Marino di Teana vuelve a Buenos Aires con dos esculturas monumentales en el jardín del Bellas Artes
Gracias al impulso de Gustavo Pecoroff Marino, sobrino del artista, dos enormes piezas se lucen en el paisaje urbano porteño; fueron realizadas según los planos originales del autor
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“Desde que lo visité en París han recrudecido mis deseos de organizar una exposición de sus obras en el museo. Como tuve la ocasión de decirle entonces, las considero excelentes”, le escribía Jorge Romero Brest (1905-1989), entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, al artista ítalo argentino Marino di Teana (1920-2012) en diciembre de 1962. “Ardo de deseos de verla ejecutada”, le decía en otra carta en 1963, pidiéndole los planos de una escultura para instalarla en los jardines del museo. Pero el proyecto se detuvo porque no se pudo conseguir el tipo de acero que el artista requería.
Sesenta y dos años más tarde, ese deseo -aunque con otras piezas-, finalmente se materializa. Desde la semana pasada, gracias al impulso de Gustavo Pecoroff Marino, sobrino de Di Teana, dos esculturas monumentales de este artista visten los jardines del museo. Realizadas en Buenos Aires por DAMTSA, la constructora de Dante Tisi, siguiendo los planos originales del autor, permanecerán exhibidas hasta septiembre del próximo año. Es un retorno simbólico, ya que Di Teana no volvió a mostrar sus obras en la Argentina desde que dejó el país en 1952. Este regreso permite entonces volver sobre su obra e historia.

Homenaje a Lao Tse (1972– 2025) es una estructura anaranjada de seis metros de alto por tres de ancho de acero Corten que parece un monolito o un edificio en pequeña escala. Está instalada en el acceso a la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes. Se organiza en cuatro ejes verticales separados por un espacio vacío en el medio, y otros cuatro horizontales que conforman una base que parece tambalearse para un lado y para el otro, dando la sensación de un movimiento pendular en equilibrio. “El Tao es el camino; y el camino siempre es algo cambiante. La escultura muestra el permanente movimiento, que es el principio de la vida. Son ideas abstractas que se expresan de modo abstracto”, dice María José Herrera, curadora de esta exposición, a LA NACION.
La otra obra, Aube (1977–2018), que significa amanecer, está ubicada sobre la plaza Rubén Darío, en la esquina de Avenida Presidente Figueroa Alcorta y Avenida Pueyrredón. También es de acero Corten y propone otro juego perceptivo. Es un gran círculo compuesto de dos semicírculos separados por un eje vertical que genera un vacío central. Sólo si se mira a la escultura desde un punto específico, se la ve completa. Desde cualquier otro ángulo, el círculo se parte, se desdobla la forma y se percibe un semicírculo delante y otro detrás; uno más alto, y uno más bajo. “El cambio es permanente —dice Herrera—. La simetría es algo a lograr, no es algo que está dado”. “El medio es tan importante como las dos partes. Si no estuviese ese espacio en el medio, no estarían las dos partes; sería un círculo completo. Acá es donde queda demostrado que ese espacio vacío es tan importante como las dos figuras que quedan al costado”, complementa Pecoroff Marino, en diálogo con LA NACION.
Un albañil inmigrante
Francesco Cayetano Marino, conocido con el nombre artístico de Marino di Teana, nació el 8 de agosto de 1920 en Teana, un pequeño pueblo al sur de Italia y a los dieciséis años emigró a la Argentina por el trabajo de su padre. A pocos días de llegar, comenzó a trabajar como albañil en las obras del ingeniero Migone. Estudió de noche, asistió al Círculo de Bellas Artes, e ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, de donde egresó a los treinta con el título de profesor superior. En Argentina se nacionalizó y obtuvo varios premios; entre ellos, el Primer Premio del Salón Nacional de Artes Plásticas, en 1951.

En 1952, Di Teana regresó a Europa y, tras una breve estancia en Galicia, se instaló definitivamente en Francia, integrándose a la comunidad de artistas argentinos y latinoamericanos, entre ellos, Luis Tomasello, Julio Le Parc, Gyulia Kosice, Emilio Pettoruti, Aurelio Macchi, Nicolás García Uriburu, Carlos Cruz Diez, entre muchos otros. Fue representado por Denise René, una importante galerista de la época, figura clave de la abstracción. “Italia le dio la vida, Argentina le dio el conocimiento y Francia la posibilidad de desarrollar su arte”, opina Pecoroff en conversación con LA NACION.
Uno más uno es tres
El espacio vacío ocupa un lugar fundamental en toda la obra del artista. “Él pone en acto el principio de la escultura moderna y es que los vacíos tienen tanto valor como las masas. Dice que toda masa tiene su forma negativa que le corresponde. Él muestra la masa, pero connota el espacio vacío”, sigue Herrera.

Desde esta lógica, el espacio que separa a dos cuerpos cuenta como una entidad en sí misma. Por eso, según la teoría triunitaria del artista, la suma de estos dos cuerpos no es igual a dos sino a tres. “No creo que aquello que llamamos vacío sea la nada. Es una energía densa, invisible y desconocida, similar a un océano (...), escribió el artista en un texto suyo en el libro Marino di Teana. Monographie (Loft Éditions).
“Si el universo es bello, lo es gracias a la relación entre volumen y espacio, en todos los niveles”, dio el artista en una entrevista en 1982 con La actualidad.
Con el tiempo, Di Teana se convirtió en uno de los nombres claves de la escultura arquitectónica, instalando más de cuarenta y cinco obras monumentales en ciudades de Francia, Alemania, Italia y Suiza. Su obra, de impronta brutalista, integra importantes colecciones, como el Museo de Arte Moderno de París, el Centro Pompidou y el FRAC Centre. Fue distinguido por la Orden de Caballero de las Artes y las Letras y recibió premios de la Academia de Arquitectura y del Instituto de Francia y reconocimientos en Italia. En 1982 representó a la Argentina en la Bienal de Venecia y recibió la distinción Konex a las Artes Visuales. Di Teana murió unos meses antes de cumplir 92, el 1 de enero de 2012, en Périgny sur Yerres.

Era un hombre atento, sensible, y de carácter inquebrantable, según lo describe su hijo Nicolás en un texto en el libro Marino di Teana. Monographie (Loft Éditions). “Una persona presente en cada momento. Cuando él hacía pastas, hacía pastas y no otra cosa. Se quedaba frente al agua durante doce minutos. Era un humanista, siempre preocupado por la humanidad. Charlar con él era transportarse a una película con todos esos personajes de la historia con los que él vivía, desde Parménides hasta Federico II Hohenstaufen”, remata su sobrino Gustavo, representante junto a Nicolás del atelier de Marino e impulsor de esta nueva propuesta en el Bellas Artes.
Para agendar
Homenaje a Lao Tse (1972– 2025) ya está instalada en el acceso a la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes; y Aube (1977–2018), está ubicada sobre la plaza Rubén Darío, en la esquina de Avenida Presidente Figueroa Alcorta y Avenida Pueyrredón. La muestra quedará oficialmente inaugurada el 12 de diciembre y las esculturas pueden verse hasta septiembre de 2026.
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