
La literatura imita la vida, y viceversa
MONTREAL.- En un café decorado con saquitos de té Cachamai enmarcados y un mapa de la République Argentine, se realizó uno de los encuentros del encantador festival literario políglota Metropolis Bleu. Entre los participantes había dos porteños residentes en esta ciudad: Cecilia Pisos, cuyos libros para chicos como Maus y el ratón tigre fueron publicados en Francia, España y la Argentina, y Daniel Castillo Durante, ganador del Prix Francophonie d´Amérique y autor de Un café dans le Sud y La passion des nomades .
Aunque se habló de la literatura argentina y de la literatura argentina en el exterior (y mucho de Borges, por supuesto), lo más popular fueron las anécdotas sobre cómo la vida influye en la ficción, y viceversa.
Cecilia Pisos contó que cuando su hijo Ignacio iba al jardín de infantes, estaba enamoradísimo de una compañerita, Sol, y se negaba rotundamente a lavarse los dientes. Cecilia, entonces, escribió un cuento sobre un Ignacio que también le huía al cepillado, y que cuando se acerca a hablarle a Sol, ella huía despavorida por las ranas gordas con verrugas, caracoles babosos y arañas peludas que salían de su boca. El cuento salió en una revista que los niños leían en clase. "Y sí... En casa tuvimos un drama por lo que yo había hecho, pero increíblemente, a partir de ese día, Nacho se lavó los dientes religiosamente", confesó Pisos.
Daniel Castillo Durante contó el encuentro de joven con una señora "madura, pero buena moza" ("hoy no me hubiera parecido tan madura", aclaró), poeta reconocida, quien le contó que su iniciación en el arte fue a raíz de su trabajo como modelo de un artista para quien posaba desnuda y de quien terminó siendo amante. Cuando describió al artista, Castillo Durante se dio cuenta de que se trataba del padre de él. La experiencia, más allá del torbellino emocional que desató en el autor, lo impulsó a convertirla en novela.
La historia, tras varios giros, termina con el asesinato del cónsul argentino en Montreal. El cónsul actual, como prueba de estas mezclas entre realidad y ficción, estaba presente y, aunque conocía bien el final, aplaudió encantado.