Dilemas de la integración

¿Qué es una frontera? Responder esta pregunta obliga a desagregar una gama heterogénea de significados jurídicos, políticos, militares y socioculturales. Alejandro Grimson --doctor en antropología, investigador del Conicet y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)-- estudia en La nación en sus límites la frontera marcada por el puente que une, desde 1945, Paso de los Libres y Uruguayana. Resultado de un trabajo de campo realizado por el autor entre comienzos de 1999 y fines de 2001 ("es decir, hasta el fin de la convertibilidad"), el libro se propone una etnografía en y de la frontera como una etnografía del vínculo entre ambas ciudades, "En el límite material, el puente o la aduana, y en los límites simbólicos de las percepciones, los hábitos y los modos de identificación".

A ambos lados hay prácticas y creencias compartidas: religiones "afro", gauchos o gaúchos; en ambos lugares se celebra el carnaval. Sin embargo, "las mismas prácticas adquieren, en cada configuración y espacio nacional, significados específicos distintivos". La vida en ese lugar, observa el autor, se encuentra atravesada por las identificaciones nacionales. Por esta razón, la historicidad de la frontera debe estar presente en una antropología que busque considerar la relación entre Estado, nación, territorio e identificaciones. Esto explica que el autor dedique algunos capítulos a una etnografía histórica de los imaginarios construidos sobre este espacio fronterizo, vinculados con las características que tuvo el proceso de nacionalización.

En este escenario Grimson intenta comprender los procesos de hibridación de las prácticas culturales: los patrones de diálogo, las jerarquías, el matrimonio transfronterizo. Hacia mediados de 1960, por ejemplo, "Sara dice que las mujeres buscaban un marido argentino; en ese momento tenían cierto brillo". En la actualidad, en la medida en que tiende a modificarse la jerarquía entre ambos países, los uruguayanenses tienden a identificar a los libreños con los correntinos pobres, a diferencia de antes, cuando los identificaban con europeos y blancos.

El autor distingue tres fases: la primera durante el período colonial, signada por el encuentro de españoles y portugueses y centrada en las disputas por el territorio; la segunda, dominada por la construcción de hipótesis de conflicto que nunca se concretaron, y, finalmente, desde 1980, la paulatina aceptación de planes de integración. Grimson señala que, en el escenario neoliberal en el que se concreta, esta última tendencia se traduce en el abandono de políticas activas de desarrollo para ambas zonas. Durante una protesta que consistió en el bloqueo del puente con taxis y automóviles de ambos países, cuenta Grimson, un grupo de "pasadores" sostenía que "el Mercosur te cierra puentes, te prohíbe pasar más de una vez por mes". La percepción de la gente de la zona es que la integración genera exclusión.

La nación en sus límites es un libro notable por varias razones. La principal es tal vez que logra un montaje sin fisuras de registros tan disímiles como el estudio del papel histórico de los Estados y la indagación microsocial del estudio etnográfico. Desde lo teórico, el autor trabaja esta articulación a través de nociones como la de "comunidades imaginadas", de Benedict Anderson, para referirse a los procesos de imaginación comunitaria, o la de "cultura de contacto", tomada de Cardozo de Oliveira, para aludir al modo en que se articulan los vínculos entre grupos portadores de identificaciones no homogéneas.

En esta densa trama, el relato de siglos y décadas se integra en la crónica y en las "voces" cotidianas, no sólo las de los actores, sino también la del propio autor, que implícitamente asume que el suyo es un discurso localizado. El resultado es bastante más que un riguroso estudio de caso. El libro también aporta elementos centrales para la reflexión acerca del sentido político de una antropología desde la periferia y de los efectos que sobre gente concreta ejercen fenómenos omnipresentes como el proceso de globalización.

Por Diego H. de Mendoza

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