Arte abstracto argentino en Proa
Reúne colecciones poco exhibidas de movimientos locales, como el Madí, el concreto y el perceptismo
Montar esta muestra no es nada fácil, se nota. Los encargados de poner a punto Arte Abstracto Argentino -que se inaugura hoy, a las 13, en la Fundación Proa (Pedro de Mendoza 1929)- deben lidiar con pinturas cuyos marcos no son rectangulares y tienen las formas más extrañas. Difícilmente alguien pueda discernir cuál es la parte de arriba y cuál la de abajo.
Pero, de a poco, las salas se van poblando de obras tan fuera de lo común como trascendentes y fundamentales para el arte argentino. Son unas 60 pinturas y esculturas. Todo un testimonio -que ya puede ser considerado histórico, sin duda- de aquellos artistas que en los años 40, tras romper con el arte tradicional, lucharon para difundir en el país una estética nueva: la abstracción.
"Puede sonar como algo lejano para muchos, pero hoy esa estética se nos hace presente a diario en los objetos que nos rodean", explica Adriana Rosenberg, presidenta de la Fundación Proa. Y los autores de las obras que se exponen desde hoy fueron pioneros en colmar el mundo con esas formas.
En el Río de la Plata, los artistas no se contentaron con acoplarse a las vanguardias que proclamaban lo abstracto desde Europa, sino que intentaron ir más allá, y terminaron creando un tipo de arte con características propias que, en ocasiones, se llegó a exportar hacia el Viejo Mundo. Toda una rareza. Eso es lo que se ve en las salas de la fundación.
La muestra viene de provocar sensación en Italia. Estuvo expuesta en la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo de Bérgamo (Gamec) durante cuatro meses y llega al país con la propia galería como uno de los organizadores.
¿Incomprensible?
Arte Madí, arte concreto-invención, perceptismo... Tan incomprensibles como los nombres de las corrientes artísticas rioplatenses representadas en Proa pueden resultar las obras para un público poco familiarizado.
¿Que no se entienden? ¿Que son sucesiones incoherentes de formas geométricas? Nada de eso. Derrotar el prejuicio es el primer paso para ingresar en un mundo que puede resultar fascinante.
Aunque no se pueda decir que es especialmente didáctica, la muestra intenta recrear la efervescencia de los ambientes culturales porteños de los años 40. Jóvenes entonces -y pesos pesados hoy-, como Carmelo Arden Quin, Gyula Kosice, Tomás Maldonado, Raúl Lozza, Lucio Fontan y Rhod Rothfuss, entre otros, se unían, se peleaban, trabajaban juntos o discutían, pero a todos los unía una obsesión común: difundir la nueva estética.
Así, pasaban largas horas intentando "purificar" formas y colores. Rechazaban cualquier alusión en su arte a los objetos reales porque querían hacer arte por el arte mismo. Para ellos, el arte era invención y no el intento de copiar la realidad.
Así, investigaban sobre cosas que pueden sonar tan complejas como, por ejemplo, de qué manera evitar que un cuadro funcione como una ventana hacia un mundo ilusorio. O cómo lograr suprimir la función de "organismo continente" de un cuadro, es decir, de una superficie dentro de la cual se desarrolla un suceso.
Entonces sí, al acercarse a estas historias y conceptos, las obras que se ven en las salas de Proa van adquiriendo sentido. Esas composiciones geométricas, al principio incomprensibles, empiezan a contar la historia del arte rioplatense y desnudan su intención experimental. Porque aquí cada obra es arte, pero también un experimento.
Se aprende, entonces, que las composiciones no son arbitrarias, que cada línea tiene un porqué. Y que, de hecho -para sorpresa de los novatos-, los pioneros de la corriente abstracta en el país detestaban el automatismo; es decir , tomar un pincel y dejarlo vagar por el lienzo libremente.
Arte para pensar
"Está bien... Difícilmente alguien se ponga a llorar frente a alguna de estas obras -dice Adriana Rosenberg-. Pero estos artistas no buscaban emocionar ni contar una historia. Lo que ellos querían era experimentar y obligar al espectador a pensar."
Lo cierto es que aproximarse al entendimiento de este arte requiere algo más que pararse frente a las obras. Quizá por eso, los organizadores consideran parte importante de la muestra el voluminoso catálogo de 230 páginas, que incluye los antecedentes del arte abstracto en el país, las vanguardias, las muestras, los manifiestos y las publicaciones.
Para los entendidos, Arte Abstracto Argentino brinda la posibilidad de disfrutar de uno de los momentos más brillantes del arte local, además de poder apreciar colecciones poco exhibidas. Para los neófitos, es una oportunidad para perderle el miedo al arte moderno y desterrar el prejuicio.
La entrada cuesta $ 3 y está abierta de martes a domingos, de 11 a 19.