociales, eso es muy habitual también.
—¿Cuándo empiezan las apuestas a ser un problema? ¿Hay distintos tipos de apostadores?
—Primero están los apostadores sociales, que son los chicos que empiezan a apostar como diversión en las previas o con su grupo de amigos. Hoy se ve mucho en los colegios que está el grupo de los que apuesta mucho y arriesgan más, y de los que apuestan menos. Se va generando pertenencia, que es algo típico de la adolescencia. Son más valorados los arriesgan más y de alguna manera son los “elegidos”, que supuestamente aciertan más, cuando en verdad es lo que nosotros llamamos el “sesgo de confirmación”: te cuentan las que ganan y nunca las que pierden. Después están los apostadores problemáticos, que empiezan a apostar solos y ya no lo cuentan. A esto se suma la posibilidad de hacerlo las 24 horas, todos los días, a través del celular. Ahí empieza a generarse un vínculo problemático de dependencia, aunque todavía no llega a ser compulsivo. El apostador compulsivo es cuando aparece el endeudamiento y el pensamiento mágico de que la única manera de recuperar lo perdido es a través de un golpe de suerte, ganando la apuesta. Cuando se instala esa idea, es muy difícil desarmarla, porque la persona entra en un trance. Si ganan, siguen apostando, porque lo hacen por necesidad, por esa búsqueda de adrenalina y placer. Entran en un círculo del cual no pueden salir.
—Un lector nos dice: “Estoy pasando por esto, estoy perdiendo a mi familia, dejándola de lado, descuidando a mis hijos. Cada peso que tengo lo gasto en eso hasta apostar todo sin dejarme nada para comer”. ¿Qué le dirías a alguien que, cómo él, está pasando por esto y aún no pudo pedir ayuda?
—Que quienes encontraron una salida a esta problemática lo hicieron pidiendo ayuda. El problema es quedarse en silencio y encerrado, porque eso perpetúa la enfermedad. Si no tiene a alguien de confianza en la familia o un amigo, un paso importante es buscar la ayuda de un especialista o, en caso de que no pueda acceder a uno, acercarse a una salita o un hospital, donde seguro va a recibir una orientación. Eso es lo primero para salir de la lógica del silencio y empezar a buscar una respuesta a su problema.
—“Mi padre tiene una adicción al juego y no la acepta o reconoce. ¿Qué puedo hacer para ayudarlo?”, consulta otro lector.
—Lo más importante es que pueda acudir a un profesional. Pero si no está dispuesto o se resiste, es valioso que cualquier familiar o vínculo cercano concurra a una entrevista de orientación con un profesional para hacer consultas, elaborar un diagnóstico presuntivo de la situación por la que está pasando la persona y el entorno, y analizar estrategias o alternativas para lograr el consentimiento de la persona afectada y que se pueda incluir posteriormente al tratamiento.
—Una mamá de un joven con esta problemática, pregunta sobre cuáles son los tratamientos más efectivos. Dice: “Me gustaría saber si ayudan más los grupos, los psiquiatras particulares o si es mejor psicoanálisis conductual o no. Si deben hacer tratamiento con gente adicta a sustancias o no. Nosotros no hemos encontrado la solución”.
—Los tratamientos se definen primero haciendo un diagnóstico de la situación. No podemos decir cuál es el mejor dispositivo para un paciente sin saber cuál es la problemática y conocer sus características personales. Es fundamental conocer cuáles son las causas de la adicción y trabajarlas, porque poder dejar las apuestas implica hacer un duelo, es perder algo que ocupa un lugar muy importante en la vida de esa persona. Después, hay dispositivos que ayudan mucho. El grupal es bárbaro porque las personas están acompañadas por otros que pasaron por situaciones muy similares y dan su apoyo. Un paciente una vez me dijo: “Acá puedo ver a las personas a la cara y me mantienen la mirada, porque muchas veces me pasa con mi familia o amigos que no me pueden ver a los ojos por todas las cosas que hice”. Hay un acompañamiento especial donde te entienden, te dan herramientas y te sostienen en momentos críticos. Pero ese no es el único camino que debemos tomar. Es importante también que la persona pueda tener un espacio de terapia individual con un especialista y también es clave la orientación a la familia.
—Hablando de las familias, una lectora nos dice: “Somos una familia de bien, trabajadora. Nadie en la familia fue al casino nunca … y no la vimos venir. Eso nos da culpa también. ¿Qué le dirías a los familiares que tienen estos sentimientos?
—Que esta problemática se puede dar en cualquier familia. No es algo genético ni que uno, muchas veces, pueda prever. Es algo que creció de forma exponencial en el último tiempo y está afectando a cada vez más personas. Les recomiendo que puedan transformar esa culpa en trabajo de ayuda y acompañamiento, en intentar no juzgar sino comprender la situación y buscar conseguir las herramientas para poder avanzar de la mejor manera posible.
—También en esa línea, te consultan: “¿Cuál es el rol de la familia? ¿Cómo poder acompañar y sostener? Se hace dificultoso el manejo del dinero o tarjetas de crédito cuando los adolescentes pasan a ser adultos. Mi hijo tiene 22 años. Entonces se hace complejo limitar el acceso a tarjetas, ya que por ahí cobra su salario. Pero la pregunta fundamental es cómo acompañar como familia”.
—La familia, los clubes, las escuelas, tienen un rol fundamental. Porque la persona que tiene esta problemática no la reconoce. La pérdida de vínculos, el desinterés que están teniendo por otras actividades de su vida, como puede ser el trabajo, el estudio, los deportes, el amor, eso no lo registran porque están poniendo toda su líbido en las apuestas. La familia es fundamental para mostrarle todas las cosas que se está perdiendo la persona y que las pueda recuperar. Es un proceso, pero si se empieza a hacer ese camino, la posibilidad de recuperar el potencial de tu vida, tus vínculos, de saldar tus deudas que te parecen imposibles de pagar, de alguna manera se resuelve. Lleva tiempo, pero siempre hay una salida. Entonces la familia es la que tiene que insistir y no escaparse al primer “no”, “este es mi problema”, “esta es mi plata”. Quien tiene esta problemática no es libre.
Esta iniciativa de Fundación LA NACION es parte del proyecto “Hablemos de todo”, que incluye guías con información útil sobre cómo prevenir y actuar frente a problemáticas frecuentes que afectan la salud física y mental de niñas, niños y adolescentes.
Si conocés a algún joven que quiera compartir su testimonio sobre alguna problemática vinculada al uso de las redes sociales (como ciberbullying, grooming, ansiedad, depresión e ideas de muerte, adicción a la pornografía, las redes sociales o los videojuegos, entre otras) escribinos a hablemosdetodo@lanacion.com.ar