Distinguen a un atípico museo argentino ubicado en una localidad recóndita de la Patagonia
Con el premio al ecomuseo Barda del Desierto, por primera vez el comité internacional de arte contemporáneo destaca a una institución argentina; también obtuvo un reconocimiento de la Fundación Williams
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El ecomuseo privado, de uso público y a cielo abierto Barda del Desierto, ubicado en Contraalmirante Cordero, localidad de tres mil habitantes ubicada en el norte de Río Negro, ganó el Premio a la Práctica Museística Destacada 2025 (OMPA, por su sigla en inglés), que otorga el Comité Internacional para Museos y Colecciones de Arte Moderno (Cimam). Es la primera vez que un museo argentino recibe este premio instituido en 2021.
Barda del Desierto tiene setenta hectáreas y utiliza tecnologías digitales (QR) de impacto ambiental nulo; las bardas son mesetas bajas, típicas del desértico paisaje norpatagónico. Integran el equipo de la institución María Eugenia Cordero, Cecilia Maletti, Flavia Visconte, Belén Arenas Arce y Carla Gebetsberger.
El proyecto comenzó en 2014 como Residencia Artística Barda del Desierto, en la Escuela Primaria n° 135 de Contalmirante Cordero (el pueblo rinde tributo a Bartolomé Leónidas Cordero, uno de los creadores de la Armada Argentina). Hasta 2019 se realizaron seis ediciones consecutivas, en las que participaron más de cincuenta artistas, curadores e investigadores del país y del exterior, que vivían y trabajaban en el territorio durante un mes, desarrollando obras vinculadas con la geografía cultural, social y ambiental de la región.
En 2022, se creó el Museo Barda del Desierto, concebido como un ecomuseo de arte contemporáneo, sin un espacio edilicio, que funciona como una arquitectura territorial, física y digital, donde el paisaje es el principal soporte. El acceso a las obras se hace a través de placas instaladas en el recorrido de cada “sala” al aire libre, con la localización del emplazamiento de las obras. Las placas contienen la ficha técnica y un código QR para acceder al registro sonoro, audiovisual y fotográfico de las obras.
El museo, ubicado a 1200 kilómetros de Buenos Aires (y a 30 de la capital de Neuquén), está abierto todo el año, y tiene entrada libre y gratuita. Se debe evitar recorrerlo con altas y bajas temperaturas.
Las diecinueve obras de Barda del Desierto tienen formato digital (con registros de videoarte, performance y site-specific); sin embargo, el museo no es virtual, sino que se extiende a lo largo de las setenta hectáreas de estepa, sobre la margen del río Neuquén, que pertenecen a la familia Cordero. Se pueden ver trabajos de Luis Camnitzer, Julia Rossetti, Fede Gloriani, Magdalena Morello, Marina Cisneros, las mexicanas Laura Garduño y Gabriela Munguía, los brasileños Thiago Guedes, Danielle Spadotto y Fábio Tremonte, el colombiano Andrés Felipe Castaño, el chileno Gonzalo Cueto y el peruano Arturo Torres Cabrera, entre otros.
Con la geolocalización de las obras se genera el circuito museístico, que se divide en tres salas: Tiempo, Mapa y Ficciones. Hay además exposiciones temporarias de artistas patagónicos. Para hacer el recorrido, es necesario llevar celular, auriculares, material para escribir o dibujar, calzado cómodo, gorra, bebida hidratante, protector solar y repelente.
Premiación en Turín
La distinción fue anunciada a finales de noviembre, en el marco de la 57ª Conferencia Anual del Cimam, en Turín, Italia. El premio reconoce prácticas museísticas innovadoras, sensibles al contexto y comprometidas con la sostenibilidad. En esta edición se recibieron 48 nominaciones de museos de todo el mundo.
Además del museo rionegrino, fueron reconocidos la Bergen Kjøtt Foundation, de Bergen (Noruega), por su enfoque en la igualdad de género, y el Museo Palestino, de Birzeit (Palestina), que opera en circunstancias extremas sin dejar de movilizar a la comunidad local. El comité de selección destacó la capacidad de los proyectos premiados para proponer modelos replicables, sostenibles y transformadores dentro del ecosistema museístico global.
“Es uno de los reconocimientos internacionales más relevantes en el ámbito de los museos de arte contemporáneo que otorga una red global de directores y profesionales de los principales museos del mundo -dice a LA NACION la artista y curadora María Eugenia Cordero, directora de Barda del Desierto-. El premio distingue prácticas museísticas innovadoras y, en nuestro caso, valora el Proyecto Arquitectónico del Museo Barda del Desierto, concebido como una arquitectura de límites difusos: un museo sin edificio, emplazado en el territorio de la Norpatagonia, que articula arte contemporáneo, arquitectura, tecnologías digitales y comunidad desde una perspectiva ecológica y no extractiva”.
“En Barda del Desierto, las obras no se alojan en salas, sino que se inscriben en el paisaje, geolocalizadas en el lugar original de producción, y son accesibles mediante dispositivos digitales -explica Cordero-. El museo se activa en la caminata, en el cruce entre cuerpo, territorio y obra digital. Esta propuesta fue destacada por Cimam por su compromiso con la justicia ecológica, el cuidado colectivo y la reinvención del museo más allá de los modelos tradicionales”. También se valoró el hecho de que la iniciativa se puede replicar en otros ámbitos.
El premio es de carácter simbólico e institucional. “No implica un monto económico directo, pero posee un alto valor estratégico -señala la directora, que es tataranieta del contraalmirante Cordero-. Incluye el reconocimiento internacional, la presentación del proyecto ante la comunidad global de Cimam en Turín y la invitación a participar en su conferencia anual. Para un museo situado en el borde y fuera de los grandes centros artísticos, este reconocimiento tiene un impacto significativo en términos de visibilidad, legitimación y proyección internacional”.
Barda del Desierto se financia a través de “un modelo mixto y austero, basado en alianzas institucionales, colaboraciones con artistas, universidades y programas culturales, con apoyos ocasionales públicos o privados y, especialmente, un fuerte trabajo de gestión independiente”, dice Cordero. “No contamos con estructura edilicia ni con grandes presupuestos: el proyecto se apoya en la investigación, la cooperación y el compromiso con el territorio, lo que constituye parte central de su identidad”.
Este año, Barda del Desierto ganó además el Premio Fundación Williams, a través del programa Ensayar Museos y en la categoría de nueva exhibición, que aportará $ 30.000.000 para desarrollar el proyecto Sombra en 2026.
Por último, los reconocimientos coinciden con la reciente publicación del libro de descarga gratuita Educación y arte en territorio / Educação e arte no territorio, editado por Malba, la Pinacoteca de San Pablo y la plataforma La Escuela, que recoge experiencias y reflexiones pedagógicas situadas, y en el que el Museo Barda del Desierto participa como caso de estudio de “museología expandida”.





