El teatro según Jean Claude Carrière
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JEAN CLAUDE CARRIÈRE ha escrito más de cincuenta guiones para cine (colaboró con Luis Buñuel y Andrej Wajda, entre otros).Autor de teatro, trabajó y trabaja intensamente con el director Peter Brook. Ha publicado una docena de libros entre novelas y ensayos. Uno de ellos se ocupa del Dalai Lama y del budismo. Desde 1986 es presidente de FEMIS, la nueva escuela de cine y arte audiovisual de Francia. En mi última visita a París tuve la suerte de entrevistarlo.
-¿Cómo conoció a Peter Brook?
-Fue en los años 60 en casa de Michèle Rozan, empresaria muy importante que luego fue directora del teatro Les Bouffes du Nord. Brook fue a ver mi pieza Aide-mémoire , que le gustó. En 1970 creó el Centro Internacional de teatro. Era admirable que uno de los hombres más importantes de la escena internacional dejara todo para crear un centro de investigación. Yo iba una o dos veces por semana para verlo en acción. Luego el equipo que él había formado me aceptó.
-¿Aquel Centro sigue abierto?
-Por supuesto. En 1974, se inauguró Les Bouffes du Nord y Brook me pidió que hiciera la adaptación de Timón de Atenas , de Shakespeare. Desde entonces no dejamos de trabajar juntos, creamos doce espectáculos. Ahora estamos por estrenar uno, inspirado en temas africanos.
-La puesta en escena del Mahabharata fue una de las más celebradas de Brook. ¿Cuánto tiempo les llevó preparar ese espectáculo que marcó una época y un estilo que después muchos imitarían?
-Conocimos en la India a un hombre que nos puso sobre la pista. Durante once años investigamos, reflexionamos sobre el tema (claro que al mismo tiempo hacíamos otras cosas). Lo presentamos en 1985. Luego se hizo una película y la serie para la televisión inglesa. Hasta 1989 estuvimos involucrados en proyectos que giraban alrededor del Mahabharata .
-¿Qué significa Mahabharata ?
- Maha significa "grande". Es la gran historia de los Bharata, un clan mitológico de la India.
-¿El Mahabharata lo llevó hacia el budismo?
-Directamente. Un editor que sabía que había trabajado sobre el hinduismo en la India pensó que podría interesarme el budismo y me propuso escribir un libro con el Dalai Lama. Intercambiamos algunas cartas con él. El Dalai Lama me pidió que le mandara las casetes del Mahabharata . Se dio cuenta entonces de que yo tenía nociones básicas. Supongo que eso lo decidió para recibirme en su monasterio de Karansala, en la India. Durante cinco meses me preparé para ese encuentro.
-Así que ahora usted es budista.
-No, no lo soy. El Dalai Lama me lo prohibió. Me dijo que a mi edad no iba a raparme la cabeza y pasar doce años aprendiendo el tibetano.
-¿No se puede ser budista sin raparse la cabeza?
-Se puede encontrar en el budismo serenidad, placer, mucha ayuda, sin ser un monje budista.
-¿Cree en la reencarnación?
-En absoluto. Ya le dije que no soy budista.
-¿Qué le aportó el budismo?
-En primer lugar, una relación diferente con la naturaleza. La relación con lo que llamamos erróneamente el entorno, porque se supone que los hombres estamos en el centro y que las cosas están en nuestro alrededor: eso sería inaceptable para un budista. Luego, otra mirada sobre el mundo, otro vocabulario para hablar del mundo.
-¿En qué consiste su trabajo con Brook?
-Soy el dramaturgo, el responsable del texto. Esto significa, en ciertas ocasiones, cuando se representa una pieza cuyo texto ya existe como Ubu , de Alfred Jarry, que superviso el texto y ayudo a los actores a percibir el movimiento, el espíritu de la pieza. En otras oportunidades, si se trata de traducciones o adaptaciones, por ejemplo de Shakespeare o de Chejov, hay que rehacer totalmente el texto. Esto también sucedió con el Mahabharata , y La conferencia de los pájaros .
-¿Cómo es Brook?
-Ante todo es un investigador, en el sentido de que tiene una curiosidad insaciable por todo lo que atañe a la condición humana. Es un hombre extremadamente sensible, interesado por su tiempo, y que otorga al teatro un papel esencial en la vida de las sociedades. Además, sus obras son de una calidad excepcional.
-Pasemos a su colaboración con Luis Buñuel. ¿Era lo opuesto a Brook?
-No se puede decir que era lo opuesto porque ambos compartían una voluntad excepcional y un deseo arrollador de crear obras perdurables. Cuando se trabajaba con Luis, como cuando se lo hace con Brook, se debía y se debe estar dispuesto a entregar lo mejor de uno mismo. Ninguno de los dos perdonaba los errores. Pero la modalidad de trabajo era distinta. Con Brook la puesta se basa en una investigación, que incluye viajes. Vamos hacia el mundo y dejamos que el mundo venga hacia nosotros. En Buñuel, en cambio, todo era concentración: mental y espacial. Nos encerrábamos en el hotel de una ciudad, alejados de los amigos, de los familiares. No existía otra cosa que el trabajo.
-¿Quién tenía la idea del guión?
-Depende. Podía ocurrírsele hasta al productor. Pero también podían proponernos un libro, como sucedió con Belle de jour . A veces nos recluíamos días y días y nos costaba mucho encontrar algo que valiera la pena. Comíamos uno frente al otro. He compartido miles de comidas a solas con él, en busca de un tema. Nadie en esos momentos podía quebrar nuestra intimidad. Ese régimen era a menudo agotador y teníamos que separarnos para respirar un poco en libertad, a solas. Luego volvíamos a trabajar. Para El discreto encanto de la burguesía , nos tomamos dos años de preparación.
-¿Cómo ve hoy el teatro y el cine?
-Los grandes directores han desaparecido, el cine está un poco "sin aliento". El teatro, en cambio, está más vivo que nunca. Desde hace treinta años, la escena bulle.
-Se dice que faltan autores teatrales en Francia.
-Hace poco se publicó en Francia un artículo que decía que sólo los dramaturgos alemanes eran importantes. En la misma semana apareció un artículo en Der Spiegel , según el cual los únicos autores destacados eran los franceses. Creo que nunca una sociedad ha estado satisfecha con sus creadores teatrales. Hay muchos autores franceses que se destacan. Entre ellos está Yasmina Reza, una mujer de treinta años. Supieza Art es, desde hace un año, un gran éxito en Inglaterra. Pienso que esa insatisfacción de un pueblo con sus creadores habla precisamente de la pujanza vital de una actividad, así como del deseo de que cada vez se representen más, mejores y más novedosas piezas y puestas en escena.
Odile Baron Supervielle
(c)
La Nacion
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