El curioso récord de exportaciones de arte del Indec: lo que no dicen los números
La exportación de obras de arte es y ha sido un punto sensible en el mercado de arte argentino. Llama la atención, entonces, la suma registrada por el Indec, en noviembre de 2019, en concepto de pinturas "hechas a mano", que asciende a 416 millones de dólares.
¿De dónde salieron esas obras calidad museo que pueden pagarse precios récord?
No hay en la Argentina muchas colecciones con un Van Gogh excepcional, valuado en 300 millones de dólares; ni obras de Monet con 50 millones de dólares de cotización, cada una de ellas.
Solamente puede citarse como antecedente la venta de los cuadros de la colección Santamarina, que no integraron la donación hecha al Museo Nacional de Bellas Artes, y que fueron subastados en Londres en los años 70 del siglo pasado. Eran otros tiempos y eran otros precios.
La valuación del Van Gogh resulta altísima si se tienen en cuenta los valores de mercado. En mayo de 1990, la casa Christie’s remató El Retrato del doctor Gachet por 82,3 millones, una pintura icónica que tiene su "par" en el Museo d'Orsay, en París, y fue, hasta 2004, el cuadro más caro vendido jamás en pública subasta. En ese año, lo desplazó Muchacho con pipa, un Picasso del período rosa, el cuadro soñado por cualquier coleccionista, que alcanzó los 104 millones de dólares. Más acá en el tiempo se quedó con el podio de una obra vendida en una subasta Salvator Mundi, ese misterioso Leonardo de los 450 millones.
Es raro hablar de esta danza de millones y de una procedencia argentina. ¿Será la crisis? El mercado local está deprimido y estas obras no tiene comprador en la Argentina. Sobran los dedos de una mano para contar colecciones de tamaña envergadura y, aun así, sigue siendo una cotización desorbitada. Vale la pena recordar que se trata de una exportación, no de una venta, y que, teniendo en cuenta la legislación actual, el Estado tiene la opción número uno de compra. A tamaño valor, y con las arcas vacías como están, resulta poco menos que imposible reunir tamaña suma.
Los británicos, años atrás, iniciaron una colecta pública para comprar un cuadro que estaba en préstamo en la National Gallery. El mecanismo era simple: una urna al lado del cuadro donde quien quisiera ponía unas libras para tal fin. Se llegó al monto deseado, se le pagó la suma pedida a su dueño y el cuadro quedó en la National Gallery. Nada de esto ha ocurrido en este caso. Ni siquiera fueron difundidas la información de la obra y la foto. Es curioso que la revelación haya llegado en un informe del Indec.
Las grandes colecciones locales, en su mayoría, han enriquecido el patrimonio nacional, como es el caso citado de Mercedes y Antonio Santamarina, pero también de Guerrico, Piñero, Roverano, González Garaño y, el caso más reciente en pintura europea, el lindísimo Sisley donado por María Luisa Bemberg. Crease o no la celebrada cineasta tuvo que penar para conseguir la aceptación de la donación porque una maraña burocrática inexplicable demoraba el trámite. Mientras por esos días su hermana Fina Bemberg había donado un cuadro en Fran-cia y era saludada por la prensa y el gobierno galos con honores. El cuadro de Alfred Sisley integra hoy el patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes, así como su colección de arte rioplatense, estupenda, que tiene su propia sala María Luisa Bemberg en el primer piso.
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