La elegancia del humor
En Nunca bailes en dos bodas a la vez, Carlos Ulanovsky presenta, con comicidad sutil, una historia que va del costumbrismo a la literatura del absurdo
El humor es una cosa seria. El asunto central de El nombre de la rosa , la célebre novela de Umberto Eco, es la búsqueda de la segunda parte de la Poética , de Aristóteles, manuscrito que, suponen, desapareció en la Edad Media y que estaba dedicado a la comedia, es decir, al humor y a su derivado natural: la risa. Un gesto que parece reservado casi en exclusividad al género humano: "El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto en la obligación de inventar la risa". La frase es de Nietzsche y podría servir para entender claramente aquello que se conoce por "humor judío". El absurdo y burlarse de sí mismo son dos de los rasgos característicos de ese humor. "En el consecuente trabajo terapéutico había avanzado en la dirección de proponerse saber quién era y qué quería y para semejante tarea contó con la ayuda de algo que venía en su equipaje: su sentido del humor. O más exactamente, del ridículo, una condición que le permitía, primero, reírse de sí misma." El párrafo corresponde a Nunca bailes en dos bodas a la vez , novela en la que Carlos Ulanovsky hace cierta aquella frase de Charles Chaplin: "A fin de cuentas, todo es un chiste".
En la primera página del libro nos topamos con una tarjeta de invitación, en solemne letra gótica, en la que Miriam y Ricardo y Sara y Augusto invitan a la fiesta de casamiento de Mónica Ruth Kloktzman y Pablo Ariel Insidski, sus hijos. Aceptar esa invitación y entrar definitivamente en la novela resultará un auténtico festejo. Fiel a la línea que supieron trazar Groucho Marx, Mel Brooks y Woody Allen, Ulanovsky propone una historia que va desde el costumbrismo clásico hasta la literatura del absurdo, manteniendo un exquisito sentido del humor a lo largo de todo ese camino.
El casamiento de Mónica y Pablo ha sido minuciosamente organizado por los padres de los contrayentes, y todo indica que celebrantes y celebrados se disponen a cumplir con las normativas que esas fiestas exigen: reunirse en un gran salón, comer y beber sin descanso, bailar al ritmo de una orquesta característica y, por supuesto, felicitar a los flamantes esposos que, plenos y dichosos, en cualquier momento abandonarán a los invitados camino a la esperada luna de miel. En este momento de la fiesta y de la novela, cuando todos piensan que, como en aquella canción de Serrat, "el sol nos dice que llegó el final", se produce el estruendo: Daniel Wollinski, conocido como Dany Bollin, director de la Plétzale Song Band, que está animando la reunión, baja del escenario, toma a la recién casada del brazo y huye con ella. Lo que a partir de ese momento sucede con los fugados, sus parientes y amigos es lo que narra Ulanovsky en Nunca bailes en dos bodas a la vez .
En el año 50 a. C. Cicerón supo decir: "Hay dos clases de bromas: una incivil, petulante, malévola, obscena; otra elegante, cortés, ingeniosa y jovial". Efectivamente ahí residen las dos principales manera de ejercer el humor: mediante un discurso grosero, en donde imperan los insultos y el mal gusto, o por medio de una escritura sarcástica, rica en sutilezas y sugerencias. Ulanovsky opta por esta última manera y de ese modo logra una formidable novela estructurada en el buen humor y la buena literatura. Nunca bailes en dos bodas a la vez se presentó en la última Feria del Libro; allí, entre paisanos y goys , Carlos Ulanovsky dijo que estaba trabajando en una nueva historia y prometió publicarla en poco tiempo. Confiamos en que cumpla con su promesa.
Nunca bailes en dos bodas a la vez
Carlos Ulanovsky
Emecé
165 páginas
$ 87
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