De París a Buenos Aires, relaciones particulares
Alberto Giacometti no estuvo nunca en América del Sur. De todos modos, los artistas activos en París, en los años 30, no necesitaban viajar para tomar contacto con artistas, mecenas y coleccionistas latinoamericanos.No es casual que una de las primeras coleccionistas de Giacometti haya sido una argentina: la joven "mademoiselle de Alvear" que, como Giacometti se complace en comunicar a sus padres, es también sobrina del general Carlos María, de quien Antoine Bourdelle (maestro de Giacometti en los años 20) esculpió el monumento que hoy domina el barrio de la Recoleta.
Poetisa y escritora, Elvira de Alvear (1907-1959) estaba ligada al nombre de Jorge Luis Borges. Además de dedicarle una poesía ("Elvira de Alvear", El hacedor, 1960), pareciera que el escritor se hubiera inspirado en ella para algunos de sus relatos.
En su residencia parisina se encontraban a menudo intelectuales y escritores como Miguel Ángel Asturias, Rafael Alberti y Vicente Huidobro, quienes colaboran en la revista que Elvira de Alvear dirige y patrocina en 1931, Imán, cuyo secretario de redacción es Alejo Carpentier. Entre los demás colaboradores, se destacan, junto a Hans Arp, Xul Solar, Robert Desnos, Jean Giono o John Dos Passos, algunas personalidades a las que Giacometti estaba especialmente ligado, como Michel Leiris y Georges Bataille, promotores, en los mismos años, de la revista Documents, en la que había sido publicado, en 1929, el primer artículo sobre Giacometti en Francia.
El boceto de la escultura y un manuscrito del artista de mediados de los años 30 confirman que la obra comprada por Elvira de Alvear es un ejemplar en yeso de Tête qui regarde (Cabeza que mira), de 1929. Es difícil afirmar con seguridad cuándo Elvira de Alvear abandonó París, y establecer el destino de la escultura de Giacometti, de la que no hay huellas en la Argentina. Se supone que la coleccionista no habría comprado, luego, ninguna otra obra, ya que la crisis económica de 1929 la golpeó duramente.
Entre los encuentros importantes de Giacometti en este feliz período parisino se destaca el que tuvo con Jean-Michel Frank, el decorador que, con los sobrios arreglos de los interiores de Pierre Drieu La Rochelle, Charles Peignot, Alice Cerf y Nancy Cunard, había conquistado en los años 20 el gusto moderno parisino. La colaboración entre Giacometti y Jean-Michel Frank representa para el artista una nueva y más fértil relación dentro del coleccionismo sudamericano.
Frank, director artístico de la sociedad Chanaux, colabora asiduamente, a partir de 1932, con la argentina Comte, fundada por Ignacio Pirovano, su hermano Ricardo y los arquitectos José Enrique Tívoli y Mariano Mansilla Moreno, con la idea de crear una sociedad capaz de compararse con las empresas europeas de moblaje y decoración. En septiembre de 1939, Jean-Michel Frank (de origen judío) logra huir de la ocupación nazi y de las leyes raciales promulgadas en Francia y, en 1940, llega a Buenos Aires. Frank invita a Giacometti a seguirlo, imaginando interesantes desarrollos de su obra del otro lado del océano, sobre todo cuando Europa se prepara para afrontar una guerra. Sin embargo, Giacometti no acepta la invitación y, así, otro potencial capítulo de esta historia queda inconcluso.
No existe documentación sobre un encuentro entre Giacometti y Pirovano en Francia. Pero gracias a su estrecha colaboración con Frank muchos de los muebles, lámparas u objetos de arte decorativo realizados por el artista pasan a formar parte de prestigiosas colecciones argentinas. Esto se ve en algunas fotos publicadas en el diario La Nacion en marzo de 1941, entre las que se reconocen una lámpara Figure en la sala de Francisco Murature y una lámpara Marianne, en la de Alejandro Santamarina y María Felisa Naón.
Giacometti se encuentra en París con Jorge y Matilde Born, cuya residencia de San Isidro representa la apuesta más importante de Jean-Michel Frank en la Argentina. Matilde Born recuerda los encuentros con Giacometti antes de la guerra, en la época en la que "un grupo de artistas discutía sobre la decoración de nuestra casa, que se iba a construir en Buenos Aires". Giacometti, Frank, Christian Bérard, Emilio Terry, quizá también Dalí, se habrían encontrado "durante cinco meses, casi todos los días", para realizar el proyecto. En 1965, el matrimonio Born visita por última vez a Giacometti en su estudio. La muerte de Giacometti, en 1966, impidió que el artista cumpliera la promesa.
Traducción: Osvaldo Alzari
Cecilia Braschi
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