El director del Museo de Arte Decorativo volvió a su despacho tras 90 días suspendido por el caso del robo
La secretaria de Patrimonio descartó una persecución política, “esa idea me resulta absurda”, dijo; la institución sigue intervenida mientras continúa la investigación por el faltante de veinte piezas
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Cumplidos los 90 días de la suspensión sin goce de haberes y mientras continúa la investigación por el robo de veinte piezas de su acervo, el director de Museo Nacional de Arte Decorativo, Martín Marcos, ya está de vuelta en su despacho. Pero el regreso no es a sus funciones, porque al frente de la institución sigue la interventora Marisa Baldasarre, directora nacional de Museos. “Así será hasta que se esclarezca el caso”, confirmó la historiadora del arte a LA NACION.
En el museo del Palacio Errázuriz se viven días de gran afluencia de público desde la inauguración de la muestra de Casa Tomada, retrospectiva de Gaspar Libedinsky, programada durante la gestión de Marcos. Al director se lo ve animado por los pasillos, dispuesto al diálogo con los trabajadores. Pero su presencia no deja de resultar inquietante después de la batalla que emprendió durante estos tres meses, desde que él mismo hizo la denuncia por las primeras obras faltantes. “Siento que las medidas impuestas buscan evadir responsabilidades de mis superiores, hacerme aparecer como responsable único de estos faltantes y aprovechar esta penosa situación para correr arbitrariamente de la dirección del museo a un funcionario concursado, con altas calificaciones e intachables antecedentes”, decía en la demanda de medida cautelar con la que inició un juicio contra el Ministerio de Cultura, con el expediente número 14084/2022 radicado en el Juzgado Contencioso Nº 8 el 28 de marzo, para revertir la resolución firmada por el ministro Tristán Bauer que suspendió sin goce de haberes en el MNAD el 26 de febrero.
Después de cartas de lectores y notas a la prensa en ese mismo sentido, señalando que la grieta política era lo que subyacía en su apartamiento, logró que su reclamo se oyera en la Cámara de Diputados de la Nación, cuando Hernán Lombardi, presidente de la Comisión de Cultura, llevó su denuncia por “discriminación y persecución política”. El texto del proyecto solicitaba “un detalle pormenorizado del expediente en el que se lleva adelante la investigación para determinar si existe animosidad y sesgo ideológico contra el director suspendido por parte de la actual gestión del Ministerio de Cultura”.
“Desde que se cumplió el plazo de los 90 días estipulados, Marcos está yendo otra vez al museo. Baldasarre continúa con la tarea encomendada por el ministro”, dice su superior, Valeria González, secretaria de Patrimonio Cultural de la Nación. “Al ser un director concursado, Marcos es planta permanente del Ministerio, más allá del cargo que ocupe”, explica. “Su separación fue una decisión del ministro totalmente sujeta a la norma, y esa norma tuvo una temporalidad, que concluyó y punto. Velar por el patrimonio es más importante que los nombres propios. Las herramientas del Estado deben ser usadas para eso, para cuidar la cosa pública. La idea de una persecución política me resulta absurda. Con ningún trabajador hemos hecho nada que tenga que ver con su ideología: es más, la desconozco. Sólo importa si la persona trabaja bien o mal”, dice González.
Baldasarre se encuentra en la etapa final de la revisión de todo el inventario del museo, el visu, que implica la inspección ocular del estado de cada una de las 6500 piezas que guarda el museo. “Por los informes parciales que fui recibiendo, avanzaron mucho en el volumen de piezas. Los registros estaban desactualizados y se están poniendo en orden”, dice González. Otro tema importante de su intervención es la instalación de un circuito de vigilancia por cámaras. El 15 de marzo ya estaba adjudicaba la licitación y comenzaban los trabajos de cableado, pero aún no está funcionando. “No es sencilla la instalación porque interviene Interpol también”, señala. Las veinte piezas robadas siguen sin aparecer.