Ides Kihlen sigue en el baile a los 108 años y debuta en el Teatro Colón
Una obra suya ilustra la portada del programa de mano de “El Cascanueces”, que se estrena este viernes; el recuerdo de una visita estelar, cuando Julio Bocca fue a verla a su casa
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Ides Kihlen es la pintora en actividad más longeva de la historia del arte argentino (y quizás de todo el mundo). Se puede comprobar en una visita a su departamento de la Avenida Alvear: está sentada en la mesa con tapa de cristal de la cocina, que es la que usó siempre en su taller y debería pertenecer a un museo. Si se pasan los dedos por la superficie se puede sentir en las yemas la textura de una vida de pintura y collages.
Lo que toca Ides se vuelve de colores, por eso ahora, a los 108 años, trabaja en la cocina con hojas pequeñas y una caja de crayones. Vive en el mundo propio de sus fantasías y obsesiones, como una Clara sumida en un universo mágico por su muñeco cascanueces. Su fábula cotidiana no es un ballet, sino que transcurre en la ventana de su izquierda, que tiene florcitas rojas, su color favorito, y una vista abierta a la ciudad. Formas y líneas que vuelca en los papeles en blanco que la esperan cada mañana.
El departamento fue pintado hace poco y por eso no están más los murales efímeros de paredes y piso. Quedan sí, intervenidos, los silloncitos de época y el baño estilo Kusama, lleno de puntos negros. En su habitación ya hubo que sacar la alfombra, por las capas de óleo y acrílico que acumulaba. Su rojo-Ides se advierte aún en cortinas, velador, andador, anteojos, su ropa y zapatos.
Así recibió un día, este año, a una celebridad como Julio Bocca. Una revolución memorable, que se puede comparar a la visita del pianista Miguel Ángel Estrella. Ides vive con sus dos hijas, Silvia e Ingrid González, incansables gestoras de la vida pública de su obra. Si era por ella, podía seguir feliz en el anonimato mientras tuviera pintura, pinceles y una superficie que pintar, cualquiera.
Julio Bocca conoció la obra de Ides a través de las notas de este diario. Ella, que además es pianista, compositora y melómana, tuvo toda su vida asistencia perfecta a las funciones del Teatro Colón, como abonada. Por eso, aceptó encantada donar una pintura para subastar a beneficio del Teatro y otra obra suya para ilustrar el programa del ballet El Cascanueces, que se estrena este viernes. También pintó zapatillas de punta para la Fundación Julio Bocca. Así que el reconocido bailarín y actual director del Ballet Estable le agradeció todo esto con una visita.
Ella estuvo charlatana. A los 108, no hay tiempo para andar con vueltas: “Le dijo ‘sos tan buen mozo’“, cuentan las hijas. Ese día, lo acompañó Gerardo Grieco, director general del teatro. “Como te podrás imaginar, mamá estaba fascinada. Estaba muy contenta, para ella que venga Julio Bocca a visitarla fue una emoción. Estaba impactada”, cuenta Ingrid.

Estuvieron mirando sus trabajos y eligieron dos collages de acrílico y tinta. El ritmo de su obra es comparable al de los pies de un bailarín. Ides primero trabaja el fondo, con colores que aplica directo del pomo y estira con un trapo en movimientos circulares, fuertes, como una pirueta en el aire. También salpica pintura o la estira pinceladas rápidas, un grand jeté de acrílico. Cuando ese remolino la deja satisfecha, comienza a probar la disposición de papelitos arrancados a mano alzada. La línea va y vuelve en una danza incansable, triunfal como un fouetté. Las partituras rodean la composición, para que la orquesta la siga sin perderse en su tocatta. Y aparece una y otra vez el número cinco, como si insistiese en las cinco posiciones del ballet: primera, segunda… Es posible bailar los cuadros de Ides.
“La idea fue ofrecer desde la portada misma del programa de mano, que suele ser muy genérica, una imagen que de alguna manera conectase emocionalmente al espectador con lo que luego sucedería en el escenario, así que se me ocurrió convocar a algunos de nuestros mejores artistas plásticos para que resumieran en una sola imagen la principal característica de las obras a presentar durante el año y aunar de esa forma a diferentes disciplinas que por un motivo u otro no siempre logran coincidir. Renata Schussheim, Jorge Pomar y Felipe Álvarez fueron los primeros con Carmen, en el Programa Mixto y Don Quijote”, cuenta Bocca a LA NACION. La ópera también tuvo programas ilustrado: Claudio Roncoli le puso color a Aída, Nicolás Boni a Il trítico, Diego Roa a Billy Budd, fileteados de Ferrari para Werther, un corazón de Nora Iniesta para I Puritani, Ornela Pocetti pintó un óleo para Salomé y de Las Camelias se encargó el maestro orfebre Juan Carlos Pallarols.
“Ahora finalizamos el año con El Cascanueces y para ilustrarlo convocamos a Ides Khilen que hace poco festejó sus jóvenes y vitales 108 años y ha sido testigo no solo del desarrollo y crecimiento de esta compañía sino también de los aconteceres de nuestro país y el mundo todo”, explica Bocca. De seguro será una gran función… y un excelente programa.
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