
Los padres salen al rescate del colegio
En varios casos formaron asociaciones civiles para tomar a su cargo la administración educativa
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"Ya se fundió el Estado y el colegio estuvo a punto de caer. Nos llegó a los padres la hora de actuar", afirma Alfredo Alvarez, integrante de la Asociación Civil Juan Salvador Gaviota, una organización de padres de la escuela homónima que surgió para rescatar al colegio de la situación crítica en que se encontraba.
Ante la aguda crisis que golpea a los establecimientos privados, en los que la morosidad alcanzó índices históricos (en muchos casos, el 40% de los padres adeuda cuotas) y el pedido de becas y el pase a escuelas públicas se multiplican, los padres comenzaron a tomar el toro por las astas: se están haciendo cargo de la administración de los colegios.
El Juan Salvador Gaviota, ubicado en Bonifacini 1850, en San Martín, y el San Tarsicio, ubicado en Agüero 2373, esquina Las Heras, son dos ejemplos típicos de asociaciones civiles creadas por padres para rescatar los colegios de sus hijos, casi fundidos. En la Escuela Siglo Nuevo, de Chacarita, los padres están tomando medidas preventivas para que el cierre no se vuelva realidad. Trabajan como integrantes de una fundación instituida especialmente para recaudar fondos y ayudar a las familias que no pueden pagar.
En la mayoría de los casos dedican horas de descanso antes o después de sus empleos; comprometen sus ahorros para costear gastos e, incluso, ponen sus propios bienes en garantía para llevar adelante la construcción de nuevos edificios. Dicen que después de trabajar estos meses intensos juntos, ya son buenos amigos. Algunos -como los padres de la escuela Siglo Nuevo- están por armar la red denominada Padres en Acción para contactar a todas las familias con iniciativas similares.
Creatividad y esfuerzo
A diez días del comienzo de clases, las escuelas San Tarsicio y Juan Salvador Gaviota están en plena obra, siendo los mismos padres los encargados de soldar puertas y pintar paredes. Lo que se respira en estos institutos es un aire de esperanza y alegría, que contrasta con el clima pesado del exterior.
En el Juan Salvador Gaviota (de 190 alumnos, nivel inicial y EGB), la asociación civil de padres se hizo cargo de la institución cuando el director los llamó a fines de 1999 y les dijo que la escuela debía cerrar. "Necesitaban convertirlo en una asociación civil para lograr una subvención", explicó Marisa Di Paolo, madre de dos alumnos de la escuela, quien se fue comprometiendo tanto en el nuevo proyecto que al poco tiempo cerró su estudio y se puso a trabajar de lleno en la nueva asociación. Ella es uno de los 15 padres que comenzaron a administrar la escuela y realizar una campaña de recolección de fondos. Incluso están armando una bolsa de trabajo para las familias.
Los aspectos pedagógicos quedaron en manos de los docentes, que, según los padres, son el baluarte de la institución. "Estamos satisfechos de haber preservado el empleo de los 40 docentes", señaló Omar Báez, vicepresidente de la asociación civil.
Por el aumento desmedido del valor de alquiler del edificio donde funcionaba antes la escuela, los padres decidieron abaratar costos y a fines del 2000 alquilaron un club barrial ubicado a seis cuadras del predio anterior. Pero debieron renovarlo completamente. Las obras costaron $ 240.000 y 13 padres juntaron $ 40.000 y los cedieron como préstamo. En enero del año pasado trabajaron a pleno en la construcción y arreglo del edificio para comenzar las clases en tiempo y forma.
"Algunos padres abandonaron sus planes de vacaciones para trabajar en la escuela. Hubo uno que una noche se quedó a dormir", explicó Alvarez. "El día de la inauguración de clases llorábamos como chicos", dijo. Hoy siguen las tareas de reparación y, por supuesto, las reuniones para pensar cómo seguir recaudando fondos. "Lo más lindo es que nos hicimos amigos y ahora veraneamos juntos", comentó Sandra Zaracho, y su comentario parece inspirado en el lema del colegio: volar juntos para volar más alto.
En el San Tarsicio la historia es similar. En 1995, el colegio privado, de 400 alumnos (jardín, primaria y secundaria), comenzó a tener serios problemas económicos. Los padres poco a poco se involucraron en el colegio hasta que, en marzo de 2001, se llegó a una situación acuciante, explicó Alberto Olivero, un abogado de 38 años, director general del colegio.
Respuesta inmediata
"Se arrastraba una deuda de 600.000 pesos y muchos padres no pagaban la cuota. Pensamos en cerrarlo", comentó. En marzo, la comisión Fundación Siglo XXI, encargada de la administración, convocó a un grupo de 30 familias para explicarles la situación. Según contó Olivero, las familias enseguida manifestaron su deseo de participar. "Nos impresionó la respuesta. Nunca nos imaginamos que con tanta estrechez económica reaccionarían así", agregó.
Ese fue el inicio del cambio. En octubre del año pasado, la Fundación Siglo XXI se convirtió en la Asociación Civil de Padres del San Tarsicio. Los padres pusieron $ 60.000 para rescatarlo. Después fue obvio que estos papás profesionales se involucraran en las comisiones de enseñanza, marketing, comunicación y finanzas. El colegio se acaba de mudar a Agüero y Las Heras y la matrícula creció fuertemente.
Ranking costo anual 1° grado primario
Ranking costo anual último año secundario
Los papás, comprometidos
Crecen: cada vez surgen más colegios privados que se transforman en asociaciones civiles de padres que se hacen cargo de la administración de las instituciones.
Variedad: en algunos, los padres asumen la conducción del instituto; en otros se ocupan de recaudar fondos para ayudar a las familias que no pueden pagar las cuotas.
Creatividad: para recaudar fondos y ayudar a las familias organizan clubes de trueque, centros culturales y bolsas de trabajo.
Clavo y martillo: los padres arquitectos, obreros, electricistas y pintores trabajan en la construcción de los nuevos edificios escolares y colaboran en la recuperación.





