La piel de los libros, en una muestra tan visual como literaria
"No es igual un libro cubierto por una de esas deleznables tapas plastificadas, que pretenden resguardar las hojas de los estragos del uso cotidiano, que ese mismo libro bajo cubiertas elaboradas en cuero repujado con letras grabadas en oro." La afirmación, de Alberto Manguel , sirve de presentación para la muestra Encuadernaciones artísticas de Andrés Casares para una biblioteca argentina. Colección privada J.D., que hasta fin de mes se exhibe en el Museo del Libro y de la Lengua.
Se trata de 130 libros argentinos que pertenecen a un mismo coleccionista anónimo -conocido en el medio por las iniciales J. D.- y encuadernados por el mismo artista a lo largo de una quincena de años.
En el segundo piso del museo, libros de todos los tamaños atraen por la variedad de los diseños de sus tapas y lomos. De cuero de distintos colores, con incrustaciones de madera o mosaico y grabados en oro con trazo delicado se encuentran valiosas ediciones de ejemplares de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Rubén Darío, Ricardo Güiraldes, Manuel Puig y otros autores argentinos.
"Históricamente es muy raro ver encuadernaciones artísticas de libros argentinos; generalmente se hacen de volúmenes europeos, sobre todo franceses", contó ayer Casares a LA NACION durante una recorrida por la muestra que propuso hacer cuando tomó conciencia de la originalidad de la colección de J.D., uno de sus clientes.
A primera vista se evidencia que la encuadernación no es ajena al contenido. "Yo recibo el libro en una edición rústica, lo leo y después, según lo que leí, hago la encuadernación", cuenta el artesano, que en algunos casos mantuvo la tapa original debajo de una cubierta de acrílico transparente. Es el caso de hermosas ediciones de Simbad, de Arturo Capdevila, o El nuevo teatro argentino, de Antón Bragaglia, prestigiado por el diseño de tapa de Emilio Pettoruti.
En el catálogo de la exhibición se publican algunas líneas del coleccionista sin rostro: "Cuando hace ya muchos años empecé a formar una biblioteca de libros argentinos, rápidamente me encontré con no demasiadas buenas encuadernaciones. Era excepcional que los lectores de libros del país los encuadernaran. Y cuando lo hacían, generalmente optaban por encuadernaciones de muy poca calidad".
Para esta muestra, Casares seleccionó solamente un sector de esa vasta biblioteca por lo que se perciben distintas técnicas dentro un estilo similar. "Al ser la biblioteca de una sola persona se ve una línea que responde al gusto del cliente. Por ejemplo, a mí me gusta mucho trabajar con relieves exagerados y acá hay sólo uno con relieves algo más marcados, el de Rayuela, de Cortázar", explicó Casares.
De su obra, Manguel, director de la Biblioteca Nacional y apasionado bibliófilo, destaca la inteligencia y la calidad técnica. "Reconocemos en las encuadernaciones de Casares un saber admirable y una destreza que es el fruto de muchos años de oficio. Su estilo no es uno solo: es múltiple, ecléctico, como se debe en un arte que trata de literatura. No se prestan a un mismo tono estético ni a una misma interpretación crítica Juvenilia, de Miguel Cané, que los poemarios de Baldomero Fernández Moreno o las prosas de Rubén Darío."
Para agendar
Encuadernaciones artísticas de Andrés Casares. Hasta el 30 de este mes, en el Museo del Libro y de la Lengua, Av. Las Heras 2555. Gratis.