Los jóvenes marchan a Luján
Cientos de miles de fieles iniciaron una caminata de más de 60 kilómetros La amenaza de lluvias no consiguió frenar el entusiasmo de los peregrinos Ya a las 18, una multitud se ubicó frente al altar mayor, para honrar a la Virgen
La enorme cantidad de nubes que pobló el cielo desde temprano y la amenaza de lluvia no pudieron con la fe y el entusiasmo de centenares de miles de peregrinos que desde las primeras horas de la mañana se reunieron en distintos puntos de Buenos Aires para partir hacia la basílica nacional de Nuestra Señora de Luján.
Grupos de jóvenes, familias y adultos marchaban con guitarras y radios cantando y reafirmando como todos los años su fe, bajo el lema "Madre, gracias por estar con nosotros. Queremos cuidarnos como hermanos". En cada punto de encuentro se repetían atuendos: pilotines, paraguas y otros accesorios, por si llegara a irrumpir lo que prometía el pronóstico meteorológico.
En las distintas esquinas, plazas y paradas de descanso, se observaba un verdadero despliegue de vendedores ofreciendo desde comestibles y bebidas hasta ojotas, alpargatas, crema para las ampollas de los pies y accesorios para cubrirse de una posible lluvia.
Desde Villa Urquiza, la parroquia Espíritu Santo comenzó su marcha a las 11.30 para llegar cerca de las 13 al punto de encuentro de la peregrinación en Liniers. Unas 120 personas, acompañadas por otras 30 que se dedican a la asistencia sanitaria y a la distribución de las viandas esperaban llegar a la basílica alrededor de las 4 de la madrugada.
En un descanso de la localidad bonaerense de Morón, centenares de fieles juntaron energías y se prepararon para continuar con horas de caminata. Carina, Soledad y Romina Benegas son hermanas e iniciaron su marcha en ese lugar, aunque viven en Claypole. Carina (22) contó que en 1998 comenzaron a participar de las peregrinaciones. Señalaron que su pedido a la Virgen sería por trabajo, por el bienestar de su familia y también dedicarían unas oraciones a la salud del papa Juan Pablo II.
Cerca de ellas, Alejandro Núñez, compartía con otro grupo el momento del almuerzo, mientras de reojo miraba a Brian, su hijo de 8 años que este año lo acompaña y continúa así con esa herencia transmitida "a través del corazón", como dice Alejandro.
"Desde agosto comenzamos los preparativos y aunque lleguemos muy cansados o doloridos a la basílica, al otro día ya estamos pensando en el próximo año. Es una sensación que no se puede describir: los que lloran porque no pudieron llegar, los que cantan, los que ayudan a otros, los que se alegran porque te vieron de nuevo", explicó emocionado.
Caterina San Felice es madre de una alumna del colegio Nuestra Señora de la Misericordia del barrio porteño de Flores. Coordinaba junto con otras 28 voluntarias que todo saliera a la perfección y que los 208 jóvenes llegaran bien a Luján. "Este año voy a agradecer y exclusivamente a pedir por el país, para que todo mejore y que no haya inseguridad, que podamos vivir tranquilos." Esta mujer, que afirmaba que acompañar a su hija es una forma de estimularla a acercarse más a Dios, también llevaba al santuario de Luján los petitorios de sus vecinos que no pudieron realizar la extensa caminata, de más de 60 kilómetros.
Entre los pedidos y deseos que expresan a la Virgen, hay muchos que se refieren a la familia, a la paz y a la búsqueda de trabajo.
A las 18, una multitud se empezaba a agolpar frente al altar mayor, de donde la imagen de la Virgen fue bajada y ubicada más cerca de la gente.
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