Invierno nuclear
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Para los que vivimos nuestra adolescencia durante la Guerra Fría, y en particular para aquellos que éramos conscientes de que podían usarse armas atómicas, las noticias de Rusia invadiendo Ucrania despiertan fantasmas adormecidos mucho tiempo atrás. Tres décadas atrás.
No es casual que Vladimir Putin haya incorporado el arsenal nuclear ruso a su menú de amenazas. Sabe (o, más bien, supongo que sabe) que no amenaza de este modo solo a Ucrania, al resto de Europa o a toda la OTAN. Aunque para una proporción significativa de las personas en otros continentes la invasión rusa a Ucrania puede parecer algo lejano, un enfrentamiento con armas nucleares afectaría a toda la civilización. La guerra por sí será, aparte de una catástrofe para el pueblo ucranio y otro golpe para las personas de a pie en Rusia, un factor de degradación más de la economía global durante una pandemia fatídica (los casos de Covid se dispararon un 555% en Ucrania desde el ataque ruso y los hospitales de ese país podrían quedarse sin oxígeno en las próximas horas, según la OMS). Será algo malo por donde se lo mire. Pero el desastre planetario que causaría el uso de armas nucleares es tan horroroso que hasta cuesta pensarlo. No puedo permitirme el lujo de hacer un análisis meduloso, porque no soy un experto en el tema. Pero los memoriosos sabemos algo: al mencionar el arsenal nuclear, Putin nos amenazó a todos.







