Manguel ganó el Alfonso Reyes, un premio a la erudición
El director de la Biblioteca Nacional fue reconocido en México por su “carácter de excepcional polígrafo”; Borges resultó en su momento el primer ganador del premio
No hay nada que haga más feliz a un lector que ser reconocido, casi como si se tratara de una hermandad (y de eso se trata, realmente), por otro lector. Entre todos los premios y reconocimientos que recibió últimamente Alberto Manguel (entre ellos brilla el Formentor), ninguno parece más emblemático que el Premio Internacional Alfonso Reyes, que le concedió ayer el Instituto Nacional de Bellas Artes de México. El fallo del INBA observó que, al igual que Reyes, Manguel tiene el "carácter de excepcional polígrafo". Realmente, el escritor recorrió varios géneros, e incluso fue más allá de los géneros. Después de todo, ¿cómo definir Una historia de la lectura o Una historia natural de la curiosidad? De una historia a otra, corren ríos subterráneos de crítica, autobiografía, ensayo y ficción.
"Me siento honrado, por supuesto, pero también cohibido, casi avergonzado -dijo Manguel después de conocer la noticia-. Me parece que en algún momento van a venir a decirme que se han equivocado y que el premio no es para mí, sino para otra persona más meritoria. Reyes dice en algún poema que «los caminos de la vida no llevan a donde yo voy». Allá, en esa otra rama del camino, veo que están premiando a alguien que se está haciendo pasar por Alberto Manguel. Es una impresión muy extraña."
Las razones que unen a Manguel con Reyes son diversas, pero podrían resumirse en que uno y otro hicieron de la crítica un arte y que, por otro lado, los dos consiguieron eso tan difícil que consiste en convertir la erudición (en todo el alcance de esta palabra) en una especie de virtuosa gimnasia intelectual. Los lectores vulgares prodigan datos, fechas, ediciones. En cambio, la erudición del lector Manguel es, como él y como la de Rayes, muy discreta. Manguel, sus libros, logran que la biblioteca converse consigo misma y que esa conversación revele algo propio.
La otra razón es Borges, primer ganador del premio. A Reyes, Borges lo conoció en la casa de Victoria Ocampo en San Isidro. Los unieron las citas y la devoción común por el poeta Robert Browning. Borges fue, además, el primero en ganar el premio que lleva el nombre de Reyes; es un premio que ganaron también Adolfo Bioy Casares, Octavio Paz, André Malraux y Mario Vargas Llosa. "Empecé a leer a Alfonso Reyes gracias a Borges -confirma Manguel-. Reyes decía que no distinguía entre la vida y las letras: a mí me ocurre lo mismo. No porque confunda las alegrías y las miserias cotidianas con un cuento, sino porque lo que leo presta palabras a lo que siento y me lo vuelve soportable. Siempre fue así. Y coincido con la idea de Reyes sobre la literatura: que el oficio de leer y escribir no es, decía él, «independiente de la conducta, sino un medio para realizar plenamente el sentido humano»."
Reyes fue, además de uno de los críticos mayores de América latina, un universalista sin atenuantes. ¿Quién, si no él, se habría atrevido a hacer una traducción en verso de la Ilíada homérica? "Es cierto, Reyes fue criticado porque decían que se interesaba más por Grecia que por los mayas. Dejando de lado estas pavadas nacionalistas nacidas de algún complejo de inferioridad que no permite a esos extraños exclusivistas considerarse parte del universo intelectual entero, Reyes entendió que la experiencia humana es fundamentalmente una experiencia común, compartida, que lo que ocurre en Anáhuac y lo que ocurre en Tebas no son eventos distintos de una manera esencial." Para Manguel, la línea de pensamiento de Reyes no está agotada. Más bien, todo lo contrario. "Hoy, en la Argentina por ejemplo, Antígona, sin mayor éxito hoy que entonces, sigue tratando de explicarnos la diferencia entre la ley burocrática y la ley natural."