Elige tu propio lenguaje: cuatro formas de abordar la realidad, en el Bellas Artes
Las muestras de dedicadas a Carlos Gorriarena, Fernando Maza, Alicia Herrero y Federico Brook, artistas con estilos diversos, proponen ampliar la visión del mundo
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El cuerpo de una mujer desnuda, de pecho abundante, corona la torta de chocolate. A su lado, un hombre vestido de traje prueba una porción. Detrás suyo, a modo de guardaespaldas, el chef nos mira de frente. Hay un aire perverso en esta pintura creada por Carlos Gorriarena en 1999, mientras los excesos del menemismo llegaban a su climax junto con el milenio, para dar paso a la crisis que estrenó el siguiente. Justo al lado, en otra obra de 2006 -realizada un año antes de morir-, una mujer enfundada en un vestido rojo observa cómo el hombre que la acompaña devora parte de los trozos de carne desplegados sobre la mesa.
“Es el universo del poder, en el que se dan todo tipo de asimetrías”, señala a LA NACION Gabriela Naso, curadora de Retrato de un momento, muestra impulsada por el Museo Nacional de Bellas Artes a un siglo del nacimiento del artista. Una de cuatro exposiciones con distintos lenguajes, que conviven bajo el mismo techo para proponer un recorrido caleidoscópico.

Con un estilo muy propio, Gorriarena logró como nadie inmortalizar un clima de época. “La gula y las referencias sexuales –agrega Naso- se mezclan con imágenes de guerra, violencia, acumulación y consumo, que se repiten en diferentes contextos en su obra”. Muchas de ellas, como puede comprobarse en las vitrinas y en las casi treinta obras pinturas exhibidas, se inspiraron en fotografías publicadas en diarios y revistas. Y llegaron al cine gracias a la película Mi obra maestra (2018) –con guión de Andrés Duprat, director del MNBA-, como si fueran las creaciones del personaje encarnado por Luis Brandoni.
“La mirada de Gorriarena se resuelve en retratos punzantes de personajes de la élite política nacional e internacional, pero también en representaciones arquetípicas del poder y el mundo del espectáculo –observa Duprat-. La banalidad se vuelve caricatura a través del uso de colores estridentes y de la dimensión agigantada, deforme, del cuerpo humano y los espacios que habita”.
Casi opuestas son las escenas metafísicas de tonos ocres desplegadas en la sala contigua: medio centenar de obras creadas por Fernando Maza, artista argentino que vivió en Nueva York y en varios países de Europa. Reconocido como Gorriarena con el Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de Artes Plásticas, llegó a integrar en 1972 el envío argentino a la Bienal de Venecia. En sus paisajes desolados, lo humano sólo se reconoce en rastros como letras, números y estructuras sin función aparente.

“Maza dispone objetos que oscilan entre lo reconocible y lo enigmático –apunta Pablo De Monte, curador de La construcción de la pintura-: escaleras que no conducen a ningún lugar, arcos que sugieren paisajes, signos lingüísticos que prometen un lenguaje que nunca se define”.
Los volúmenes se vuelven tridimensionales en la instalación de Alicia Herrero comisionada por el museo. Inequidad, desplazamientos, ondulaciones pasará a integrar su acervo junto con Mise à nu, escultura donada por la artista en 2021, cuando fue distinguida con el Premio Nacional a la Trayectoria Artística. Hoy y mañana a las 18 se activará con una performance coreográfica a cargo de Ludmila Mazzucchelli.

Será otra forma, como señala la curadora Mariana Marchesi, de llevar al público “hacia una dimensión sensible que aparta los números de las lógicas abstractas de los sistemas financieros”. La obra de esta artista que actualmente participa de otras muestras colectivas en Nueva York, Río de Janeiro y Bogotá está marcada, explica, “por una constante: el abordaje de la economía en sus distintas escalas y la búsqueda de visibilizar las inequidades que instaura el tardocapitalismo”.
Otro tipo de búsqueda impulsó a Federico Brook a desarrollar su carrera en Italia, donde se instaló en 1956. Como puede verse hasta el domingo en el último piso del museo, en una muestra curada por María Cristina Rossi -acompañada por un libro presentado ayer-, desarrolló allí trabajos de inspiración informalista, esculturas geométricas y móviles –varias de ellas, instaladas en espacios públicos-, dibujos, collages, obras gráficas, joyas y una serie de objetos que llamó “nubes”.
“Representan el espíritu del hombre que es cambiante, inaferrable”, a LA NACION este artista y gestor cultural, amigo de otros colegas argentinos que se radicaron en Europa como Julio Le Parc, Lucio Fontana, Antonio Seguí, Alicia Penalba y Marie Orensanz. Para mostrar, cada uno a su manera, múltiples formas de ver el mundo.
Para agendar:
En el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473), con entrada gratis: Carlos Gorriarena. Retrato de un momento, hasta el 11 de enero. Fernando Maza: La construcción de la pintura, hasta el 23 de noviembre. Inequidad, desplazamientos, ondulaciones, de Alicia Herrero, hasta el 19 de octubre. Federico Brook. Entre Roma y Latinoamérica, hasta el domingo.
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