
"Los galanes" extrañan a Fontanarrosa
A una semana de la muerte del "Negro", ayer volvieron a la mesa sus viejos amigos; LA NACION acompañó el momento
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ROSARIO.- "La mesa sigue. Con la misma ironía, las mismas cargadas y los mismos afectos." Y también, cabe agregar, con el recuerdo y la presencia imborrable de Roberto Fontanarrosa, el amigo que hace una semana dejó una silla vacía en el bar El Cairo y una sensación de desamparo en el alma de los rosarinos. Pero en sus amigos dejó también una montaña de recuerdos y enseñanzas.
Así lo comprobó ayer LA NACION, al compartir un diálogo con los amigos del recordado humorista gráfico y dibujante en el remozado bar de Sarmiento y Santa Fe. Allí el "Negro" Fontanarrosa fue un integrante más de la Mesa de los Galanes, como llamaba en broma el humorista la velada infaltable de la tertulia rosarina, nacida hace más de 25 años.
"El nombre de la Mesa de los Galanes quedó porque así la bautizó el «Pelado» Reinoso, ya fallecido, que contaba algunas anécdotas de nuestros encuentros en un programa de radio que conducía por la noche. Luego, Fontanarrosa lo inmortalizó en un cuento, con el título del libro. Pero para él, en la intimidad era una mesa de saldos", recuerda Ricardo Centurión, también apodado el "Negro", junto con sus amigos.
El humor siempre está presente y ésa es una de las enseñanzas que sobrevivirán en el café. En la mesa siempre se habló de política, fútbol, cultura, libros, mujeres, gastronomía, siempre con discusiones, ironías y mucho humor.
Guillermo O Keeffe, dibujante y amigo de Fontanarrosa desde los tiempos de la revista Hortensia , hace 43 años, se atreve a romper el mito: "No somos una mesa de notables. Nunca hubo solemnidad ni la vamos a tener ahora. Acá coincidimos gente de distintas procedencias, oficios, ideas políticas. El hilo conductor es la amistad".
"La figura del «Negro» era convocante", asiente Carlos Galli, también dibujante y conocido por todos como "el Turco". Su rostro sirvió de ilustración para la tapa de Best Seller , una de las novelas del recordado dibujante. "Fontanarrosa tenía la capacidad de escuchar y luego sintetizaba en una frase todo lo que habíamos conversado o debatido."
A su lado, el peruano Luis Castillo, bautizado también como "Peruca", uno de los personajes de los cuentos futboleros del escritor, evoca los partidos de fútbol con las camisetas blancas que tenían el dibujo de un perrito sobre la pelota, uno de los tantos diseños que hizo el propio Fontanarrosa para que el clásico en la cancha pareciera más real.
"Seguiremos como lo que somos: una mesa de amigos. El «Negro» era famoso, pero con nosotros fue siempre uno más", dice " Lalo Puccio", periodista, al recordar la generosidad de su amigo. Y agrega: "Nunca nos transmitió ninguna amargura o bronca por el mal que padecía".
Souvenirs para todos...
Anécdotas que prueban que él era uno más hay muchas. Se amontonan los recuerdos y se enciman unos a otros para relatarlos. "Nunca nos anticipaba sobre qué estaba escribiendo o preparando", advierte Centurión. "Nos enterábamos después al leer sus libros. Y ahí discutíamos: esta escena o personaje lo sacó de tal lado. Sus personajes hablaban como esta mesa", afirma el "Turco" Galli.
En tren de revelaciones, el "Negro" Centurión cuenta que Fontanarrosa se soltaba y hablaba más cuando el grupo era reducido. "A medida que llegaba más gente, se retraía y escuchaba", añade, junto con su hijo Luisito, que asistió laboral y afectivamente al gran dibujante hasta sus últimos días.
De los viajes siempre traía recuerdos para la mesa. Y, por supuesto, souvenirs insólitos. El "Turco" Galli y el peruano Castillo no olvidan las hormigas negras tostadas, al mejor estilo semillas de girasol, que trajo de Colombia y nadie se animaba a probar.
¿Había mujeres? Hubo. Como Malena, una poeta rosarina (los apellidos acá no cuentan), que se animó a sentarse en algunos encuentros. "La temática nunca se cambió", dice Centurión. "Malena era otra más", cuenta Castillo. Y "Lalo" Puccio acota: "Si te quedabas, tenías que tolerar todo."
A la charla se suman el "Pitufo" Rubén Fernández, Rodrigo Dande, que se encargó de los guiones de las versiones televisivas de su cuentos (que transmite Canal 7), y Rodolfo Perassi, para todos "Belmondo". "El «Negro» nunca dejó de leer. Ultimamente me recomendó el libro El interior , de Martín Caparrós", recordó Perassi.
"Belmondo" es el único leproso (hincha de Newell s Old Boys) en la mesa, dominada ampliamente por los "canallas (fanáticos de Rosario Central)". "Es una mesa pluralista", se escuchó por ahí. "Hay leprosos, si no ¿a quién cargamos?", completó el "Turco" Galli.
Nadie olvida la última vez que Fontanarrosa asistió al bar El Cairo. Fue el 27 de diciembre último, para una comida de fin de año.
En los últimos meses se reunían en un bar ubicado debajo del edificio donde vivía el humorista, sobre la calle Wheelwright, cerca del río. El último encuentro fue el miércoles 18 en su propia casa, un día antes de su muerte y dos días antes del Día del Amigo. Esa tarde, la mesa reservada por sus amigos quedó vacía porque "los galanes" acompañaron por última vez al "Negro" , que fue sepultado en Granadero Baigorria.
Pero nadie quiere una despedida lacrimógena. Fontanarrosa sigue vivo dentro de cada uno de ellos y la mesa sigue servida.
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