Décadas después de haber conquistado a la audiencia con su ironía y desparpajo en publicidades televisivas, vuelven para protagonizar una colección de arte digital
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Tiembla el mundo del criptoarte. De la mano de los multipremiados creativos publicitarios Ramiro Agulla y Carlos Baccetti, que fueron furor en las décadas de 1990 y 2000, vuelven las llamas, ya no para promocionar las virtudes de una empresa de telecomunicaciones con ironía y desparpajo -como prueba se pueden ver en YouTube los cortos de “La llama que llama”- sino para lanzar una colección de arte digital: La Llama Politically Incorrect Club (o, más breve, La Llama P.I.C.). Como se informa en esta página web se pusieron a la venta en la blockchain de Ethereum 10.100 llamas por valor de trescientos dólares cada una.
Con estas criptoobras generadas mediante inteligencia artificial se tiene acceso a un portal exclusivo para intercambiar ideas, participar de fiestas “discretas y secretas” y realizar otras actividades virtuales no aptas “para IQs menores a 69″. Para las obras se diseñaron más de trescientos rasgos o traits, más del doble que el promedio de los proyectos de NFT coleccionables.

“Para ser miembro de este club no solo debe gustarte el arte, también tienes que tener una opinión y una posición tomada en temas que están comenzando a definir las reglas de convivencia con las que viviremos -se lee en el portal-. O al menos estar dispuesto a reflexionar. Esta es una COMUNIDAD DE IDEAS”.

Agulla y Baccetti, con su rebaño de criptollamas, están dispuestos a presentar batalla contra la corrección política y la cultura de la cancelación. “El anticorrectismo político es prácticamente el ADN de las llamas y este club, así que si estás cansado de que no te permitan hacer ni el más mínimo chiste por bueno que sea, las llamas te van a encantar y siendo socio fundador de ese club recibirás beneficios únicos y te darán el permiso que estás buscando para compartir el mismo deseo y la misma necesidad de expresarse con humor, inteligencia y libertad”, se afirma en la bienvenida al club P.I.C., que deja afuera a los “talibanes de lo políticamente correcto que pretenden quitarnos el humor y la libre expresión aplicando como castigo y escarnio público la cultura de la cancelación ante nuestros mejores chistes”.
La idea de la comunidad surgió del empresario de real state y el sector tecnológico Patricio “Pato” Fuks, que convocó al dúo creativo para integrar la sociedad The Black Minds. El equipo está conformado por varones -el polista Nacho Figueras, el emprendedor Carlos Javier Gareis, el director creativo, artista y escritor Javier Lourenço, entre otros-, excepto la “llama” que se llama Delfi.
La presentación La Llama P.I.C. se hizo en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, a finales de abril. “Más allá de los activos, lo más importante son las comunidades que se forman alrededor de cada NFT. Miembros proactivos, empáticos, que interactúan y sienten que pertenecen a algo que los enriquece espiritualmente y no sólo económicamente”, sostuvo Agulla. Próximamente se van a subastar 1500 llamas a diez dólares cada una. “Van a volar”, aseguró.
“pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola.
— Ramiro Agulla (@ramiroagulla1) July 10, 2022
me pinto a mí misma, porque soy a quien mejor conozco.”#fridakahlo #nftart #theblackminds @lallamapic pic.twitter.com/oO2tMr2SJX
“Los chistes de LA LLAMA pueden ser ingenuos, pero también despiadados y mordaces con gente que no diferencia entre un chiste y un insulto -advierten-. Así que ya sabes que con cada Llama P.I.C. que tengas no solo estarás ganando dinero, serás parte de una comunidad hype, con ideas y muy divertida. Con cada Llama P.I.C. que compres le estarás diciendo al mundo que para ti el sentido del humor es una muestra de inteligencia y agilidad mental además de una eficaz herramienta de seducción”. Nadie puede negar que hay dos publicitarios detrás del proyecto, los mismos que trabajaron para marcas como Quilmes, Coca-Cola, Renault y también “Dicen que soy aburrido”, la campaña del candidato de la Alianza a la presidencia de la nación en 1999, Fernando de la Rúa, que sucedió en el Poder Ejecutivo a Carlos Menem hasta el no tan divertido diciembre de 2001, cuando presentó su renuncia.

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